El Real Valladolid vence al Numancia en Los Pajaritos gracias al solitario gol de Zakarya Bergdich

Probablemente, el encuentro entre el Numancia y el Real Valladolid no pasará a la historia de ninguno de los dos conjuntos. Probablemente no, casi seguro, se podría decir. Fue una tarde de otoño, de hastío, como la que le precedió, aun cuando bien podría haberse convertido en una fría y cerrada noche invernal. Habría sucedido a destiempo, sí, pero no a deshora. Cualquier momento es bueno –para los locales, se entiende– para tropezar en Los Pajaritos.
Pasará lo que tenga que pasar. Volarán puntos, ganarán rivales. O a lo mejor no. A lo mejor son los de Anquela los que levantan el vuelo; quienes hacen su feudo inexpugnable, como solía ser. Quién sabe. Lo que es seguro es que en Soria quizá uno no forje leyendas, pero sí es una plaza en la que, si te descuidas, puedes perder el ascenso, la dignidad y lo mismo hasta los pantalones. Puñetera; hablando en plata, como lo es Alcorcón.
Y el caso es que los de Rubi se volvieron de los dos sitios con los tres puntos en el zurrón, lo que podría llevar a pensar que de tanto no perder el ascenso acabarán encontrándoselo. Aunque para eso aún queda, ya que hay más sitios donde un tropiezo puede ser decisivo, por lo que lo mejor es centrarse en ese segundo triunfo, logrado gracias al solitario gol de Zakarya Bergdich.
El franco-marroquí fue el alborotador de la defensa numantina en más de una ocasión, como Mojica, su igual. Fueron, ambos, la verticalidad y rapidez que pretendió Rubi para deshacerse de la incomodidad provocada por las pegajosas marcas de los sorianos y por su presión, con y sin balón. Fueron los de Anquela el boxeador que trata de llevar a su rival a las cuerdas, de pelear en la corta para reducir espacios y velocidad de acción y, a la vez, aprovechar su pegada, y si fallaron fue porque el Pucela también sabe fajarse y por los dos citados.
El Real Valladolid supo adaptarse al tipo de encuentro que ofrecía el Numancia y si bien no ofreció brillantez, sí fue pulcro. Dicho de otra manera: el Numancia quiso un partido ‘de Segunda’ y los blanquivioletas no rehusaron a jugarlo, supieron frenar todas las acometidas locales, salvo una, el testarazo de Brian Rodríguez al palo, y en ataque aprovechar las oportunidades presentadas; dos las dos de ‘Caballo Loco’.
A la media hora, ‘Correcaminos’ Mojica se escapó de su par y vio el movimiento de Bergdich hacia adentro —recurso ya utilizado contra el Betis y radicalizado con su puesta de largo en la banda derecha–. Zak, con tino, confundió a los marcadores con su incursión y remató a la red el servicio de su compañero, un tanto que a la postre sería definitivo. Aunque antes pasaron cosas. En honor a la verdad, no muchas, pero alguna.
Una de ellas fue la celebración, en honor a Roger. Brillante paradoja la del Real Valladolid, que ganó en Alcorcón con un gol de un vaquero, ‘Billy el Niño’, y en Soria con uno de un indio, ‘Caballo Loco’. Las pistolas, que no sentaron bien en la grada, vinieron a ser como si el equino ajusticiara al malo en homenaje a su jinete caído, pues es el africano el trotón llamado a servir al matador real.
En la segunda parte, esta vez tras asistencia de Óscar, Bergdich repitió acción, pero en esta ocasión el colegiado anuló la acción por un fuera de juego inexistente. Fue una pena, porque los aficionados que se desplazaron desde Valladolid estaban ya pensando en imitar a los bilbaínos cuando por allí andaba Bielsa y gritar aquello de “‘a lo loco se vive mejor… ¡Bergdich!”.
Con su salida del terreno de juego, cumplida la hora de envite, este prácticamente se acabó. Quedaba media hora, en la que dio tiempo a que Marc Valiente se rompiera los isquios de la pierna derecha, y el Numancia no abandonó el ahínco, pero apenas pasó más. Balones bombeados, intentonas a balón parado y el Pucela buscando romper a la contra aquello que ya no quebró.
El triunfo, con todo, es el del cuerdo y el del loco. Este, obvia decir quién fue. El primero fue Rubi, que negoció con el estilo y no se obstinó. Supo ver, desde el inicio, que esta vez tocaba otra cosa, que no había que obcecarse, y atinó con la ‘extraña pareja’ que parecía que podrían formar Mojica y Bergdich, a la postre, decisivos. Y así, dos semanas después, ‘su’ Real Valladolid vuelve a sumar tres puntos que le sirven para seguir encaramado en las posiciones altas, empatado con un Girona con el que jugarán el próximo partido, el miércoles en Copa.
