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Del bien, el menos

por Jesús Domínguez
15 de febrero de 2015
en Noticias
Foto: LFP

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El Real Valladolid suma tres nuevos puntos ante el Alcorcón, en un partido en el que lo mejor, además del triunfo, fue salir vivos

 

Hernán Pérez || Foto: LFP
Hernán Pérez || Foto: LFP

¡Vaya humor! Cualquiera se mete con el Alcorcón… Cualquiera diría que fue ayer San Valentín. ¿O será por eso? El caso es que, carámbanos, cualquier amor pasado fue mejor. Bien es verdad que es de sobra conocido el carácter de Bordalás, pero en fin, que podría haber sido más dulce… Por los viejos tiempos. ¿O será por eso?

Se plantó en Zorrilla ante el Real Valladolid el conjunto alfarero como se planta allí donde va, por las bravas. Es el perro viejo con mala baba de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que responde porra en mano “tira pa’llá, perroflauta” a cualquiera que le dé los buenos días. La tarde se la intentó dar el Pucela, pero bueno, que ya hemos dicho cómo se las gastan. “Ni juego ni juega”, que diría la madre malhumorada.

Hasta la fecha los alfareros habían visto 102 cartulinas amarillas y siete rojas. Y en el equipaje se llevaron otras siete del primer color y una del segundo. Y las que pudieron ser, porque caricias, precisamente, no dieron.

Definitivamente no, no ayudó el Alcorcón a que el partido fuera bonito. Aunque tampoco es que el Real Valladolid fuera una cosa loca. Empezó bien, marcó pronto y se vio rápido en superioridad, pero no acabó de explotar; ni siquiera de dominar. Amenazó, sobre todo por el costado izquierdo, pero unas veces cayó en la trampa del fuera de juego y otras simplemente le faltó acierto.

Mojica ‘expulsó’ a Nagore, pudo expulsar a Martínez (provocó su sustitución) y sufrió para superar a Djené. El suyo fue el lado fuerte –hasta su lesión– y algo más que un recurso. Aunque en cierto modo era normal, por su superioridad frente a sus pares, el estilo fue un abuso; un exceso de envíos en largo en busca de esa zona, en la que también aparecía Jonathan Pereira.

La ‘Hormiga Atómica’ apenas se asoció por dentro, siempre picó al espacio, y Óscar tampoco anduvo demasiado participativo en la confección. Con todo, la sensación durante el primer periodo fue siempre de que el encuentro caería por su propio peso, que a una defensa tan adelantada se le iba a acabar cogiendo y que la calma debía ser aún mayor.

Ayudaba a esta impresión el hecho de que los alcorconeros parecían inofensivos, si por ello se entiende que no tenían peligro en ataque, porque lo que es hacer daño… Solo el canterano Pastrana respondía. Lo demás, la nada. También tras el descanso, aunque se animaron un poco más. Bien por eso de jugar con pierna dura o vaya usted a saber por qué, poco a poco empezaron a dominar, si bien no tuvieron oportunidades.

Para mayor desgracia local, ‘El Correcaminos’ cayó como si le hubiera cazado el coyote, y sin Mojica, el ataque blanquivioleta cayó en la pesadumbre –aún más–. El debutante Hernán Pérez picó al espacio, como siguió haciéndolo Pereira, pero nunca se supo aprovechar la superioridad numérica, oculta tras la rudeza madrileña.

Javi Jiménez, que se enfrentó al antihéroe Bordalás en aquel funesto play-off, salvó el dos a cero en un par de ocasiones, siempre fruto del balonazo largo. Este se templó solo al final, casi en el añadido, cuando muchos pensaban que estaban viviendo un déjà vu con el día del último ascenso, aquel en el que el Alcorcón acabó volcado sobre la meta pucelana. No fue así esta vez, o no del todo, ‘solo’ porque aquel Alcor era más.

No todo en el partido fue malo, claro. Los tres puntos saben a teta de novicia porque sirven para aúpar a los de Rubi a los puestos de ascenso directo, después de los peores resultados de sus rivales directos. A su vez, no obstante, y sin que el juego deba preocupar, sí ha de llamar a la reflexión, porque, en el fondo, el triunfo es, del bien, el menos.

Como en Santander, pero, como en Santander, la manera no gustó, de ahí que, por segunda vez en dos semanas, la victoria deje un sabor agrio. Esta vez sobrevuela la mente de ese ente llamado entorno el no haber sido capaz de dañar a un rival inferior, en número y calidad. Aunque, ciertamente, esto va de sumar. Y eso se hizo. Pese al exceso de celo del Alcorcón.

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