El delantero talaverano, de veintinueve años, firmó la mejor temporada de su carrera tras fichar con el equipo alfarero, con veinte dianas en 42 partidos ligueros

David Rodríguez suspiró cuando el árbitro tocó el silbato para indicar el final del partido entre el Charlton Athletic y su equipo, el Brighton & Hove Albion. Corría el curso 2013/14 y el calendario no había dejado caer la hoja del doce de abril, pero el destino ya estaba sellado para el jugador talaverano. De hecho, no volvería a vestir la camiseta del club inglés, pero eso ya poco importaba.
El año había sido nefasto, primero en el Celta de Vigo en el que un tal Luis Enrique decidió darle salida en el mercado de invierno, para después recalar en la Segunda División inglesa donde apenas había disputado diez partidos con un solitario tanto ante el Blackburn Rovers. Una de las pocas alegrías en su corta estancia en Inglaterra, con lo que llegó el momento de reflexionar. De hecho, era el momento de volver a casa.
David Rodríguez siempre ha sido considerado por sus personas más cercanas como un tipo profundo, amable y entregado –quizá en una especie de paralelismo con lo que es sobre el campo–. Y por qué no decirlo, como un poquito cabezota. Desde pequeño tenía claro que quería ser futbolista, lo que quizá no parecía tan evidente era su posición. Primero, portero. No. El entrenador no lo vio claro y de un lado del campo, al otro. Mejor de delantero. Y ahí sí.
De hecho, su vida daría un vuelco radical a raíz de empezar a perforar las porterías rivales. Un buen día tuvo la fortuna de poder jugar un amistoso contra un equipo de las categorías inferiores del Atlético de Madrid y, en un alarde de garra, David marcó dos goles. Poco tardó el conjunto colchonero en llevárselo al lado rojiblanco, donde permanecería hasta los veinte años.
¿Pero a quién le importaba ya el pasado mientras aquel doce de abril se quitaba la camiseta del B&H Albion? El Alcorcón le daba la oportunidad de emprender de nuevo camino a España, toda una ocasión de regresar a donde quizá no debió salir nunca. Su carrera podía resumirse entre diferentes pasos por Vigo –vistió la camiseta del Celta desde la temporada 2008/09 hasta el mercado de invierno de la 2013/14, con dos salvedades en el Almería en la 2009/10 y con el Sporting en la segunda parte de campeonato de la 2012/13–.
Ahora el equipo alfarero apostaba por él… y vaya si respondió. Curiosamente otros equipos como el propio Real Valladolid llegaron a preguntar por él, pero el Alcorcón fue el que levantó más la voz. La respuesta de David fue la de convertirse en el terremoto que necesitaba el equipo la temporada pasada.
Poco a poco, paso a paso, con la afición pendiente de un jugador que había sido capaz de combinar grandes años como el del Sporting, donde hizo trece goles, con otros menos buenos como el de Inglaterra. Los goles comenzaron a caer y la grada de Santo Domingo comprendió que tenía un diamante en bruto entre sus filas. Vale que el equipo no llevaba muy buena marcha, pero el talaverano no caía en su rendimiento.
Finalmente, David Rodríguez terminó por ser clave en la salvación del Alcorcón, siempre con el beneplácito desde el banquillo primero de Miguel Álvarez y después de Bordalás. El delantero volvía a ser futbolista al mismo son que alcanzaba las veinte dianas en 42 partidos de liga, de los cuales en cuarenta fue titular.
Y para el presente, la temporada no pinta muy distinta. El terremoto ya hizo temblar la red de Santo Domingo en la primera jornada de liga frente al Mallorca, de manera que ya cuenta con la primera muesca en su revólver. Razón de más para que la defensa del Real Valladolid mantenga los pies en el suelo este domingo para seguirlo de cerca.
