Los aficionados del Real Oviedo no pararon de animar a su equipo y en muchos momentos eclipsaron los cánticos de la hinchada del Real Valladolid
Con la llegada del minuto catorce las bufandas de las dos aficiones bailaban juntas en el cielo del José Zorrilla. Pucelanos y oviedistas celebraron este domingo a mediodía un nuevo encuentro donde primó el buen ambiente y la deportividad.
Una nueva cita, quince años después, entre dos hermanos unidos por el fútbol en la que, al margen del descontento pucelano en algunos tramos del partido, el respeto al rival siguió siendo una imagen digna de admirar.
Antes de que rodara el balón, las cámaras captaron el abrazo entre José Luis Santamaría y César Martín. También se produjeron otras escenas más curiosas como la de los dos guardametas rivales compartiendo equipación o la pancarta homenaje a Julio, el portero del filial que salía como titular para suplir las ausencias de Kepa y Varela.
Al inicio del choque los cánticos animaban a los veintidós futbolistas que corrían sobre el césped y los jugadores, mostrando su agradecimiento, se acercaban con cada gol a los límites del estadio para agitar los brazos y corear eufóricos que se había conseguido un nuevo tanto. Sabor agridulce para terminar la primera parte que acabó con el sonido de los pitos . Los vallisoletanos, que no perdonaban los errores del equipo, afeaban con las críticas la escena que se estaba produciendo en la grada.
Azulon o blanquivioleta, daba igual el color. En las butacas las camisetas se mezclaban unas con otras. No era para menos. Tras quince años sin juntarse en liga, la imagen de la jornada la protagonizaban los seguidores. Ellos eran los auténticos protagonistas. Por poner una pega, los locales, que superaban en número a los asturianos, decayeron en algunos tramos del partido, consecuencia quizás de verse por detrás en el marcador durante la mayoría del tiempo.
Incluso en los últimos instantes tan solo se oían los gritos de la afición carabayona que celebraba eufórica una nueva victoria. Aun así, mucho “Pucela, Pucela” y mucho “Oviedo, Oviedo”, de un lado y de otro. Con el pitido final se cerraba otro capitulo para la historia. El Carlos Tartiere espera su momento y en la segunda vuelta se vestirá de gala para recibir al que considera su hermano, su amigo y su compañero.