El Real Oviedo ha logrado hacerse fuerte en su feudo, donde solo el Girona consiguió llevarse la victoria de tierras asturianas
Demasiado tiempo hacía que los aficionados al Real Oviedo no veían fútbol de Segunda División en su casa. Tras el periplo del club por Tercera y Segunda División B, el ansiado ascenso a la categoría de plata el pasado mes de junio fue la recompensa a muchos años de sufrimiento. Y cuando se consigue algo que se ha deseado tanto y por el que tantas personas se han desvivido no es para dejarlo escapar en un abrir y cerrar de ojos.
A priori, el objetivo de todo recién ascendido es mantener la categoría cuanto antes para cerrar la temporada de la forma más tranquila posible. Pero la ambición, las ganas y el coraje van más allá en el caso del Real Oviedo y es un claro candidato al ascenso a falta de catorce jornadas para la finalización del campeonato ligero. La tercera posición que ocupan en la tabla no es casualidad. Acumulan en su casillero 46 puntos por ser un conjunto regular en cuanto a resultados y goles, pero sobre todo, porque son fuertes en casa.
Los hombres de Sergio Egea han interiorizado desde el primer minuto de esta carrera de fondo que los objetivos a lograr pasan por hacer del Carlos Tartiere un fortín. Al contrario que Zorrilla, el feudo azulón es empresa difícil para cualquier visitante y que todos y cada uno de los equipos que pasan por allí tienen que ponerse el mono de trabajo para rascar puntos.
Incluso con eso, los rivales se han ido de vacío en el 61’54% de las veces. Los carbayones han logrado veintiocho de los 39 puntos disputados en su estadio, ya que son uno de los cuatro equipos de la liga que han jugado trece choques como locales.
Sumar de tres en tres permite auparse a lo alto de la clasificación hasta el punto de estar a un solo partido de alcanzar la segunda plaza que da acceso directo a la Primera División, lo que sería un sueño hecho realidad. Solo el Girona ha sido capaz de llevarse el triunfo (1-2) del Carlos Tartiere, allá por la quinta jornada en el mes de septiembre. Esto hace que los ovetenses sean uno de los tres equipos que menos han perdido en casa, por detrás del Leganés, que no sabe lo que es ser derrotado en su feudo; e igual que el Alcorcón.
A diferencia del Real Valladolid, el Oviedo no solo no pierde en casa, sino que concede pocos empates. Respecto a las igualadas, Lugo, Mallorca, Bilbao Athletic y Alavés son los conjuntos visitantes que han sacado un punto de un campo con una asistencia media de poco más de catorce mil aficionados y que cuenta con la friolera de 20.343 abonados, la mejor cifra de la historia del club asturiano.
En cuanto a los goles, la diferencia entre marcados y encajados es bastante evidente en casa. El Real Oviedo tiene un ‘súperavit’ de once tantos. Los azulones han sido capaces de perforar la portería rival en veintiuna ocasiones, por las diez que los rivales han logrado marcarles. De esta manera, los carbayones marcan 1,6 goles por partido, mientras que encajan 0’77 tantos por choque.
El mes de agosto fue el pistoletazo de salida para un equipo con muchos sueños por delante, pero sobre todo muchas ganas. Partido a partido, siguiendo la filosofía de ‘El Cholo’ Simeone, han ido haciéndose un hueco en una categoría de plata que les echaba de menos. Y jornada a jornada han conseguido ampliar esos horizontes para mirar más arriba de lo que en un momento pretendían.
Ahora, el Real Valladolid tiene una tarea muy complicada, que no es otra que ganar en el Tartiere, algo que solo un equipo ha conseguido. Porque el feudo ovetense está blindado para seguir soñando hasta junio. Y que pase lo que tenga que pasar.