Miriam Puerta (Arandina CF), Andrea Rodríguez (Zamora CF) y Rocío Pereira (SC Uxama) hablan del papel de la mujer en la fisioterapia futbolística de la comunidad

No están todas las que son, pero sí son todas las que están. Ellas son Miriam Puerta (Arandina CF), Andrea Rodríguez (Zamora CF) y Rocío Pereira (Sporting Club Uxama), las protagonistas de las siguientes líneas, y tres mujeres inmersas en un mundo de hombres, el fútbol, a través de su desempeño profesional como fisioterapeutas de sus respectivos equipos.
El fútbol sigue en constante evolución, y resultado de eso, por ejemplo, es la aparición de estas profesionales. En el ámbito castellano-leonés, el número de mujeres fisioterapeutas en equipos de fútbol siempre será mejorable, pero cada vez menos es esto la excepción.
«Me he sorprendido gratamente a lo largo de esta temporada encontrándome con fisioterapeutas femeninas en equipos rivales como La Bañeza, el Sporting de Uxama, el Numancia B… entre otros», nos comenta Andrea, quien llegó al Zamora CF tras unas prácticas voluntarias mientras realizaba el Grado en Fisioterapia. Actualmente, ejerce al lado de Pedro Lucas Rubio, quien no dudó en dar continuidad a la estancia de la zamorana en el club, ya como parte totalmente integrada del cuerpo médico.
Caso diferente es el de Miriam, quien arribó la Arandina casi de forma casual, ya que fue a través de un compañero en la clínica donde trabaja. El Sporting Club Uxama quizás sea, por trayectoria, el club más pequeño de los tres en los que se desarrollan nuestras protagonistas, pero no por ello Rocío tuvo problema alguno en preguntar por si sería bien acogida como fisio del equipo soriano. Evidentemente, tanto el presidente como el entrenador estuvieron encantados con la idea.

La Arandina y el Zamora, por su parte, son estructuras de clubes de Segunda División B, pese al fallido intento de ascenso de los segundos, por lo que tanto Miriam como Andrea cuentan con la ayuda de otro compañero en el apartado de la fisioterapia dentro del cuerpo médico de cada entidad.
Sin embargo, las tres viven un ambiente competitivo real, y no solo por su desempeño, sino también por ese disfrute del fútbol que viven, incluso en el caso de Miriam, quien nos confiesa que no era el fútbol lo que más le agradaba en el mundo antes de recalar en la Arandina, donde cada derrota la siente como suya propia.
En lo referente a lo más complejo de la profesión, Rocío nos cuenta que eso es «dar con el tratamiento idóneo de la lesión y sobre todo del jugador, ya que no todos los jugadores responden igual a cada tipo de tratamiento y todos quieren rehabilitarse lo antes posible». Mientras, Andrea se refiere a una cierta ‘presión’ en aspectos como los periodos de recuperación; tema este que comparte importancia para Miriam con que «a veces no tienes los medios suficientes para solucionar los problemas que se presentan».
Evidentemente, su condición de mujer es un aspecto a tener en cuenta dentro de un mundo como es el del fútbol. Por suerte, esto cada vez es menos notable y así nos lo hacen ver nuestras protagonistas. «Te valoran por tu trabajo y no por el hecho de tu sexo», nos dice Andrea, quien además, como sus dos otras compañeras, no siente que reciban un trato especial, diferente, ni mucho menos discriminatorio por ser mujeres.
La fisio de la Arandina añade además: «Creo que el sexo no tiene que ver nada con la profesionalidad del fisioterapeuta. Al fin y al cabo es tu trabajo, nada más», en relación a si encontraba en su condición de mujer algún escollo para desarrollar su profesión.

Nuestras tres protagonistas coinciden también en sentirse muy valoradas con respecto a su ejercicio como fisioterapeutas deportivas, abriendo, además, una especial complicidad con los jugadores, quienes, al fin y al cabo, son su objeto de trabajo. «Los jugadores, que son los protagonistas, valoran y reconocen todo el trabajo que realizo», aduce Andrea al respecto.
«Si algo hay que cambiar y luchar por ello, es el intrusismo sanitario. Hay en el sector deportivo mucho masajista que dice llamarse fisioterapeuta, sin título universitario y que trabaja en equipos de fútbol», comenta Miriam con respecto a las contrariedades de la profesión.
El intrusismo es una lacra que también (nos) afecta en el mundo periodístico, al igual que «los horarios de futbolista» a los que se refiere Andrea. Problemas con la administración de su tiempo tiene también Rocío, ya que no solo se dedica «al equipo (Uxama)», sino que también trabaja en una clínica de fisioterapia y está de fisioterapeuta en el colegio público de su localidad.
El ascenso deportivo del equipo también supone para ellas un ascenso profesional. En este sentido, podrían también ‘fichar’ por otro club con la pretensión de seguir escalando en el complicado mundo de la fisioterapia deportiva. Miriam buscará especializarse en este campo mediante un Máster en un futuro, y tanto Andrea como Rocío tienen claro que quieren progresar en este aspecto: «Claro que me gustaría poder llegar a algún club de referencia en la élite», nos cuenta la fisio zamorana al respecto.
La mujer en el mundo de la salud futbolística tiene en Eva Carneiro un polémico ejemplo. Es probable que su enfrentamiento con José Mourinho no haya facilitado la mayor incorporación de mujeres en el campo de la medicina deportiva en un club de fútbol, aunque como bien apunta Rocío esto es «puntual, ya que no suele suceder normalmente».
Estas tres castellano-leonesas ven un futuro para la mujer fisioterapeuta en los clubes de fútbol de la comunidad, y como bien apunta la fisioterapeuta del Uxama «solo hace falta que desaparezcan algunos prejuicios que tienen algunas personas que forman parte de este ámbito deportivo».