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Goles, resoplidos y ovaciones

por Jesús Domínguez
8 de octubre de 2016
en Noticias
Celebración de uno de los goles de José al Alcorcón

Celebración de uno de los goles de José al Alcorcón

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José hace un doblete ante el Alcorcón que sirve al Real Valladolid para dar carpetazo a la mala racha y liberarse al fin

 

Celebración de uno de los goles de José || Foto: LFP
Celebración de uno de los goles de José || Foto: LFP

Se acabó la racha. Después de semanas de pesimismo y de mal fario, el Real Valladolid ha dado carpetazo a la senda de cinco partidos seguidos perdidos con un triunfo liberador frente a la AD Alcorcón. José, el nuevo niño mimado de la afición, marcó dos goles y se ganó más de dos ovaciones gracias a su buen hacer y a su papel, decisivo.

Terminado el encuentro, hubo gritos en el túnel de vestuarios, el típico “vamos” indicativo de que el Pucela se había sacado varios kilos de encima de golpe. Lo hizo en una buena actuación, quizá la más regular del curso, en un duelo en el que pudo golear, sobre todo en una primera mitad que recordó a la del Girona, hasta ahora concebida como ‘El Dorado’.

Los dos goles del canterano fueron como dos resoplidos, o exactamente eso. Viniendo de dónde se venía, era importante sentir al fin la liberación que trajo el doblete, principalmente, pero no solo. Sus tantos, que además llegaron pronto, ayudaron a creer en el instante en que Paco Herrera decidió volver al origen, en el que primaban la agitación y la presión. Míchel al fin se sintió liberado, y eso fue un paso, y la forma de plantarse en el campo agobió al rival. Los alfareros regalaban muchos balones, o los perdían, y José y Villar, dos puñales, abiertos aunque se cierran, eran capaces de generar mucho peligro.

Así fue desde el inicio, en el que llegaron los dos goles. En el minuto cinco José recibió un envío de Juan Villar con metros por delante, la corrió y fusiló a Dmitrovic con rabia, como si le debiera dinero. En el doce con el mismo asistente, vio puerta otra vez y la hinchada dijo para sí o para el compañero de grada que “esto ya es otra cosa”. Lo fue, con independencia de que fuera antes el huevo o la gallina; el fútbol o la liberación.

Adquirida dicha ventaja, los blanquivioletas no se conformaron, fueron a por el tercero. A por eso y a por el reencuentro. Porque sí, necesitaban reencontrarse. Por más que se dijera que mereció más, lo cierto es que cayó en todos y cada uno de los partidos del último mes, por lo que el peso sobre sus hombros ya era mucho. Es por ello que con ganar podría haber bastado, pero además había que intentar convencer.

Solo la falta de acierto impidió que al descanso el marcador reflejara una goleada, porque ocasiones hubo. Y también fútbol, puesto que los de Paco Herrera, que abrazaron de nuevo el vértigo, el ataque dinámico, volaban sobre la mitad del terreno de juego que pertenecía al enemigo, impulsados por el ansia de su dupla atacante y propulsados por el rombo que tenía por detrás.

La defensa, por su parte, no pasó apuros. Solo David Rodríguez con un disparo desde el pico del área soliviantó ligeramente a la zaga y a un Becerra casi inédito. También en la segunda parte, en la que el ritmo de juego decreció. Si antes el Real Valladolid había dominado el espacio, ahora tocaba dominar el tempo. No convenía correr tanto, o que lo hiciera el balón, y este, siempre dueño de los locales, viajó por sus pies a menor velocidad.

En anteriores ocasiones había costado manejar la ventaja. No esta vez. El bloque continuó con su buen hacer hasta dar cuenta del partido más regular en este sentido, si no en toda la temporada, al menos en cierto tiempo. Lejos de entregar el cuero, lo tuvo y se defendió con él, logrando no pasar apuros y generar incluso alguna tímida intentona más por mediación de Míchel o Sergio Marcos.

Cierto que los alfareros intentaron dar un puntito más, pero siguieron sin crear muchos apuros. Así, la comodidad de la victoria no estuvo realmente discutida en ningún momento y Zorrilla acabó premiando con una ovación a su equipo, merecida, por el cuajo que mostró en los noventa minutos y porque sí, los goles y resoplidos, el reencuentro, en fin, fue merecido.

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