Pese a que Herrera mantiene la confianza en el guardameta del Real Valladolid, su rendimiento ha caído en las últimas jornadas debido, en parte, a su carácter

Técnica al margen, hay dos factores imprescindibles para triunfar en el fútbol. El primero de ellos, el potencial físico, que se consigue trabajando duro día a día y en cada entrenamiento. Y el segundo, y no menos importante, la mentalidad, que puede que no se entrene, pero que a la hora de competir siempre está presente, en ocasiones puede jugar malas pasadas. Y un portero es el mejor ejemplo que si una de las dos falla, el camino se pone muy cuesta arriba.
Isaac Becerra ya ha demostrado que no es un portero más. Estamos hablando del nombrado mejor arquero de Segunda División la pasada temporada, algo que se ganó partido a partido en su campaña en el Girona. El hecho de encajar solamente veintiocho goles le convirtió en el portero menos goleado de la categoría, y le aupó a la élite de los porteros de la división de plata.
Con esos números aterrizó en el Real Valladolid, y llegó con una ilusión intacta, pese al interés que otros equipos pusieron en él, pero posiblemente no esperaba que en apenas unos meses la situación se fuera a complicar de esta manera.
Y eso que su arranque fue inmejorable. Después de una pretemporada en la que es cierto que había dejado alguna que otra duda, Becerra cosechó unas actuaciones superlativas en las primeras jornadas de liga, incluso siendo protagonista. Seguro en la portería, desbaratando ocasiones claras y hasta mostrando seguridad en las salidas. Pero en apenas dos meses ha pasado de los elogios que le brindaba la grada a un incómodo ‘run-run’ que retumba en el estadio cada vez que toma alguna decisión equivocada.
Lo más criticado estas últimas fechas es su juego por arriba. Además de haber empezado a encajar goles ‘parables’, es evidente que Becerra tiene serios problemas para atajar balones por alto. No solo no bloca balones, sino que a veces no acierta a despejarlos, y eso ha creado ya más de algún susto en el José Zorrilla. Y es que no siempre es fácil adaptarse a un equipo con un sistema diferente.
Uno de los factores de esta inseguridad que le rodea puede ser el cambio en la defensa. En Girona no podía estar mejor resguardado, ya que a Además de jugar con tres centrales, los defensas rondaban el 1’90 de estatura. Los zagueros siempre se mostraban en superioridad sobre los rematadores y el trabajo de Becerra era a priori más ‘sencillo’. Sin embargo, el sistema del equipo blanquivioleta con dos centrales con una estatura de 1’85 obliga al arquero a tener que salir en más jugadas, a estar más en tensión y, en definitiva, a participar más en el partido.
Pero sin duda hay otra circunstancia que predomina sobre las demás, más aún en el caso de Becerra, el carácter, algo que precisamente se ha encargado de recordar Paco Herrera esta misma semana en rueda de prensa. El míster explica que, efectivamente, muchas veces toma la decisión equivocada a la hora de salir, pero que no siempre es problema de él, sino que a veces se trata de algo que el equipo entero debe corregir. Aun así, Herrera continúa con la confianza depositada en él, y no ve que sea el momento de hacer cambios en portería.
Fuera como fuese, varios aspectos deben cambiar si Isaac Becerra quiere tener un año cómodo en las filas vallisoletanas. No todos encajarán siempre esa actitud que, aunque transmita competitividad, a veces parece altiva. Es bueno ser perfeccionista, siempre y cuando uno sepa reconocer y subsanar sus errores.
Y la afición es soberana, y agradece que cada vez que el Pucela mete un gol el portero se gire y anime a la grada, como ha hecho más de una vez, pero también juzga lo que ve. Y lo que encuentra en estos momentos es un portero que ha ido diluyéndose a lo largo de las jornadas, y que tiene en sus manos –pero sobre todo en su cabeza– el volver a ser ese arquero que maravilló en las filas del Girona.