Análisis del próximo rival del Real Valladolid

Objetivo, dejar de ser el primo de la categoría. Dejar de serlo, auparse a la zona noble de la tabla y, de paso, presentar de verdad la candidatura al ascenso. Se dice fácil, demasiado, pero al Real Valladolid no le queda otra este fin de semana después de la revitalizante victoria en casa del Mallorca. Esta vez toca cumplir el papel en casa, ante la afición pucelana, lo cual debería ser un plus añadido.
Pero como suele ocurrir en estos casos, el que está enfrente no lo pondrá tan fácil. Un Mirandés venido a menos también confía en resucitar de sus cenizas para escapar de las llamas de un descenso que queman, que acucian a levantarse cuanto antes de una mala racha. Este domingo el choque será de alta tensión en Zorrilla.
Poco a poco
Y es que los burgaleses tienen mucho camino por recorrer pese a la victoria de hace unos días frente al Elche por un escueto resultado de 1-0. Apaciguados los ánimos con esta victoria balsámica, lo cierto es que el Mirandés llevaba hasta entonces nueve choques consecutivos sin puntuar de tres. Un periodo muy duro, de vía crucis, de esos que al aficionado de a pie se le hacen eternos. Por no hablar de la clasificación.
Una cadena tan nefasta ha terminado con el equipo en la decimonovena casilla merced de diecinueve puntos en diecisiete jornadas, un bagaje demasiado escaso para escapar de los puestos de alarma. Sí, puede que el Alcorcón, primer equipo fuera de descenso, tenga la misma cantidad, pero el hecho de estar en semejante contexto ya crea una situación de incomodidad que conviene evitar. Y la primer oportunidad será la de este fin de semana.
¿Entrenador nuevo, victoria segura? Contra semejante tópico tendrá que pelear el Pucela frente a un Mirandés que acaba de terminar una transición que se puede tildar de exitosa. El motivo es sencillo. Los mencionados nueve encuentros sin ganar, Carlos Terrazas que se va a la calle como consecuencia… y a renglón seguido, un triunfo en casa ante el Elche, con Javier Álvarez como técnico interino, y Claudio Barragán confirmado como nuevo entrenador. Ahora se trata de confirmar una recuperación que por ahora es solo leve.
Y no será porque este Mirandés no comenzó la temporada con metas altas. Después de que el año pasado se rozara en varias ocasiones el play off pero finalmente se cayera hasta una discretísima decimoquinta posición, este verano se fijó como objetivo estar más a menudo por la zona de arriba… y quién sabe. Bien hay que decir que el arranque no fue malo, pero al final la realidad se encontró de cara.
Estilo definido… o no

Pocos se explican lo que le haya podido pasar a este Mirandés, que hasta la jornada 9 era un ciclón a base de juego directo, contundencia en la zona ofensiva de la parcela y un buen despliegue físico. Pero de repente, de un día para otro, el doctor Jeckyll se convirtió en míster Hyde. Pluf. Como si semejante equipo no hubiera existido en ningún momento, simplemente desapareció.
Mucho tiene que decir en esto el que estaba siendo la estrella del conjunto burgalés hasta que comenzó la cuesta abajo sin frenos. Guarrotxena, la gran revelación del Mirandés con tan solo veinticuatro años, llevaba seis goles entre Liga y Copa hasta esa terrible jornada 9. A partir de ahí, ni rastro. Desaparecido en combate.
Fue precisamente ahí cuando comenzó el declive. Y no sería por las pruebas de Terrazas, que lo intentó todo: cambios tácticos, de Roberto por Sergio Pérez en la portería… Pero nada. Tan solo tres puntos de veintisiete posibles, para echarse a llorar hasta que el entrenador se quedó fuera del barco.
Y no será por varios jugadores de quilates del Mirandés. Lo cierto es que el equipo burgalés lleva diecisiete dianas, no pocas para un equipo en descenso, algo a lo que han colaborado varios jugadores jóvenes como Álvaro Bustos, Pedro Martín o Maikel Mesa, con dos goles los dos primeros o tres el tercero. Este domingo más vale que ninguno incremente su cuenta.
Curiosidad del rival de esta jornada: Mucho tiempo pasará en Miranda hasta que se olvide un nombre que marcó época en Anduva, que no es otro que el de Pablo Infante. Hasta 135 goles en todas las competiciones contemplan al máximo goleador de la historia del club, actualmente sin equipo tras rescindir con la Ponferradina.