El punta natural de Xerez de la Frontera llegó a Cádiz con la afición en contra. Fue el artífice de uno de los goles del ascenso y este año lleva dos tantos

Nunca digas de esta agua no beberé ni en este equipo no marcaré. Esta adaptación del refrán castellano se la puede aplicar Dani Güiza. El delantero centro que antaño fuese el máximo goleador de La Liga y Bota de Plata en el año 2008 recaló en el verano de 2015 en el Cádiz CF, eterno rival de su primer equipo, el Xerez, y del que en 2007 aseguró que no se pondría su camiseta.
El lío estaba servido, y unas declaraciones que ya parecían olvidadas volvieron a salir a la palestra. El día de su presentación, alrededor de medio centenar de aficionados gaditanos acudieron al estadio para increparle. Lo más bonito que salió de sus bocas fue un «Güiza, muérete»; lo peor, que cada uno lo imagine en su cabeza.
Pero el fútbol es muy caprichoso y diez meses después Dani Güiza, tildado de mercenario, sinvergüenza y demás improperios, fue el autor del gol del ascenso. El héroe. El delantero ya no es el que era, ya no pasa con facilidad de los diez goles por temporada, pero tampoco es un traidor. Es un cadista más, es un peligro para el Pucela.
Si bien es verdad que el mayor temor que puede tener Paco Herrera en el Ramón de Carranza se llama Ortuño, no debería subestimar la presencia del ‘gitano’. El otrora veinte veces internacional y campeón europeo con la selección española cuenta esta temporada con dos tantos en su cuenta personal en la competición doméstica. Sí, son pocos, pero sale a un gol cada 139 minutos. De Tomás, con el promedio más bajo en el Real Valladolid, sale a chicharro por 166 minutos. Hagan cuentas.
Y ojo porque viene pisando fuerte. Tras más de tres meses sin anotar )su último gol databa del siete de septiembre en Copa) y sin gozar de demasiados minutos, el gaditano fue el encargado de dar los tres puntos la semana pasada a su equipo al conseguir los dos últimos goles en la remontada del Cádiz en Elche. Dos chicharros en los últimos diez minutos de partido que dejaron helado al Martínez Valero, dos goles marca de la casa, dos definiciones sobradas de calidad.
Porque, pese a que Daniel González Güiza cuenta ya con 36 primaveras, el olfato de gol es algo que no se pierde, al igual que ese aura que le envuelve cuando se pronuncia su nombre, algo olvidado ya, pero el último capaz de hacer sombra a las grandes estrellas de la liga española. Y es que, desde que él ganó el Pichichi, todos los siguientes máximos goleadores han sido también Bota de Oro… y extranjeros.