La franja ancha del Real Valladolid ha ofrecido ratos de buen fútbol durante la primera vuelta, pero no ha acabado de ofrecer todo lo que su potencial muestra

El Real Valladolid se anunciaba esta temporada como el de los centrocampistas. Transcurridas veintiuna jornadas, resulta que no lo ha sido tanto. A su llegada, Paco Herrera reconocía que para él el fútbol pasaba por esa zona, algo que fueron confirmando los diferentes fichajes. Sin embargo, el paso de las jornadas ha dejado la sensación de que el centro del campo no ha dado tanto como podría.
Pocos equipos de Segunda División pueden presumir de tener en sus filas a jugadores de la talla de André Leão, Joan Jordán, Álex López y Míchel, quienes por norma, han sido habituales en esta zona del campo, siendo los dos últimos dos de los jugadores más utilizados durante la primera vuelta.
Los vicios adquiridos por el gallego y por el valenciano en sus experiencias en el fútbol extranjero y su mayor dificultad para dar con un buen estado de forma hicieron que el inicio del curso fuera poco provechoso, aunque prometedor. Con André Leão en la figura de ‘cuatro’ y con Jordán siendo la imagen que le devolvía el espejo, ‘O Capo’ parecía sentirse cómodo, pero el catalán se lesionó y las sensaciones empeoraron.
Entonces Míchel Herrero pasó a formar con los dos sanos un trío de medios de mucha calidad pero que generaba más desequilibrio en los blanquivioletas que en el rival, toda vez que a menudo se encontraba lejos de Álex López, lo que cortocircuitaba al equipo en ataque, mientras que en labores defensivas el costado izquierdo solía quedar resguardado, lo que hacía sufrir a Lucho Balbi.
Con el retorno de Jordán y la aparición real del rombo todo volvió a ser más natural. Míchel, que había estado entre dos aguas como ‘ocho’, pudo pasar a habitar su zona de influencia mayor –la del ‘diez’–, lo que propició su despegue definitivo. Ese rol de interior con presencia/aparición en campo rival volvió a pertenecer al exceltista, en todo caso, libre de aproximarse al nacimiento de la jugada, no tanto en la salida (cosa de André Leão) como al inicio de la creación (en la que la responsabilidad mayor compete a Jordán).
Sucede que ni aun así el equipo tenía la presencia en campo rival que todo el mundo deseaba. Y como no solo de rombo vive el hombre, Paco Herrera apostó por un nuevo cambio y una vuelta al centro del campo formado por tres hombres: Leão, Míchel y un tercero que ha ido rotando. Con ello buscaba ganar presencia en ataque, situando a Mata más arriba y en una posición más centrada.
Y este ha sido el dibujo predominante hasta el último partido de la primera vuelta, en un Ramón de Carranza que vio el renacer del rombo justo cuando la afición pensaba que Paco Herrera, aunque había advertido que alternaría los dos esquemas, se había olvidado de él. Con su vuelta, la línea ofensiva pierde bien un ala o bien aquella referencia que faltaba. Pero, ¿habrá madurado lo suficiente el equipo para que ahora sí triunfe?
Menos goles de los esperados

el triunfo ante el Girona con Álex López
Foto: Real Valladolid
Si algo ha demostrado el Real Valladolid con estos cambios y con el fútbol que con ellos ha ido plasmando es que cuenta con un amplio abanico de recursos, mayores si cabe si se cuenta a Sergio Marcos, un jugador diferente y que no ha encontrado encaje, o a Guitián o los canteranos Anuar o Renzo como recambios de garantías.
Con todo, el centro del campo empezó siendo algo así como una lanzadera para los hiperactivos José e Iban Salvador antes de pausar el ritmo y convertirse convertirse en dominante (o cuanto menos ‘manejante’) del balón en una altura inferior, previo paso por una etapa de atasco, la relatada en ausencia de Jordán. Con la vuelta a los tres mediocentros se volvió a acelerar el proceso, pero el renacer del rombo demuestra que Herrera sigue buscando ‘El Dorado’; esto es, que su idea primera triunfe.
Y para valorar ese éxito, a la postre, entre otras cosas se valorará que la segunda línea haya sido capaz de ver puerta en más ocasiones que en las primeras veintiuna jornadas, toda vez que los centrocampistas han marcado menos goles de los esperados (y casi anunciados). El bagaje se reduce a un gol de Álex López, dos de Joan Jordán y dos más de Míchel; a todas luces escaso.
Si la fase de finalización es una asignatura pendiente para los delanteros (ninguno ha superado los seis y se puede decir todos, salvo quizá José, han errado en demasía), para estos tres hombres no lo es menos, sobre todo para los dos que llegaron como fichajes estrella. Aunque deben dar un paso adelante no solamente en ese aspecto, sino también en su capacidad de dominio en campo rival.
Una vez se han terminado los problemas de equilibrio defensivo, por su acierto y por el que muestran los cuatro zagueros que suelen ejercer como guardaespaldas del cancerbero, con independencia del ritmo, falta que el poso del equipo se vea también con balón de una manera más continuada. Porque eso, regularidad, también ha faltado: no ha habido una cadena de partidos de brillo, de mando y buen fútbol. Aún queda tiempo.
