El centrocampista valenciano, último en incorporarse a la estructura central de Paco Herrera, ha participado en los veintiún partidos disputados hasta ahora y ha marcado (solo) dos goles

Con el paso de las jornadas, el Real Valladolid ha seguido una línea ascendente que puede definirse a través de un jugador, Míchel Herrero. Aunque el valenciano no fue titular en el arranque del curso, debido a que fue el último en llegar, sí estuvo presente en la mala racha de los blanquivioletas.
Las cinco derrotas desnudaron a un conjunto inconsistente, desequilibrado en el centro, y en el que su labor no distaba en cuanto al objetivo del que aún cumple cuando juega como interior. Solo dios sabe porqué aquello no funcionó entonces. Quizá fuera porque todavía no estaba en forma, y de ahí que se encontrara a menudo entre dos aguas. O quizá fuera simple y llanamente porque la maduración del plan de Paco Herrera (no solo en lo que a él afecta) estaba lejos de ser la adecuada.
Lo cierto es que con el paso al vértice superior del rombo fue a más. Incluso se podría decir que a mucho más, de no ser porque no encontró puerta con la asiduidad que a todo el mundo le hubiera gustado. Eso no implica que fuera mucho peor su desempeño; fue un buen ‘lanzador’ del ataque. Si se volvió a los inicios seguramente no fue solo por él.
Herrera decidió apostar por la vuelta a los orígenes ante la falta de presencia en el área. Si bien el Real Valladolid ofrecía momentos de buen fútbol y tenía el mando de muchos partidos, para que el dominio fuera total le faltaba encontrarse más cerca del gol. Con ello, Míchel volvió al interior, esta vez con acierto. Simplemente funcionó, como cuando no le fue bien, sin conocer realmente el motivo (¿puede tener que ver con la mayor preparación de Jordán para labores de contención?).
Sea por la razón que sea, con el paso de las jornadas se ha consolidado hasta ser el cuarto hombre más utilizado en liga, y ni siquiera haber marcado solamente dos goles le penaliza: Paco Herrera no concibe el equipo sin él. Así lo ha puesto de manifiesto con el paso de las jornadas, primero con su empeño por ponerle cuando no estaba del todo bien y luego al no rotarle cuando sí lo hizo con Jordán y Álex López.
Si cuando llegó no se le podía valorar como demasiado participativo, una vez concluida la primera vuelta se puede decir que tiene un peso mayor; ahora participa más y su incidencia en el juego es alta. Así, cuando él está bien, lo normal es que también lo esté un Real Valladolid al que, sin embargo, debe seguir sumando para que los objetivos se cumplan.
