Tanis Marcellán, nuevo portero del Promesas, pudo cambiar Zubieta por La Masía siendo cadete. Prefirió quedarse, pero, años más tarde, una lesión ayudó a que fuera relegado en la escala de prioridades

Es un habitual, también en edades de formación, decir ‘sí, quiero’ a los grandes cuando estos te llaman. Aun cuando los millones todavía no han hecho acto de presencia, la oportunidad ya se concibe como un tren que no se debe dejar escapar y, mal que pese a los románticos, tiene su lógica por innumerables razones que no vienen al caso.
Sin embargo, aunque suele ser así, no siempre esos grandes se salen con la suya. Y si no que se lo pregunten al FC Barcelona, que supo lo que es recibir calabazas de un adolescente hace casi un lustro. Aquel chico, Tanis Marcellán, nuevo ocupante de la portería del Real Valladolid Promesas, prefirió seguir en la Real Sociedad en lugar de trasladarse a La Masía a sus dieciséis años, algo que otros muchos habrían hecho.
Bitor Alkiza, director del fútbol formativo de la entidad donostiarra, veía así aquel ‘no’ por aquel entonces: “Significa mucho; sobre todo, que el jugador y su familia creen que mejor que aquí no va a estar en ningún sitio. Significa que cree en lo que se está haciendo en Zubieta. El trabajo de jugadores como Íñigo Martínez, Illarramendi o Rubén Pardo mueve a los chavales”. Y probablemente tuviera razón; seguramente el nuevo meta blanquivioleta creyera que era lo mejor. El tiempo, en cambio, le acabaría llevando a marcharse años después.
Por aquel entonces Tanis era un cancerbero cuyo nombre estaba en la lista de mejores promesas del fútbol español. Antes y después de renovar hasta 2017 con su club de toda la vida, fue internacional en categorías inferiores con la selección española. Se fijaba en el chileno Claudio Bravo, con quien más tarde se llegó a ejercitar con el primer equipo, hablaba de la cantera realista como “la octava mejor del mundo” y pensaba en trabajar en mejorar un ya de por sí buen juego de pies, una de sus mejores condiciones, junto a su buena colocación y agilidad.
Apenas una temporada después (2013/14) de que aquello sucediera disputó a Youth League. Alternó bajo los palos con otro guardameta durante la fase de grupos, pero conforme llegaron los cruces ambos se vieron superados por Ander Bardaji, actualmente a la sombra de Rulli y Toño en el primer plantel. No fue un impedimento para que diera el salto al filial siendo todavía juvenil, pero sí para que tuviera continuidad: jugó solamente diez partidos.
A este contratiempo se le sumó otro casi al final del curso, una lesión en un hombro que le hizo pasar por quirófano. Aunque pudo acortar los plazos de recuperación de seis a tres meses, se encontró la puerta cerrada de la Real B y tuvo que bajar al Berio, tercer conjunto txuri-urdin (ahora ya Real C), antes de salir cedido al Peña Sport de Tafalla en el pasado mercado invernal. Allí, aunque descendió a Tercera, disputó catorce encuentros (uno de ellos en Los Anexos).
Aquello le permitió firmar por el Granada B por tres temporadas… y hacer la pretemporada a las órdenes de Paco Jémez. No obstante, no fue una garantía para hacerse con el puesto de titular una vez bajó a su sitio ‘natural’, puesto que Pol Ballesté, casualmente formado en las categorías inferiores del FC Barcelona, un año más mayor y con más experiencia en la categoría, le ganó la partida.
En el filial nazarí hizo dos apariciones, la última, este pasado fin de semana, en el triunfo por tres a cero ante el Mérida. Motivada por el viaje de urgencia de Pol Ballesté con el primer equipo, que carecía del tránsfer del luso Rui Silva, le permitió despedirse jugando… e hizo temer en las oficinas de la Avenida Mundial 82 que pudiera provocar un giro no deseado, puesto que era el elegido desde hace semanas.
Al contrario que en sus anteriores clubes, en Valladolid no se encontrará con un guardameta mayor; ni siquiera con muchos más partidos en Segunda B, puesto que Dani Hernández acumula apenas unos pocos más. Sin embargo, el palentino supondrá una competencia que ha de mejorar a ambos. Al portero ya conocido, con el fin de alcanzar una mayor regularidad. Al que en su día rechazó al Barça, porque solo así, compitiendo duro, se podrá hacer con el sitio y quién sabe si con un contrato de cara al próximo año.
