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Una mitad que sí, otra mitad que no

por Jesús Domínguez
26 de febrero de 2017
en Noticias
Raúl de Tomás || Foto: LFP

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El Real Valladolid juega ante el CD Lugo mejor primera parte de la temporada y acaba mosqueando después de una segunda muy pobre

 

Villar 2
Villar

El trastorno de bipolaridad del Real Valladolid empieza a ser un clásico. Eso se deduce de su empate ante el CD Lugo en un choque que podría resumir cómo sí y cómo no los de Paco Herrera podrán alcanzar el objetivo de la promoción. Si bien el resultado al descanso reflejó un empate, igual que al final, la primera mitad dejó un poso de que así sí. La segunda parte, en cambio, es la del así no. No si de verdad la aspiración es la anunciada.

El conjunto blanquivioleta cuajó ante los lucenses seguramente la mejor primera mitad de toda la temporada. Con un fútbol eléctrico, combinativo, sí, pero de ataque, alejado del toque yermo de otras veces, ofreció un espectáculo al que se sumó un muy buen Lugo, que también tocó el balón y lo tocó con intenciones ofensivas.

Así, el primer periodo fue un toma y daca en el que los dos equipos se gustaban, o cuanto menos hacían daño a la defensa rival hasta el punto de generar ocasiones y goles. Después de un inicio fulgurante de los lucenses, los vallisoletanos cogieron aire y se vinieron arriba, liderados por un Raúl de Tomás que personificó el cambio de imagen. El delantero madrileño fue un incordio para la zaga visitante y tuvo dos claras oportunidades bien pronto, si bien no atinó con la puerta.

Sí lo hizo Joselu, quien, a los trece minutos, marcó el cero a uno en una de tantas acciones en las que Balbi sufre. El argentino se vio otra vez desprotegido ante la superioridad del rival, esta vez, manifestada por Jordi Calavera, que puso un balón al punto de penalti, donde el pichichi de la categoría se adelantó a Guitián para superar a Pau Torres.

Los de Paco Herrera demostraron quijada; encajaron el golpe y siguieron con su plan a pesar del gol. Llevaron el balón arriba con mimo aunque sin rodeos y, en una de estas, cinco minutos después, Balbi puso un buen centro desde la izquierda para que Raúl de Tomás, esta vez sí, profiriera el grito sagrado de gol, daba la sensación que con justicia.

El tiempo restante hasta el de asueto transcurrió de una forma dinámica y vertiginosa, con mucho ritmo y ocasiones en los dos lados del campo. Iriome puso a prueba los reflejos de Pau en la más clara del conjunto de la ciudad amurallada, mientras que cada vez que Sergio Marcos y Míchel se juntaban daba la sensación de que podía suceder algo (aunque luego no).

La hinchada lamentó el silbatazo que obligaba a detener el enfrentamiento, y más lo haría después, viendo que el Real Valladolid que volvió de vestuarios poco o nada tenía que ver con el antes visto. Otra vez los de Luis César Sampedro salieron animosos, pero si en la primera mitad el arreón le duró un par de minutos, en la segunda fue más pronunciado y se sucedieron un par de aproximaciones que terminaron en saque de esquina a favor de los visitantes, el de mayor alivio, un despeje de Álex Pérez que casi acaba en su propia portería.

Sucede que el Pucela ya no se levantó. Juan Villar, que entró por Sergio Marcos antes de que se llegara a la hora de juego, se topó con José Juan nada más salir, pero el cambio no le sentó muy bien a los locales. Peor si cabe les sentó la entrada de Álex López por André Leão, que llevó a Jordán a la base de la jugada y acabó por desconcertar a todo el mundo. El catalán ahí empeoró y el gallego volvió a parecer su primo el del pueblo.

Transcurrieron los minutos y el Lugo amasó el balón, bien es verdad que sin generar demasiado peligro, ya que la zaga volvió a mostrarse bien atenta. Pero, por evidente que suene, no está de más recordar que quien tiene el esférico es quien más cerca está de meterlo en la jaula del otro. Y el equipo de Paco Herrera ya casi no lo tuvo. Si amenazó en alguna ocasión fue porque el fútbol tiene esas cosas y de un chispazo puede aflorar algo. Aunque no fue el caso.

Nada más entrar, no obstante, hubo un contragolpe que pudo haber cambiado el signo del encuentro, pero Mata se precipitó en la toma de decisiones y ni se la dio a Villar ni se acercó un poco más a la portería de José Juan. Definió mal y ahí se acabó todo para el Real Valladolid. Casi desde esa acción, el campo se inclinó hacia la meta de Pau, aunque a los rojiblancos les faltó claridad siquiera para disponer de oportunidades de llevarse los tres puntos.

Incluso después de diez minutos de desesperación de la parroquia local estuvo cerca de suceder el milagro, con una última falta que botó Míchel y que Villar no alcanzó a rematar. De haber sido gol, no habría sido justo: el Lugo no fue capaz de hacerse valer, pero fue un igual durante 45 minutos y mejor (que no superior) en los 45 restantes.

Como el fútbol tiene estas cosas, y en realidad el Real Valladolid lleva tres partidos sin perder, el play-off se mantiene a tres puntos, con los blanquivioletas séptimos. Sucede que cada vez su bipolaridad genera mayor frustración y sensación de que el camino no es el adecuado. Y así es: el de la segunda mitad no es correcto. El de la primera, sin duda alguna sí. Pero de nada vale jugar tan bien una parte y tan de esa otra forma la otra. Tirando de resultadismo: si todavía se ganase más a menudo…

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