El mediocentro ceutí no pudo brillar ante el Levante UD, pero demostró estar más fresco de cabeza y piernas que los jugadores con los que coincidió

Habitualmente, en situaciones de crisis como en la que se encuentra el Real Valladolid, suceden dos cosas: una, que la afición reclama por norma una mayor identificación que suele pasar por pedir cantera; y dos, que esta no aflora porque «esto lo tienen que sacar los profesionales». La controversia que generan las dos cuestiones es amplia y vano es siquiera comentarla, puesto que cada hincha tiene su propia visión y la del entrenador puede (o suele) divergir. Pero lo cierto es que, en ocasiones, uno de esos futbolistas de la casa se gana el ser sometido a debate.
Por ejemplo, Anuar, cuya gran campaña con el filial ha sido comentada en este portal en reiteradas veces. El centrocampista ceutí, recientemente renovado, ha dado un paso al frente, el que durante años se le venía reclamando, y pasaba por una mayor incidencia en el campo del rival. Y, por ello y por su buen momento de forma, así como por la baja de Sergio Marcos, ha sido tenido en cuenta hasta el punto de debutar en liga el pasado fin de semana en el desastre ante el Levante UD.
Entró con el cero a tres en el marcador, con poco que rascar en un sentido resultadista, pero todavía con la posibilidad de ser el madero al que agarrarse. Su entrada la propició el hecho de que André Leão pidiera el cambio, pero fue bien recibida por aquella ‘solicitud’ antes comentada: en situaciones así, lo que la gente quiere es a gente que corra y que pueda identificar «como suya».
Demagogia aparte (no cabe duda que en un deporte de técnica como el fútbol pedir a alguien solo correr tiene ese punto de demagogia), no se puede negar que se le vio fresco entre el bloqueo generalizado frente a los granotas. Jugó a otro ritmo, seguramente no solo porque entraba sin la fatiga de piernas de los otros, sino también porque viene de una dinámica más positiva y mentalmente poseía (posee) menos carga.
Aunque el Real Valladolid Promesas viene de encadenar sus peores resultados de la temporada –suma un punto de los últimos quince–, la sensación que existe en el ambiente es bien distinta a la que vive el primer plantel. Teniendo en cuenta que ha competido por encima de sus teóricas opciones durante gran parte del curso, ni la exigencia ni la crítica son desmedidas. Al contrario: se valora la capacidad y el crecimiento de jugadores como el ceutí o Mayoral, cedido al UCAM Murcia.
Junto a esa menor presión, y por más que esté ejercitándose a menudo con Paco Herrera, cuenta a su favor con la cabeza despejada, debido a las circunstancias de su contexto ‘natural’. Y como su participación contra lo levantinistas fue relativamente buena, dentro del despropósito genera, cabe preguntarse si es su hora. Y podría serlo, aunque esta afirmación, por el condicional, ha de ser explicada.
En primer lugar hay que recordar que si bien hace dos semanas Herrera dijo que el ceutí cada día le «gusta más», suele preferir para la posición de mediocentro a alguien que la suelta más rápidamente como es André Leão. De hecho, si bien sustituyó al portugués en ese último envite de Zorrilla, cuando este estuvo de baja se decantó por adelantar a Alberto Guitián, argumentando que dar entrada al ceutí debería traer aparejado un cambio de dibujo.
Porque lo cierto es que la versión de Anuar que ha conocido es la nueva, la del jugador con mayor jerarquía con su equipo como poseedor que necesita desordenarse para desordenar. Y esto implica que necesite quien le guarde las espaldas, véase Rai en el filial; alguien que establezca un orden o equilibrio defensivo durante su incursión en campo rival. Y además, conduce mucho, quizá en exceso para los gustos del pacense.

Foto: Raquel Gómez
El pequeño guerrero de los tres pulmones no ha abandonado el sacrificio defensivo que le caracterizaba, pero ahora es algo más que eso. Algo más que, por su condición, nunca será Leão. Y ahí está la mayor traba: como es menos rígido y riguroso desde el punto de vista posicional e incluso su posición y (o sobre todo) su rol parecen haber mutado, hoy día parece difícil encajarle, efectivamente, sin cambiar el dibujo.
Las preguntas que cabe plantearse llegados a este punto son si él merece que se altere el plan y si valdría la pena hacerlo. Las respuestas son difíciles si el escenario no se da, pese a lo ventajista que sería hablar con posterioridad. Porque en ese contexto de mayor competitividad apenas se le ha visto en unos pocos minutos en los que la situación invitaba a que fuera visto con buenos ojos. Aunque, viendo su desempeño en el filial, desde luego que podría ser una alternativa bastante válida.
Es él quien debe ganarse la consideración de titular por delante de los cuatro centrocampistas actualmente sanos más Sergio Marcos. Y además Paco Herrera tendría que despojarse del cinturón de seguridad que es siempre apostar antes por los jugadores de la primera plantilla, puesto que, por lo menos inconscientemente, incluso él pensará que «esto lo arreglan los profesionales».
Planteado de otra manera: ¿Merece Anuar que por él se altere el plan? Visto su rendimiento a las órdenes de Rubén Albés sí, sin duda alguna, pero en la primera plantilla todavía se lo deberá de ganar. ¿Valdría la pena hacerlo? Visto el rendimiento actual de aquellos con los que competiría por un puesto es bastante posible, porque se encuentra en un mejor momento.
El pensamiento más conservador dicta que parece demasiado trastorno para dar encaje a un canterano, y más si se tienen en cuenta los matices evidentes entre el juego del Promesas y el del primer equipo –el filial corre más y es más vertical; el primer plantel, más horizontal y plano–. Aquel de pensamiento más atrevido dirá que no es así, que se lo ha ganado y que es/está mejor. Cómo será el fútbol que ambos pueden tener razón. Y Herrera, la sartén por el mango.