El Real Valladolid se encuentra 42 jornadas después en el mismo punto: a dos unidades de la promoción de ascenso y con trece sobre el descenso

Foto: Real Valladolid
Igual que hace un año, el Real Valladolid volvió a ganar en este 2017 por el Día del Padre. Entonces lo hizo por tres goles a cero en el Estadio José Zorrilla ante el Llagostera. Esta vez fue el Alcorcón su víctima, previa remontada gracias al doblete de Villar. Casualmente entonces hubo otro jugador autor de dos goles, Vincenzo Rennella, aunque eso es harina de otro costal.
Aquel triunfo ante los catalanes dejó a los blanquivioletas en la novena plaza, con 44 puntos, a dos unidades del play-off y con trece sobre el descenso. Exactamente a la misma distancia a la que ha permitido colocarse de unas y otras plazas la victoria sobre los alfareros, con una diferencia: esta vez el Pucela es octavo.
Lo que sucedió después de aquella trigésima jornada de la pasada campaña es poco menos que Voldemort, el que no debe ser nombrado; de hecho, Rennella no debería haber sido citado; ni Rodri, ni Mojica, ni otros tantos que hicieron de aquello un desastre de dimensiones casi históricas, por casi cobrarse la categoría del Real Valladolid. Hasta el final de temporada se sumaron solamente siete puntos más, una cifra pírrica que solo valió para eso, para obrar una salvación necesaria, festejada pero avergonzante.
Desde antes del inicio del presente curso se invitó a olvidar aquello. Lejos de haberlo hecho, el entorno ni ha perdonado ni ha olvidado a la gran mayoría de los que se fueron; sí a los poquísimos que permanecen. Aunque ese mismo entorno está expectante, toda vez que si bien mejorar lo pasado no es difícil, de la mente y de las palabras de Paco Herrera brota un claro objetivo: la promoción de ascenso. Para el cual, dicen los resultados y la clasificación, es obligatorio mejorar. Para empezar, venciendo al Nástic de Tarragona el sábado, y a poder ser convenciendo.