El Real Valladolid División de Honor dejó algunas buenas actuaciones y retazos de buen fútbol, pero también sensación de no haber dado todo lo que podría

Veinte años no es nada, decía el bolero. Dirá alguno que ocho puntos tampoco. Pero sí: es un mundo. El que hubo entre el Real Valladolid y su objetivo para la temporada que viene de concluir en División de Honor. ¿Menor que el que hubo la pasada campaña con ese mismo tercer puesto? Es evidente que sí, pues entonces hubo entre quien lo ocupó –el Real Madrid– y los blanquivioletas dieciséis unidades. Aunque, a diferencia de entonces, eran mayores las obligaciones.
Si la mirada estaba puesta tan arriba es porque había equipo para más que una discretísima sexta plaza, no solo por detrás de los cuatro ‘grandes’ de Madrid, sino también de una estructura no profesional como la del Unión Adarve. Y para muestra, partidos como los disputados en Los Anexos ante el Real Madrid o el Atlético, en los que el juego desplegado fue, por momentos, incluso brillante.
Como línea formadora, el resultado será lo de menos si, como parece, a medio plazo se instalan unos cuantos de sus jugadores en el equipo inmediatamente superior, un Promesas que para varios efectivos es el paso natural. Pero no por ello es menos cierto que la ocasión pintaba en bastos para volver a terminar en los puestos de privilegio y optar a entrar en la Copa del Rey.
Porque no eran tan ‘fieros’ Getafe y Rayo como otros cursos. Mientras el Real Madrid, tercero el curso pasado, luchó hasta el final por la liga y alcanzó los 68 puntos, el de este año, el conjunto azulón, terminó con diez menos y a dieciséis del campeón. Y ni él ni el Rayo Vallecano dieron sensación, pese a terminar por encima del Pucela, de ser excesivamente superiores al conjunto de Paco de la Fuente.
Y este es el principal reproche que se le debe hacer al ‘Divi’: había plantilla para ofrecer unas prestaciones mejores. Principalmente fuera de casa, donde se fue casi toda opción de ser algo más que un pobre sexto. Pero también en líneas generales y, sobre todo, en el apartado ofensivo, pues era en el frente de ataque donde había un mayor número de jugadores claramente potenciales.
Analizadas ya las estadísticas que dejó este División de Honor, no cabe ningún género de duda: los futbolistas llamados a ser diferenciales no lo fueron cuanto debían. Así, los quince goles de Miguel son un buen número para un delantero todavía de segundo año, y, desgraciadamente, más de los que hicieron juntos Juan, Mito y Sinisterra (cuatro, cinco y seis, respectivamente).
Mientras que en el plano defensivo no hay mucho que reprochar, puesto que los 33 tantos recibidos fueron el cuarto mejor registro, a pesar de los problemas existentes para reemplazar a Apa y de que, en general, el equipo contaba con pocos defensores ‘naturales’, específicos, no ser capaz de ser más que el sexto en cuanto a goles marcados pesó.
Línea por línea

Atrás Apa, Nieto y Prados se erigieron guarda pretoriana de Chanza, pagando a veces los dos primeros su inexperiencia en la categoría o el menor físico que muchos de sus rivales. Pablo fue normalmente el cuarto elemento, aunque Tena, que arrancó la temporada con ficha del Juvenil B (como Javi, el otro portero) tuvo en algunos momentos cierta continuidad, motivada, principalmente, por el eventual paso de Pablo a su puesto natural de mediocentro.
Precisamente el centro del campo ha sido un quebradero de cabeza tras la grave lesión de Bruno, que estaba siendo uno de los mejores hasta que sufrió tal contratiempo. La campaña de Abel Conejo, que terminó saliendo, no fue buena, quizá en parte motivada por la cierta pérdida de confianza del técnico en él. No en vano, dejando a Bruno a un lado, fue el medio con menos minutos; Pablo, Rivera y Cisneros jugaron más que él.
Cierto es, parte de esos minutos fueron fuera de sitio, bien porque Cisneros pasaba a la mediapunta o porque de los otros dos alguno (o ambos) tenía que cubrir alguna eventualidad atrás, donde si de partida ya eran pocos, Paco de la Fuente perdió pronto a Pablo de la Iglesia para la causa.
Aunque la baja del navarro se sintió y mucho, sobre todo en los primeros partidos, pudo ser uno de los factores que influyeron en el paso adelante de Rivera, que fue ganando en protagonismo y jerarquía con el paso de las jornadas. Quizá, como los demás, no llegó a descollar, pero por lo menos fue el único cuya línea fue ascendente con el transcurso de la temporada.
En esa misma zona del campo, pero también por delante, se podía desempeñar uno de los varios futbolistas casi inéditos. Aunque saltó al campo en veintidós ocasiones, Maxi no llegó a contabilizar cuatrocientos minutos. No obstante, los 396 que sumó fueron más que los de Cirria, Silos u otra baja temprana como la de Fabio. Y he ahí otro problema: de la plantilla real no todos contaban.
Lo positivo de ello es que Pablito y Adrián, ambos del Juvenil B, tuvieron bastante presencia, hasta el punto de que el mediapunta terminó siendo titular y el delantero contabilizando cinco goles y teniendo el mejor ratio anotador. Es llamativo, no obstante, el nulo peso de los jugadores que antes se han citado, con independencia de que Cirria, por ejemplo, se pasara buena parte del curso lesionado.
En relación con el gol, a Miguel no le pesó la responsabilidad y vio puerta en quince ocasiones, pero se le vio demasiado solo, debido a que, como ya se ha comentado, el resto de titulares habituales rindió por debajo de sus posibilidades y, sobre todo, de forma decreciente. Así, si bien pronto asombraron contra el Real Madrid, ni Juan ni Sinisterra ni Mito mantuvieron un nivel alto que hiciera un poco de sombra al tudelano.
Una mirada al futuro

De esta forma, la generación del 98 perdió una oportunidad única para hacer historia volviendo a ocupar posiciones de cabeza en un grupo de tal competitividad como en el que están los madrileños, siempre con varios filiales de clubes profesionales. Sin embargo, no es óbice para pensar sí o sí en que varios alcanzarán el filial, como los tres últimos citados (el tiempo dirá si alguno más como Chanza o Prados).
Su historia es un lo que pudo haber sido y no fue, que difícilmente se repetirá la próxima temporada, a tenor de las apreturas económicas y de lo que se viene. Javi, Apa, Tena, Nieto, Cirria y Miguel son los únicos que no pasan de categoría, junto a los Gattuso, Pablito o Adrián, quienes ya han tenido minutos este año en División de Honor.
Perdida esta bala, no parece la del Juvenil B actual sea más que de fogueo, puesto que si bien está compitiendo a un grado alto en Liga Nacional, no tiene un elevado número de futbolistas llamados potenciales, por lo que sí, una buena ocasión se les ha escapado a Paco de la Fuente y a sus pupilos. Salidas y fichajes al margen, precisamente sobre este se cernirá la primera incógnita. Después de este año, ¿será de nuevo el elegido para dirigir al Juvenil A? El tiempo sacará de dudas.
