Calero, Ángel, Anuar y Toni coincidieron en el equipo titular en Reus, como en León en Copa del Rey. Su objetivo, permanecer en él

En el Municipal de Reus se dio un hecho nada habitual en los últimos años en el Real Valladolid, como fue la coincidencia en el once titular de cuatro jugadores cuyo proceso formativo tuvo, por lo menos en parte, lugar en Los Anexos. Estos cuatro canteranos, Calero, Ángel, Anuar y Toni, tienen, como cualquier otro futbolista, la intención de afianzarse en el equipo de Luis César, y como siguiente test, si el gallego tiene a bien, el duelo ante el Nàstic de Tarragona de este domingo.
Todos ellos habían coincidido anteriormente en Copa del Rey en el Reino de León, en un encuentro en el que, para mayor gloria de las categorías inferiores, también jugó Mayoral unos minutos. Tuvo que pasar algo más de un mes para que este hecho se repitiera en liga, en el feudo catalán, algo destacado positivamente por una afición a la que le gustaría ver cómo se repite su alineación en el José Zorrilla.
Desde luego hay opciones de que la grada los vea el domingo, o al menos eso se deduce de su rendimiento y de la enemista de Sampedro con las revoluciones, una que además no cabe porque el hacer en el último partido no invita a ello. Si bien es verdad que las dudas pueden existir, proviniendo principalmente de la competitividad elevadísima que hay en el grupo, no parece haber más razón que esta para que alguno abandone el once.
Fernando Calero, el último en entrar en el equipo, fue protagonista del primer gol marcado por el Reus, en una acción en la que pudo sufrir una falta y en la que, sin embargo, como él mismo reconoció este miércoles, también erró. Mostrarse blando en dicha acción y debutar fallando, lejos de servir para señalarle, ha de valerle para aclimatarse más rápido a la categoría.
Fue una señal de que en Segunda no será tan superior al rival como en el Promesas el año pasado, aunque precisamente la jerarquía y el saber hacer que venía mostrando en Copa del Rey habrá sido lo que haya llevado en parte a Luis César a darle entrada en el once. Ese crecimiento, no obstante, vendrá solo con más minutos; una segunda oportunidad favorecerá el asiento, y su estilo, además, es el que más favorece al grupo. Pulcro en la salida de balón, capaz de romper líneas en conducción, mejora a Deivid en este sentido y sus características pueden requerirse aún más en casa ante un rival a priori defensivo como el Nástic.
Ángel, por su parte, sigue suscitando debate y continúa bajo el punto de mira en cada jugadas, incluso aunque su presencia ofensiva da la razón a Luis César con su alineación. Aunque se le quiera ver (o se le vea) torpe en distintas acciones, sale no ya indemne, sino triunfante de muchas, como demuestran los tres penaltis que ha provocado, el tanto anotado en la pasada jornada y las numerosas ocasiones que ha generado en los últimos encuentros.
Hace dos semanas, en el último partido en casa, fue silbado al final de un primer periodo dubitativo, pero se creció hasta cuajar un segundo de gran nivel. Precisamente el que muestre dos caras es lo que no gusta a un sector de la hinchada, contrario a su titularidad. Sin embargo, y dado que fue él quien salvó un punto la pasada fecha, no es descabellado pensar tampoco en su continuidad.
Lo mismo sucede con Anuar, titular en ausencia de Luismi y con él en Reus, donde terminó sustituido pero también ser compatible con el andaluz. Volvió a ser más el de antaño que el moderno, más el defensivo que el que se descuelga en conducción, y sin embargo su capacidad pulmonar y todo lo que ha evolucionado en los últimos tiempos le permitió rendir en la línea del equipo.

Frente a Borja, más estático, ofrece una alternativa en la salida no solo incrustándose entre centrales, sino también, si es preciso, atravesando las líneas del rival con el balón pegado al pie, vía poco explorada hasta ahora por el riesgo defensivo que supone, pero que podría darse sobre todo como ‘factor sorpresa’ ante equipos que se junten líneas o se parapeten en un repliegue medio-bajo que intente cortocircuitar la salida o circulación del juego blanquivioleta.
En su versión mejorada-actual es capaz de llegar de área a área; de aproximarse a los dominios del diez, que, aunque no lo lleve a la espalda, bien puede ser considerado su inseparable Toni. El murciano está actuando principalmente como extremo, falso por su querencia interior. Y está siendo el diferente, con una magia sin parangón al menos desde la retirada de Óscar.
Protagonista también ante los medios esta semana, expresó su deseo de mantenerse en el once, y salvo que sus entrenamientos lo contradigan, merece seguir siéndolo. Titular en cuatro de las últimas cinco jornadas, está creciendo en confianza y presencia a cada encuentro que pasa y engancha con una grada que lo tiene en palmitas, sabedora del fútbol que atesora.
Solo la falta de gol evita que se pueda hablar ya de una de las irrupciones del año, y sin embargo quizá ya lo sea. Acallado el debate sobre su futuro, que también vivieron en mayor o menor medida los otros dos integrantes de la generación del 95, asoma como uno de los principales estiletes ofensivos de un Real Valladolid en el que la cantera tiene peso por méritos propios… y por justicia gallega, una que, gentilicio al margen, no siempre se había dado y que concede a Luis César el beneficio de la duda en caso de que alguno de lo cuatro no sigan en el once el domingo. Aunque ellos, y la grada, así lo quieren.