El Juvenil B blanquivioleta se viene destapando como el equipo más fuerte de la cantera en este inicio de curso

Foto: Jesús Domínguez
Los números hablan por sí solos: nueve victorias y un empate en las diez primeras jornadas ligueras, veintiocho goles a favor y solo cinco en contra colocan al Juvenil B del Real Valladolid de pleno derecho al frente de la tabla en la Liga Nacional. El conjunto que dirige Juan Carlos Pereira es, a estas alturas de la competición, el más fuerte de la cantera blanquivioleta, gracias a una gran solidez que, por ejemplo, le permite llevar 493 minutos sin encajar gol.
Hacía años que las categorías inferiores no disfrutaban del liderato del segundo equipo juvenil, que lo ostenta gracias a un nivel competitivo altísimo que la generación del 2000 ya mostró a nivel defensivo varios años atrás, cuando tuvo otra importante racha de partidos sin recibir un solo tanto en la Cadete Regional, y que la del 2001 viene mostrando desde que en aquella misma temporada 2015/16 ganó el campeonato provincial pese a la cesión de varios de sus mejores jugadores a equipos regionales y que le permitió arrasar la pasada campaña en la máxima categoría.
Pero, a mayores, cuenta con dos jugadores que no forman parte de esas generaciones y que ayudan a incrementar el nivel global: el central David Gómez, llegado el pasado verano procedente del CD Arces y que lleva seis goles en diez partidos, y el cadete Adrián Carrión, un centrocampista que pasa por ser uno de lo próximos grandes proyectos de la base.
Los suyos son los nombres propios de un equipo que deslumbra, si no en cuanto a juego (que por momentos también), sí en cuanto a resultados. A ellos se les añade, como mínimo, un tercero, el de Óscar, delantero de segundo año que acumula diez goles (es el pichichi actual de la categoría) y que está demostrando un importante crecimiento durante esta temporada. Aunque hay más que se podrían destacar, como Alvi, que es el desequilibrio, o Prada que es todo lo contrario: el equilibrio y la mesura en el centro del campo.

Foto: Jesús Domínguez
Las claves
Varias son las claves que permiten que este Juvenil B siga invicto. La primera es el bloque, compacto y bastante homogéneo, ya que Juan Carlos Pereira cuenta con un plantel que permite la introducción de variaciones sin que el rendimiento se resienta en exceso. La segunda, relacionada con lo anterior, la competitividad que está demostrando el equipo, que ha sido capaz de sufrir en determinados momentos y, sin embargo, salir vencedor. Asimismo, el cuerpo técnico imprime una intensidad que es pilar en el cual se sostiene el entramado. Y el mismo cuerpo técnico lo es: Pereira, Iván Cabezudo (su segundo) y Daniel Rabadán (su preparador físico) llevan algún tiempo trabajando juntos y obteniendo resultados con esos mismos jugadores a los que entrenan.
En su idea de juego está el buen trato del balón, aunque no la posesión vacía; no renuncian a ser verticales, lo que les permite aprovechar las capacidades de Alvi o de de Torres. Ellos son, por decirlo de algún modo, el verso suelto de un equipo que acumula varios jugadores que permiten ese buen trato de balón en el centro del campo, como son Cerro (que también puede jugar como central), el citado Sergio Prada, Camilo o el cadete Adrián Carrión, estos dos, a menudo interiores o falsos extremos que buscan la suma de jugadores que permite ser superioridades en la posesión.

Con ellos suele mezclarse Óscar, a pesar de ser un ‘nueve’ corpulento y que puede dar otra apariencia. Parece más tosco, más ‘de área’, si bien se está destapando como un pívot al más puro estilo ‘futsalero’ y con unos buenos conceptos para la combinación. Sus movimientos en las inmediaciones del área o dentro de esta, y sobre todo su acierto de cara a puerta, están siendo también cuestiones relevantes, como lo es el balón parado. Los recursos son varios, pero hay uno que siempre funciona, buscar a David Gómez, quien todo lo toca; todo lo remata.
Nadie ha marcado tanto y ha encajado tan poco como el Real Valladolid B. Nadie ha ganado tanto y no perdido nada, salvo él. Nadie ha sido capaz de alcanzar una racha de imbatibilidad como la suya, que habla bien de una defensa seria y que concede poco. Cuando lo ha hecho, en alguna ocasión le ha sonreído la fortuna típica de los equipos que se encuentran en tan buena situación. También, Maxi, el habitual titular, ha estado a la altura en los instantes que se ha necesitado. Aunque antes de todo eso, es la solidez como equipo la que convierte al Juvenil B en líder destacado.