Las recientes renovaciones de canteranos garantizan, al menos sobre el papel, el Real Valladolid del mañana

Después de unos cuantos años de sequía la cantera del Real Valladolid ha dado en los últimos tiempos varios frutos que invitan al optimismo y que la dirección deportiva viene de asegurarse previa renovación hasta, en el peor de los casos, 2020. Confirma el buen trabajo realizado en Los Anexos durante las últimas temporadas, principalmente por los que son los protagonistas del juego: los propios futbolistas.
Una vez han sido renovados Calero, Anuar, Toni y Miguel, después de que Mayoral ampliase su contrato en primavera, el imaginar un futuro con arraigados tintes blanquivioletas se antoja bastante sencillo, siempre que cumplan las expectativas que generan y la entidad tenga la capacidad y el músculo económico de ‘evitar’ sus traspasos. Basta con observar el DNI de los anteriores para darse cuenta que, además, y con independencia de la categoría en la que esté, el Pucela puede contar a tres o cuatro años vista con una columna vertebral de calidad y de casa.
No en vano, nacidos los tres en 1995, Calero, Anuar y Toni tendrán para entonces veinticinco años. David Mayoral tendrá veintitrés al final de su contrato y Miguel hará veintiuno en septiembre de 2020. Por no hablar de algún otro que se le pueda sumar.
Por ejemplo, el lateral derecho Apa, ya con una ligera experiencia en el Real Valladolid Promesas, tendrá veinte. Como en los casos anteriores, deberá confirmar en estas campañas la progresión que viene demostrando desde su desembarco procedente de la CIA de Palencia. Por el momento, las condiciones le acompañan, como también el trabajo, que deberá seguir en su desarrollo para continuar creciendo y, como los otros, ganarse una renovación semejante.
El palentino es el siguiente gran proyecto, integrante de la generación del 2000, una a la que pertenecían Diego Altube o Adrián Ferreras, en el Real Madrid y en el Atlético de Madrid, respectivamente, ambos con pasado en una selección española que no se olvida ni de Aparicio ni de Ferreras: los dos estuvieron presentes en la prelista para el último Mundial sub 17.
Hablando del portero: la hoja de ruta marcada antes de su salida en dirección Valdebebas incluía su estancia en el filial en su último año juvenil, el próximo. Lejos a día de hoy de alcanzar ese registro en la entidad merengue, quién sabe si, jugando a hacer fútbol ficción, su futuro podría pasar por un retorno como el de Calero el verano de 2016. Si sucediera, y diera un salto, quizá sería una manera de subirse a ola buena, una que seguramente ansíen otros que se encuentran ya dentro de la estructura.
Ciertamente, el inicio de los equipos de las categorías inferiores no ha sido el que todo el mundo desearía para el Real Valladolid, comenzando por un Promesas que estaba llamado, decían, a acercarse al primer plantel. Sin embargo, uno de esos conjuntos está sobrepasando cualquier previsión, dado que lidera su categoría contra todo pronóstico. Se trata del Juvenil B de Juan Carlos Pereira, quizá un tanto falto de talento individual, pero con una capacidad altísima para la competición, lo que podría seguir elevando el nivel de algún jugador hasta que alguien se postule al profesionalismo.
A este buen rendimiento no es ajena la coordinación de la cantera, en manos de Alberto Marcos, quien tiene ya en mente asegurar en el corto plazo que varios de sus futbolistas punteros sigan vinculados al Pucela. Entre los juveniles, mayoritariamente en el primer curso de esta etapa formativa, destaca Adrián Carrión, todavía cadete, del 2002, y, siendo sinceros, aún un poco alejado de todos aquellos señalados al inicio. Aunque esta lejanía y la precaución que hay que tener con él no deben obviar su potencial… y que hay que intentar que este continúe desarrollándose en Valladolid.
En la Avenida Mundial 82 habrá un deseo compartido por el aficionado: que la prosperidad inunde los campos, tanto Los Anexos como Zorrilla. A poder ser, y sin discriminar fichajes que incrementen el nivel, con jugadores de la casa. Porque la identificación es más si nace en el jugador. Y nadie puede negar que un once, en Primera o Segunda, con cinco o seis canteranos, es un regalo para los oídos que cualquiera. Uno que el Real Valladolid ya ha abierto y con el que podría jugar y disfrutar en temporadas venideras.