La última vez que el Real Valladolid dejó su portería a cero fue hace dos meses frente al Alcorcón. Desde entonces ha recibido dieciséis goles y solo ha sumado siete puntos

Que al Real Valladolid no le están saliendo las cosas como le gustaría es bastante evidente. No hay más que echar un vistazo a la tabla clasificatoria y a los últimos resultados como para darse cuenta de que los blanquivioletas están inmersos en una mala racha en cuanto a victorias se refiere y que, como siempre pasa, hace poner en duda el estilo de juego y el trabajo que hay detrás. Porque el fútbol es así. Porque la vida es así y el corto plazo impera sobre lo demás y casi siempre solo se valora lo que se ve.
Con la primera vuelta casi cumplida, hemos visto a un Pucela muy diferente en la competición liguera. El primer tramo no se parece en nada a este segundo que se está desarrollando y que tanto está lastrando al equipo. Las nueve primeras jornadas de liga trajeron al marcador blanquivioleta dieciséis puntos y, aunque encajaba más de lo que se podría esperar para un conjunto que quiere estar en la pelea, marcaba muchos más goles.
De la jornada inaugural hasta la novena, el Real Valladolid encajó catorce goles y en dos encuentros (Tenerife y Alcorcón) dejó la puerta a cero. Curiosamente, son los únicos partidos en los que Masip no ha tenido que recoger el balón del fondo de las mallas, por el contrario, hubo en otros dos enfrentamientos en los que tuvo que sacar la pelota cuatro veces, fue ante la Cultural Leonesa y Rayo Vallecano, ambos a domicilio. A mayores, solo ante el Barcelona B el Pucela recibió más de un gol.
Desde esa última portería a cero mencionada anteriormente y ese choque en el que se goleó al Alcorcón el doce de octubre, al Real Valladolid le ha cambiado la cara, por desgracia, para mal. A partir de mediados de octubre los blanquivioletas solo han sumado siete puntos en nueve partidos, han encajado dieciséis goles y el guardameta pucelano ha tenido que recoger el balón del fondo de red en todos y cada uno de los choques una, dos y hasta tres veces.
Lo peor de todo es que han aumentado exponencialmente los encuentros en los que Masip ha recibido más de un gol: ha sucedido en cinco ocasiones frente a Lugo, Reus, Nàstic de Tarragona, Numancia y Albacete. La herida se hace más grande cuando tres de esos cinco encuentros se han disputado en Zorrilla, que debería ser un fortín, para mayor lamento de la afición blanquivioleta.
Por más raro que parezca, la meta defendida por Masip es más franqueable que nunca, pero el guardameta catalán sigue siendo un fijo en las alineaciones de Luis César y uno de los favoritos para la parroquia pucelana. Es más, sus actuaciones han evitado goleadas mayores y apenas ha tenido culpa de ninguno de los goles recibidos. La titularidad de Jordi Masip parece asegurada y nadie duda, pese a los treinta goles encajados y a ser el segundo equipo que más recibe, que él es quien debe defender la portería de aquí a final de temporada si no pasa nada raro. Lo que es evidente es que la tendencia de este Real Valladolid debe cambiar ya, porque lo que sí puede cambiar es el objetivo del equipo y que toque mirar para abajo en vez de para arriba.