Los blanquivioletas logran la victoria por la mínima ante el Sevilla Atlético en un choque marcado por la solidaridad en la lucha contra la leucemia infantil

Segundo partido del ‘nuevo’ Real Valladolid y segunda victoria; nuevamente, ante un filial. A pesar de ocupar el farolillo rojo, el Sevilla Atlético dio la sensación de ser más equipo que el Barça B y, aunque no inquietó en demasía a la zaga blanquivioleta, tampoco vendió baratos los tres puntos.
La tarde fue más especial que cualquier otra en el José Zorrilla, toda vez que el partido supuso el broche de oro de la iniciativa ‘El mejor once de la historia’, con la que el club y la asociación Unoentrecienmil buscaban recaudar fondos en la lucha contra la leucemia infantil.
Los jugadores del Real Valladolid saltaron al terreno de juego acompañados de los niños protagonistas de los spots lanzados durante toda esta semana, que fueron los encargados de ejecutar el saque de honor entre los aplausos de la parroquia blanquivioleta.
En este ambiente de solidaridad, la hinchada se volcó a animar a los suyos, conscientes de la importancia de sumar los tres puntos por segunda jornada consecutiva.
A pesar de haber estado entre algodones toda la semana, Luis César alineó de inicio a Kiko Olivas y Óscar Plano, repitiendo así el once que planteó en el Mini Estadi. Salió el Pucela muy enchufado, dispuesto a no ceder ni la más mínima oportunidad ante un rival que, necesitado, salió con todo su potencial ofensivo.
Así, a pesar del dominio de los blanquivioletas, solo Luismi pudo perforar la meta de Soriano en el minuto 86. Y no fue por falta de oportunidades. Desde los primeros compases, los de Luis César hicieron gala de ese nuevo plantamiento, ya visto en Barcelona, aunque con un punto más de intensidad y de mordiente.
Canalizando el ataque por la banda derecha, en la que Antoñito, Hervías e incluso Anuar superaron a un desbordado Matos, el Pucela pudo abrir la lata cuando apenas se habían disputado cinco minutos pero el disparo de Mata, muy participativo pero sin acierto, se estrelló en la madera.
El Real Valladolid, cómodo ante un rival al que le costó asentarse, pudo ser víctima de un cruel ‘déjà vu’ cuando Moyano se la entregó mal a Kiko Olivas, que no pudo llegar al esférico. El cuero fue a parar a los pies de Carlos Fernández, pero el delantero pecó de inocencia y armó un disparo demasiado blando, fácil para Masip.
Dispuestos a no correr ni un solo riesgo más, los blanquivioletas pausaron el juego y, a través de la posesión del balón, continuaron inquietando a la zaga hispalense, que pasó verdaderos apuros para achicar el agua. La ocasión más clara la tuvo Borja pasado el ecuador del primer acto. El gallego remató un córner botado por Hervías, el disparo se envenenó y Soriano tuvo que salvar de puños antes de que el balón se fuera directo a la escuadra.

Luismi, verdugo de su ‘ex’
Tras el paso por vestuarios, el Sevilla Atlético salió con una marcha más, adelantando la línea de presión y dificultando la salida del balón del Real Valladolid para, de este modo, forzar sus errores. Con todo, el filial hispalense siguió sufriendo, sobre manera en esa banda derecha, en la que Antoñito seguía siendo amo y señor.
Volcados ambos conjuntos en el ataque, los espacios fueron apareciendo, lo que favoreció a un Pucela que dominaba pero no terminaba de materializar sus ocasiones. Hasta tres claras tuvo Mata, que lo intentó de todas las maneras posibles, pero el pichichi de Segunda División no pudo sumar una nueva diana a su cuenta goleadora.
Cerca estuvo de hacerlo Anuar. El canterano robó un balón en el flanco izquierdo y, de manera soberbia, se plantó en la frontal del área. Perseguido por los zagueros rivales, el ceutí armó el disparo pero el balón se marchó rozando la madera.
Cuando más cerca estaba la parroquia blanquivioleta de celebrar el ansiado y perseguido gol de su equipo, Borja San Emeterio metió el susto en el cuerpo a los más de trece mil espectadores al ejecutar de cabeza un córner botado por Curro.
Hasta Masip, que hasta el momento había estado muy tranquilo, tuvo que realizar una doble intervención de mérito. La primera, tras un buen recorte de Marc Gual, que previamente había subido el balón por la izquierda; la segunda, en la prolongación de la jugada, a un buen disparo de Curro desde la otra banda.
Fue Óscar Plano el que dio el aviso más serio, aunque su tanto estaba invalidado por fuera de juego. Tres minutos más tarde, llegó el golpe definitivo. Mata bajó el balón dentro del área, la dejó de cara a Luismi y el ex-sevillista, ajustando el disparo al palo derecho, batió a Soriano.
De este modo, el Real Valladolid sumó la segunda victoria consecutiva y la cuarta en cinco partidos. Lo hizo dejando buenas sensaciones, dominando a un rival que, pese a no sentirse cómodo, no le puso las cosas nada fáciles y confirmando que el nuevo planteamiento de Luis César va por el buen camino. La senda parece marcada, ahora es cuestión de no salir de ella.