Toni Martínez intentará confirmar en el Real Valladolid las buenas sensaciones que dejó en su primer préstamo del West Ham y en su equipo reservas

Miguel Ángel Gómez, director deportivo del Real Valladolid, se guardaba una muesca en el revólver a la hora de afrontar las últimas horas del mercado invernal. Las últimas salidas dejaron el terreno expedito para poder afrontar una última operación, la de un desconocido para el gran público como es Toni Martínez, quien, sin embargo, llega precedido, si no de reputación, sí de unas buenas referencias y de datos prometedores, una característica que le acompaña desde bien joven.
Debutante en Segunda B estando aún en el segundo juvenil, con apenas dieciséis años, no le dio tiempo a hacerse hueco con el Valencia Mestalla, ya que de que el salto fuera definitivo y después de ofrecer en la Youth League un buen rendimiento, el West Ham United lo reclutó pagando una importante cantidad de dinero, superior, según diversas fuentes, a los dos millones de euros. Nada más llegar, en el verano de 2016, hizo la pretemporada con el primer equipo, aunque fue en el segundo en el que se quedó.
Como antes en el filial valencianista, se estrenó con gol, y conforme fueron pasando las semanas se fue viendo a un atacante voraz, que llegó a marcar doce tantos en doce partidos. Esto llevó a los ‘hammers’ a buscarle una cesión en un escalón competitivo superior a la Premier League 2, liga reservada para filiales. Su hueco lo encontró en la League One, tercera categoría del fútbol inglés. Y allí sobresalió.
El Oxford United fue el equipo elegido para el préstamo, e igual que en etapas anteriores, repitió aquello de llegar y besar el santo, además, en un escenario idílico como fue una eliminatoria de dieciseisavos de final de la FA Cup ante el Newcastle de Rafa Benítez. Entró con un uno a cero en el marcador, provocó el córner previo al dos a cero y terminó dando la puntilla con el tercero. En definitiva, y como se diría vulgarmente, cayó de pie.
Ciertamente, en liga vio solo puerta una vez –y dio tres asistencias–, pero en el que probablemente sea el torneo copero más puro del mundo volvió a destacar poco después (aunque con un final no tan feliz). En la misma FA Cup, el Oxford se enfrentó al Middlesbrough de Aitor Karanka. Su equipo comenzó perdiendo, pero se rehizo y Martínez marcó el momentáneo gol del empate. Sin embargo, Stuani evitaría que se convirtiera en heroico. Vio puerta, deshizo esa igualdad y eliminó al conjunto yellow.
Fuerza y potencia al servicio de Luis César
Internacional con España en categorías inferiores, el nuevo jugador blanquivioleta se ha destacado en todo este proceso de aproximación a la élite como un delantero físico, moderno, y por lo tanto, capaz de jugar lejos del área. Gracias a su velocidad y potencia, exprime bien los espacios que se le presentan por delante, y es rocoso a la hora de las disputas, hasta el punto de ser comparado –salvando las distancias, claro está– a jugadores como Fernando Torres (su ídolo) o Diego Costa.
Maneja los desmarques, tanto de apoyo como de ruptura, y el juego de espaldas, visto en Inglaterra, aunque, como su condición aguerrida, por curtir en una categoría como la Segunda División, lejos del contexto competitivo más laxo del que viene, en el que, sin embargo, marcó once goles en la primera mitad de temporada, en la que llegó a debutar con el primer equipo del West Ham en competición oficial (disputó tres partidos de la FA Cup, en los que compartió once con jugadores como Joe Hart, Zabaleta, André Ayew o Chicharito Hernández).

Sus características invitan a pensar que puede jugar solo o con otro delantero –con ‘El Chícharo’ lo hizo en una de esas tres apariciones a las órdenes de David Moyes–, por lo que no choca con Mata ni con Chris Ramos. Diferente a los dos, parece más compatible con el segundo, si bien será con él con quien tenga que luchar por repartirse los minutos que el primero les ‘conceda’.
Sea como fuere, la apuesta de futuro que un día hizo el West Ham tiene que empezar a confirmarse dando un paso más, quemando, a sus veinte años, una nueva etapa. Una que le acercará a la élite y que debe convertir la pugna por esos minutos referidos realmente en eso, elevando una competencia que con Villalibre parecía inexistente.