El técnico del Promesas se mostró, como no podía ser de otra forma, muy contento por haber conseguido la permanencia a falta de una jornada para la conclusión del campeonato

Miguel Rivera llegó al Promesas con la difícil misión de cambiar la cara a un equipo que inició muy mal la temporada. Lo suyo le costó, pero a base de esfuerzo, sacrificio y mucho trabajo, este domingo el Real Valladolid Promesas selló la permanencia matemática en Segunda B gracias al triunfo ante la Gimnástica Segoviana en La Albuera.
Minutos después de que el árbitro pitara el final del partido, Rivera atendió a los medios más feliz que nunca. «Lo de hoy es una victoria heroica. Hay que dar la enhorabuena a los chicos porque han hecho un trabajo sensacional», remarcó, y aprovechó la oportunidad para dar «las gracias» a todo el Real Valladolid. A la vez, confesó que él es entrenador por su «señora» y a ella le hizo la promesa de salvar a este equipo. «Ahí lo tiene», dijo el andaluz henchido de orgullo.
La euforia no hizo que el técnico del filial blanquivioleta se olvidara del rival, una Gimnástica que se jugará el descenso la semana que viene. «Quiero mandarle un fortísimo abrazo a toda la afición local, pero hay un clavo al que agarrarse la última jornada o después en play-out. Estos momentos son difíciles», lamentó.
En el aspecto más deportivo, Rivera explicó el rol de «un tercer central adelantado», puesto que lo hizo para «liberar a algunos compañeros», algo que salió bien «hasta que la fuerza se ha acabado». Sin poner más mérito a unos jugadores que a otros, el míster destacó el trabajo de Carrascal después de mucho tiempo «lesionado», también el de juveniles como Sali o Alvarado. «El día era muy complicado, pero solo puedo estar muy, muy satisfecho de toda la gente porque el trabajo es bestial», remarcó.
La hazaña se hace más grande si cabe cuando el Promesas supo aguantar el 0-1 77 minutos más seis de añadido. «Hemos tenido varias contras, pero no hemos estado muy finos», lamentó. Sin querer poner excusas, Rivera explicó que la juventud implica falta de experiencia en ciertos momentos, aunque lo achacó más al «mérito» de la Segoviana por meterles en su propia área. «Hemos estado ejemplares en todos los casos«, arguyó, sobre todo cuando este equipo está acostumbrado a trabajar en «césped artificial» y este domingo ha jugado en campo de hierba natural. «Al final todo merece la pena», sentenció Rivera. Y que lo diga.