Pablo Hervías, Toni Villa, Óscar Plano y Jaime Mata fueron el faro del Real Valladolid en la campaña del tan ansiado regreso a Primera División
Cuando el colegiado decretó el final del encuentro, el José Zorrilla estalló de júbilo antes de sumirse en la más absoluta oscuridad para recibir a los artífices del ascenso. Fue entonces cuando los aficionados congregados en el coliseo vallisoletano utilizaron sus teléfonos móviles para iluminar la escena, que difícilmente se borrará de la memoria de todo aquel que la vivió en directo.
Como si fuera una metáfora de lo que fue la temporada, esas luces bien pueden representar a los integrantes del Real Valladolid que, comandados por Sergio González, llegaron finalmente a puerto tras luchar contra innumerables tempestades. Entre esos faros que guiaron al equipo en las noches más oscuras y cerradas, destacan Hervías, Toni, Plano y Mata.
Si bien puede parecer injusto destacar a nadie dentro del colectivo, lo cierto es que estos cuatro hombres brillaron con gran intensidad incluso cuando las cosas no salían como debían. Los dos primeros, con una eclosión en el tramo final de la temporada, aunque dejando destellos de calidad durante todo el año. Los otros, especialmente el pichichi, con una luz cegadora desde la primera jornada.
Hervías, explosión en el momento clave

La temporada del riojano ha sido, en líneas generales, de notable alto. Cedido por el Eibar, recaló en el Real Valladolid después de dos temporadas discretas en el Real Oviedo y el Elche, en las que ya dejó destellos de calidad, aunque sin alcanzar su máximo nivel.
Su explosión llegó, no obstante, en el momento clave. Junto a Toni, fue una bocanada de aire fresco en la banda. Lo mismo subía, regateaba y dejaba atrás a un defensa rival que daba una asistencia de gol o bajaba a echar una mano a los laterales y recuperar balones.
Si con Luis César ya se intuía todo lo que podía dar de sí, la llegada de Sergio fue, como en muchos otros casos, crucial para que Pablo Hervías dejara sobre el césped todo su potencial. Su desempeño en el tramo final del curso ha sido prácticamente inmaculado, dejando en el recuerdo jugadas y goles para ver una y otra vez.
Luchador incluso en los momentos más complicados, su trabajo se vio recompensado en el último sprint del campeonato, dándole una confianza que retroalimentaba su calidad.
Nadie en Zorrilla olvidará su golazo de libre directo frente a Osasuna, que solo cinco días después repitió frente al Sporting. Pero el broche de oro fue su tanto ante el Numancia en Los Pajaritos, en el primer balón que tocaba tras saltar al verde, máximo exponente de que, cuando uno cree, todo es posible.
Toni, calidad en constante crecimiento

El del canterano ha sido un curso similar al de Hervías, aunque con distintos matices. El Pucela ejerció en el mercado estival la opción que le permitía recuperar al murciano tras su cesión en la Cultural y Deportiva Leonesa, donde fue una de las piezas claves en la consecución del ascenso la pasada campaña.
Desde el comienzo del curso tuvo que ganarse la confianza de Luis César, quien comenzó por darle minutos como revulsivo para finalmente alinearlo desde el inicio. Todo ello, a base de trabajo y luchando contra la presión de llevar la etiqueta de canterano a la espalda.
Inexplicablemente, y cuando el equipo más necesitaba de su calidad, Toni desapareció primero del once inicial y hasta de las convocatorias. Pese a su inconcebible relevo, continuó dándolo todo en los entrenamientos. Sergio supo ver el potencial de un jugador en constante evolución y aprendizaje y le devolvió a su sitio: el césped.
Así, Toni fue uno de los jugadores destacados con el catalán en el banquillo, desplegando un arsenal de habilidades que confirman que, con él, el futuro está asegurado. No hay nada que se le resista: recupera la pelota, organiza el juego, explota y encara con un desparpajo propio de alguien que lleva más partidos a las espaldas y no se asusta ante ningún reto.
Además, el murciano ha demostrado que también tiene olfato goleador con los dos tantos anotados ante el Albacete y el Zaragoza. Miguel Ángel Gómez supo ver su calidad y, ya en diciembre, firmó la renovación de un hombre que, presente del Pucela, está llamado a dar muchas tardes de gloria a la parroquia blanquivioleta.
Plano, poco ruido y mucho fútbol

El madrileño fue el primer fichaje de esta temporada. Llegó procedente del Alcorcón, en el que durante cuatro temporadas fue el referente del ataque, pese a que sus números goleadores no fueron especialmente llamativos. Aunque arrancó la temporada lesionado, fue poco a poco haciéndose hueco hasta convertirse en indiscutible.
Todo ello, sin hacer mucho ruido y pasando desapercibido. Lejos del césped, eso sí, porque con el balón en las botas brilla sin necesidad de ningún foco. Siempre que ha tenido la oportunidad ha dado el máximo, con una calidad innegable, dotando al Real Valladolid de la mordiente necesaria para conseguir el ascenso.
Su trabajo es, en ocasiones, el más ingrato a la par que indispensable. Corre, lucha con los defensas, roba balones y da asistencias para que sus compañeros fusilen. Con o sin balón, no importa: el fútbol de Óscar Plano ha sido una de las claves de la temporada.
Su asociación con su compañero y amigo, Jaime Mata, ha permitido a los blanquivioletas certificar el tan ansiado regreso a Primera División. Juntos formaron una pareja letal para los rivales, a veces intercambiando los papeles y siendo Plano el que celebraba los goles gracias a las asistencias del pichichi.
Mata, histórico goleador

Poco se puede añadir a la temporada de Jaime Mata. Casi todo lo que se puede apuntar sobre el madrileño se ha dicho ya, pero no por ello debe caer en el olvido su temporada. La pasada campaña, en una posición ajena a la suya, el ariete no pudo demostrar todo su potencial, si bien no dejó de intentarlo en ningún momento.
Luis César lo recolocó sobre el césped y comenzó la fiesta goleadora. De cabeza, de penalti, con la izquierda, con la derecha… Mata ha anotado goles de todos los colores, lo que le ha permitido convertirse en el máximo goleador del Real Valladolid, superando a Javi Guerra.
Pero sus récords no quedan ahí. El madrileño se ha convertido en el máximo anotador de Segunda División desde que esta categoría tiene el actual formato con veintidós equipos y ha superado los tantos anotados por Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Palabras mayores. No obstante, Mata no solo ha destacado por sus 35 goles (la LFP atribuye el tercero frente al Sporting en Zorrilla a Calavera).
Incansable e insaciable, durante todo el curso ha trabajado como uno más, poniendo siempre por delante al colectivo. Incluso cuando no veía puerta, su desempeño era importante, pues abría los espacios y luchaba hasta dejarse el alma.
Ha sido el ídolo absoluto de una afición que, durante la celebración del ascenso, coreó el ‘Mata quédate’ hasta el punto de hacerle estallar en lágrimas. Un llanto que también siente la propia hinchada, que se quedará huérfana cuando el más destacado de sus jinetes abandone la disciplina blanquivioleta.