Ivi López es capaz de moverse por todo el frente del ataque y en sus dos años en la LFP ha probado que una de sus principales características es el gol

No le está resultando fácil al Real Valladolid firmar nuevos jugadores este verano. Y sin embargo, viene de hacerse con los servicios de un futbolista que, por el número de efectivos, por sus características y por sus prestaciones en las últimas temporadas, cumple sobre el papel con los requisitos necesarios para elevar el nivel de su zona de juego y estar a la altura de la exigente Primera División.
Iván López, ‘Ivi’, resulta ser un refuerzo interesante, para empezar, debido a las estrecheces económicas con las que la dirección deportiva está trabajando, pero también por mor de sus condiciones. Y es que la pérdida de protagonismo y de la confianza de Paco López ha provocado su salida de un Levante en el que fue el undécimo futbolista con más minutos de juego y al que, sin embargo, aportó cuatro goles en Liga y uno en Copa.
La cifra puede parecer escasa –así lo trasladó algún aficionado en sus redes sociales cuando se supo de su posible fichaje– si se le valora igual que a un delantero. Pero es que Ivi no es un punta; puede actuar en zonas centrales, pero suele hacerlo por fuera. En todo caso, el primer análisis ha de ser el del contexto en el que compitió: fue el cuarto máximo goleador levantinista y sus cuatro tantos supusieron prácticamente un 10% de los 44 totales, datos quizá desdeñados por la entidad de su club, aunque igualmente buenos.
Si se analizan sus cinco perforaciones totales, se verá en él a un rematador preferiblemente diestro, que hizo un doblete al Deportivo de La Coruña con un disparo desde fuera del área y otro escorado en el extremo izquierdo, que apareció en una segunda oleada de un contragolpe en Copa contra el Espanyol y que tiene incidencia en las acciones a balón parado: ejecutó una pena máxima frente al Depor y en el Bernabéu lo hizo aprovechando su rapidez y pillería, apareciendo en el área pequeña en busca de un saque de banda en posición ofensiva.
Para valorar mejor aún sus características ofensivas cabe remontarse al curso anterior, en el Sevilla Atlético, en el que marcó nada menos que catorce goles. De ellos, nueve fueron en jugadas dinámicas: cinco con la derecha, tres con la izquierda y uno de cabeza. Los restantes, tres penaltis y dos faltas directas. De todos, obviando los libres directos (uno desde la frontal y otro lateral), solo uno fue desde fuera del área, tras robar el esférico en tres cuartos de campo, lo que es indicador de su capacidad para ganar el área.
Esta es una de sus principales virtudes, su capacidad para aparecer en posiciones de remate y de ser profundo en acciones dinámicas, merced a su intuición y a su potencia. De fuerte arrancada cuando la jugada se encuentra en reposo, la activa en un parpadeo con una gambeta que quiere ser explosiva y que dirige hacia afuera incluso hacia su zurda, aparentemente la pierna menos buena, pero que maneja con destreza.
Ese desborde no choca con otro tipo de habilidades, si bien es lo que mejor exprime a la hora de regatear. Fuerte y potente, ataca voraz los espacios, es vertical y se maneja mejor en ruptura y con metros por delante, lo cual puede convertirlo en un recurso importante al contragolpe o en transición, como lo fue en el tramo final de la temporada pasada Óscar Plano. Aunque, si se tiene en cuenta con quién ha compartido ataque estos años, no tiene por qué entrar en conflicto con Plano; al contrario: él y Marc Gual se potenciaron hasta el punto de marcar veintisiete tantos entre los dos y con Morales, más parecido a Plano por ser aún menos referencial y más de toque, tampoco entró en conflicto.
Esto es gracias a su versatilidad, propiciada por ese manejo de las dos piernas. Desde sus inicios en el Getafe –donde se formó y con quien jugó sus primeros nueve encuentros en Primera– se le vio por detrás de un nueve; Colunga el día de su estreno en Primera u otros como Álvaro Vázquez o Baba Diawara en lo sucesivo. Encasillado como delantero por algunos, es más un segundo punta o, sobre todo, vista su posición durante estos años, un extremo, independientemente del lado escogido, aunque su mejor rendimiento ha venido partiendo desde la izquierda. Con querencia interior, sí, pero sin renunciar a la cal de manera obligada.
A esta capacidad para jugar «en cualquiera de las posiciones de ataque» se ha agarrado el Pucela para convertirlo en su primera cara nueva del plantel de Sergio González, promocionados al margen. Más aún, y sobre todo, lo habrá hecho a las características relatadas, pues le pueden permitir ser protagonista en un planteamiento que no debería sorprender que pasara por serlo menos que en Segunda, debido al evidente incremento de capacidad de los rivales. Principalmente si Sergio introduce el matiz, no es descabellado pensar que su rendimiento se vuelva a aproximar al mostrado en el Sevilla Atlético.