La firma de Caro por el Real Valladolid, acompañada de su cesión al Albacete, confirma que Miguel Ángel Gómez desea trabajar no solo en el corto plazo

Tanto en varias entrevistas recientes como en alguna que otra comparecencia pasada ante los medios de comunicación, el director deportivo, Miguel Ángel Gómez, explicó que por su cabeza pasaba el intentar capitalizar cuanto fuera posible al Real Valladolid, ya fuera por medio de las incorporaciones directas para el primer equipo como de talentos que pudieran bien incorporarse al filial o bien salir cedidos a la Segunda División para continuar con su desarrollo. En estos últimos se encuentra el fichaje de José Antonio Caro, cedido al Albacete Balompié hasta junio de 2019.
Sin abandonar del todo la primera idea, la de hacerse con futbolistas en propiedad, hasta el momento las altas en el equipo de Sergio González, Ivi y Keko, van en otra dirección, en la de los préstamos. A pesar de las apreturas económicas y de lo inflaccionado del mercado, Gómez no ha aparcado del todo esa intención de no ser solamente cortoplacista, vista también en la promoción o renovación de jugadores potenciales en la estructura profesional y próxima (Promesas y División de Honor).
El hecho de que Caro haya cumplido veinticuatro años y estuviera en un filial de una entidad tan potente como el Sevilla, así como el descenso de ese filial a Segunda B, ha favorecido una operación semejante a la que ha llevado al Eibar a José Antonio Martínez al Eibar o a Rodrigo Tarín al Leganés, ambos procedentes del Barça B. Se trata de intuir el potencial y de aprovechar una oportunidad de mercado anticipándose a un desarrollo que en el futuro pueda elevar el nivel del futbolista al del contexto competitivo inmediato; esto es, la Primera División.
En una línea parecida se ha movido también el Getafe firmando al mediocentro Ayoub, que ascendió a Segunda con el Rayo Majadahonda, el Huesca firmando y dejando prestado en el Lugo a Dani Escriche o, en las últimas temporadas, el propio Eibar, sin ir más lejos, con Pablo Hervías, o con otros como Pere Milla, Calavera o Elgezabal. Incluso, volviendo al Pucela, Moi y Domínguez se pueden incluir en esta lista: fueron dos fichajes con un margen de error, digamos, amplio y con bastante más por ganar que por perder. De no haber descollado, sus contratos habrían vencido el treinta de junio sin mayor riesgo económico para la entidad.
Los 46 partidos en la Liga 1|2|3 de José Antonio Caro, y las condiciones mostradas a pesar de dos años sufridos, han promovido un movimiento en esta dirección, de futuro, mediante el cual el Real Valladolid se ha hecho –seguramente a un precio bajo– con un guardameta ágil, seguro y de buenos reflejos. Aunque no entra exactamente en el prototipo de guardameta moderno, más espectacular y con un manejo excelso con el balón en los pies, en esta faceta no se le han visto errores groseros; al contrario, ha destacado por su sobriedad.
Después de dos temporadas siendo titular, la primera en Segunda B, en la que se convirtió en héroe del ascenso tras detener un penalti y marcar el decisivo ante el Lleida, la pujanza de un Juan Soriano más joven y por quien el Sevilla está apostando de manera más decidida le dejaba sin hueco. También por ese descenso y por su edad, no elevada, pero sí un tanto desaconsejable para un filial en Segunda B, estaba llamado a salir de Nervión. Y la oportunidad de mercado pareció clara para un Miguel Ángel Gómez que conoce perfectamente qué prestaciones puede ofrecer de su anterior etapa profesional. Para tener el puesto asegurado el año próximo, qué duda cabe, estas deben ser altas en el presente.