El nuevo jugador del Real Valladolid ha marcado en tres temporadas diecisiete goles en Segunda, la gran mayoría desde fuera del área o incorporándose desde segunda línea

El reciente Mundial de Rusia confirmó como tendencia del fútbol actual la importancia de las acciones a balón parado a la hora de marcar gol con un 43% de los realizados (73 de 169) en jugadas de este tipo. Dando por sentadas las particularidades de un torneo de este tipo, que extreman precauciones y radicalizan posturas, sirvió para observar cómo la querencia actual coloca el foco sobre otros rasgos distintos al cuidado de la posesión o bien a la aplicación del pressing a campo abierto, rasgos que convirtieron en campeones e históricos al FC Barcelona de Guardiola o a la selección española.
La mayor preponderancia la tiene ahora el riesgo cero, en edificar un sistema sólido sin demasiadas fisuras y en el intento de aprovechamiento de cada mínima oportunidad para dañar al rival. No es nada nuevo, si se tiene en cuenta, por ejemplo, el éxito del Atlético de Madrid a la hora de convertirse en la ‘tercera vía’ en la liga española. O, en clave blanquivioleta, que, entre otros, el Real Valladolid construyó su reciente ascenso sobre esos conceptos.
Así, en las ocho jornadas en las que Sergio González estuvo al cargo, el equipo fue sólido y solidario, aunque comenzó a generar la autoconfianza y las buenas sensaciones a través del balón. En el play-off, elevó la apuesta por el mínimo riesgo y se configuró como un bloque medio junto tras pérdida y voraz y vertical con balón, características, estas, edulcoradas con el enorme acierto en golpeos francos de Pablo Hervías y que, por razones presupuestarias y por la entidad de los rivales, se prevé que continúen siendo vademécum en Primera.
Cualquier tipo de duda queda resuelta con el fichaje de Keko, rapidísimo y –en su mejor versión– peligroso con metros por delante, con el de Ivi López, capaz de atacar espacios y ganar área con decisión e intuición, y con el de Rubén Alcaraz, uno de los mejores centrocampistas de la Segunda División la pasada temporada y capaz de sumar en apartados señalados ya como potencialmente importantes para el nuevo Pucela.
Alcaraz en el doble pivote de Sergio
Una de las estadísticas que permiten situar a Alcaraz a la altura de los mejores es que fue el mayor recuperador de la categoría, con 355 recuperaciones, superando a especialistas como al zaragocista Eguaras (322) o como al sportinguista Álex Bergantiños (307). Dado que actuó en 3.547 minutos, la media es aproximadamente de una cada diez, ratio que no es tampoco nada desdeñable, menos todavía si se tiene en cuenta que no era exactamente el encargado de esa función.
En apariencia, el mayor despliegue físico era el de su acompañante, a la sazón, lo que podrían ser Borja o Luismi, ya que es más un volante mixto que un ‘stopper’ cabecero al uso. Aunque esforzado en esas labores, es un mediocentro de continuidad y llegada, como prueba su cifra de goles creciente en las últimas temporadas: dos con el Girona en su estreno en Segunda, seis en su segunda campaña a las órdenes de Pablo Machín y nueve en la última, en la UD Almería, en la que fue el tercer centrocampista más goleador, tras Melero y Aleñá.
Si bien no se trata exactamente de un centrocampista creativo como puede ser Míchel Herrero, puede formar parte o incluso liderar el contexto asociativo y establecer, por ejemplo, una primera línea de pase tras robo. El modo en que más capacidad tiene para brillar, sin embargo, es como parte de una segunda oleada, como finalizador, o incluso incorporándose llegando desde atrás al contragolpe, como se ha podido ver de él estos años. Así fueron sus primeros goles en Segunda: un disparo exterior precedido por un robo propio y un remate tras aparecer veloz pisando área en una contra.
Así, cabe esperar de él su lectura táctica correcta y un trabajo defensivo que hasta el momento no ha acarreado demasiadas tarjetas si se tiene en cuenta su número de recuperaciones: en la UD Almería vio nueve, su máximo en la LFP, si bien anteriormente, en Segunda B, llegó a superar la decena e incluso a ser expulsado en alguna ocasión, algo que no sucedió en los Juegos del Mediterráneo.
Amargó el debut de Oblak en el Calderón
Rubén Alcaraz puede presumir de ser el primer jugador que marcó gol a Jan Oblak en España. Lo hizo en su estreno en el finado Vicente Calderón, en Copa del Rey, con un doblete con la camiseta del L’Hospitalet. En el primer gol, desde lejos, contó con la ‘ayuda’ de Saúl Ñíguez, en quien tocó la bola tras salir despedida de su bota. El segundo fue inapelable: puede que quien hoy pasa por ser el mejor portero del mundo pudiera hacer un poquito más, pero su disparo fue potentísimo, con efecto y tan ajustado arriba que golpeó en el larguero.

Aquella excepcional carta de presentación le permitió dar el salto al Girona, donde continuaría destapando esa faceta goleadora que había mostrado un peldaño por debajo. En su primera temporada en Montilivi sus dos tantos fueron de la manera ya narrada. En la segunda marcó seis y comenzó a enseñar su magnífico golpeo a pelota parada con una falta que alojó en la escuadra ante el Tenerife. Fue con la derecha, su pierna hábil, aunque en un perfil zurdo, desde el cual no duda chutar. Las otras cinco celebraciones llegaron después de cazar un rechazo procedente de un córner, en una volea limpia desde la frontal, con un disparo exterior desde treinta metros que, ajustado, golpeó en el palo y, en dos ocasiones, llegando en un contragolpe en una segunda oleada. El ascenso lo disfrutó en el campo, pero no así de la Primera División.
Se marchó cedido al Almería, donde demostró jerarquía y a posteriori se acabaría convirtiendo en el jugador de campo con más minutos –solo se vio superado por el portero René– y en el ‘pichichi’, con nueve goles, otra vez, de todos los colores.
Ante el Zaragoza apareció en un pico de área para definir abajo ajustado al palo derecho del portero y selló su doblete con un gol desde el centro del campo. Frente al Granada envió a la escuadra una falta desde más de veinticinco metros. Ante el Lugo hizo lo propio con otra pelota parada en un perfil centrado casi zurdo. Al Lorca le volvió a marcar de falta a la escuadra natural desde veintidós metros. Hizo otro doblete contra el Sevilla Atlético, con un remate desde dentro del área y ejecutando una cesión. Y a la Cultural y el Sporting les marcó de penalti.
En total, nueve de sus diecisiete goles en la Liga de Fútbol Profesional han sido desde fuera del área, siete de ellas a balón parado, y varios tantos han llegado en contraataques, lo que, unido a todo lo anterior, lo convierte en un excepcional recuperador y en una importante amenaza exterior que puede ser el factor sorpresa del ataque del Real Valladolid, que esta temporada más que la pasada se prevé vertical y contragolpeador, además de intentar aprovechar al máximo las acciones a pelota parada con el propio Alcaraz, Ivi, Míchel o Plano. Por lanzadores desde luego que no será.