El Divi peleó hasta el final, pero la mayor mordiente merengue se impuso en Los Anexos

El Real Valladolid de División de Honor cosechó su primera derrota de la temporada al caer como local ante un Real Madrid que no fue excesivamente superior. Si lo fue, fue por poco, o durante no mucho, nunca en exceso y mereciendo la renta que adquirió a última hora.
Sin llegar a ser tampoco dominador durante un grande lapso de tiempo, el Divi compitió y tuvo sus opciones, pero el mayor acierto merengue resultó clave. Cierto es, el esférico fue suyo durante más tiempo, sobre todo en el primer periodo, pero jamás llevaron demasiado peligro a la puerta de David.
El plan de los blanquivioletas pasaba por impedir que el balón circulara cómodo entre rivales, tal y como sucedió. La presión alta y acertada ejercida sobre la salida llevó a Altube a realizar un buen número de envíos en largo, si no hacia Pedro, nueve de muchos centímetros, por lo menos hacia una segunda altura en la que tampoco había fluidez gracias al trabajo defensivo de los de Baraja.
De igual modo, ni el Real Madrid permitía demasiadas florituras a los centrocampistas locales ni el Pucela logró dar con la tecla para conectar con sus atacantes, líquidos, móviles, capaces de aparecer en zonas intermedias con solvencia. Esta falta de fluidez contrastó con lo mucho que corrieron Dali y Víctor, principalmente sin balón. Con él, parecía como si faltara una pieza en el engranaje, alguien que quisiera más el cuero en el centro del campo.
Ante tal batalla, dos extremos trataban de convertirse en el ariete que pusiera las cosas de cara para su equipo. De primeras, Rafa fue más peligroso por la izquierda, con sendas acciones velocísimas en las que apuró línea de fondo y puso un pase de la muerte ante el cual no apareció nadie. Por su parte, Rodrigo demostraba en la derecha ser técnico, pero se decoraba demasiado. La primera oportunidad para su equipo provino de las botas de Miguel Baeza, que controló un balón en el carril del diez y golpeó flojo y desviado abajo.
Tras la breve interrupción para la rehidratación, en un saque de esquina, Chust apareció solo al segundo palo para rematar a la red de un testarazo potente. El cero a uno sentó en las filas locales como si en lugar de beber el agua se lo hubieran echado por encima, helada, porque así se quedaron los de Baraja, heridos y a merced del Real Madrid en los minutos restantes, aunque sin acabar de conceder ocasiones muy claras. La que tuvo Pedro se le quedó larga y no atinó a disparar.
Si se atenazaron después de ese gol inesperado en una acción aislada, los blanquivioletas se soltaron tras el descanso. Con mayor valentía, el resuello recobrado permitió volver a elevar la presión y provocar una pérdida en salida de balón desde Altube que a punto estuvo de permitir que llegara el empate. Víctor y Dali corrieron como alma que lleva el demonio y el canario disparó fuerte, pero el exblanquivioleta despejó a córner.
En él, no obstante, llegaría el empate a uno, obra de David Gómez, que con otro testarazo devolvía las tablas al marcador. Si quedaban dudas, el Divi se lo terminó de creer y se fue arriba, y encontró sus mejores momentos de juego ofensivo consiguiendo al fin conectar a sus cuatro jugadores de ataque, que mostraron sinergias interesantes. De esas combinaciones y de esa creatividad llegó otra ocasión para Víctor, aunque Chust llegó al corte providencial cuando el atacante se disponía a ejecutar a su portero a bocajarro.
Ese volumen de juego creciente se vio de repente interrumpido con otro gol, que sentó distinto, pero obligó a tomar riesgos. Una acción combinativa rápida que transcurrió en tres cuartos terminó con un remate dentro del área de Miguel Gutiérrez y con un rechazo de David, que quedó franco para que Pedro marcara el uno a dos con una buena definición entre los varios defensores que trataban de interrumpirlo.
Baraja trató de ganar presencia en el área con Óscar, nueve más puro que los atacantes que tenía en el campo, e introdujo a Alvi a ver si con su hiperactividad la amenaza crecía. Y bien fuera por ellos o simplemente porque el equipo no quería dejar de sumar, el Pucela lo intentó hasta poner al Madrid en aprietos. Así, a Baba se le quedó un balón entre las piernas en una jugada en la media luna, la misma zona en que Óscar sí logró armar la suya para disparar tras desasirse de la marcha. Otra vez Altube resultó crucial y salvador.
El conjunto madridista para entonces había porfiado la sentencia a un contragolpe, a poder ser por el lado de Rodrigo, porque había hecho sufrir más a Póveda y a Álex Pérez que Álvaro Martín e Iván a Jairo. Y el atacante paulista, que había canalizado buena parte del peligro de su equipo, y antes había marrado una ocasión precisamente ante Jairo, acabaría por firmar el uno a tres aprovechando ese ímpetu, que llevó al Divi a estar un tanto descolocado cuando la acción inicia en un saque de banda en el otro costado.
El juego murió ahí, o casi, ya que Alvi intentó con una chilena acortar distancias otra vez. Aunque hubiera entrado, seguramente no habría habido tiempo para más, ya que poco después el colegiado silbó y señaló el final, dando carpetazo así a una victoria del Real Madrid que rompe con la racha de dos años sin vencer en Los Anexos y dejando al Real Valladolid con una sensación agria, dado que no mereció perder, o desde luego nunca por dos goles.
Real Valladolid: David; Jairo, Morante, David Gómez, Póveda (Álex Pérez, min. 86); Luismi, Baba; Álvarez (Alvi, min. 69), Dali, Rafa (Adrián Carrión, min. 76); y Víctor (Óscar, min. 70).
Real Madrid: Altube; Zekri, R. Pulido, Chust, Miguel Gutiérrez (Dani, min. 86); A. Blanco, Moha; Rodrigo, Miguel Baeza (C. Algarra, min. 80), Álvaro Martín (Iván, min. 60); y Pedro (Mario Gila, min. 88).
Goles: 0-1, min. 34: Chust. 1-1, min. 54: David Gómez. 1-2, min. 68: Pedro. 1-3, min. 91: Rodrigo.
Árbitro: David Rivera García, asistido en las bandas por Alberto Martín Diéguez y Raúl Merino Gaspar. Amonestó al local David Gómez y a los visitantes Pedro e Iván.
Incidencias: Segunda jornada del Grupo V de División de Honor, disputada en Los Anexos en una tarde calurosa y con la presencia de unas quinientas personas.