El Real Valladolid cerró la primera vuelta de la División de Honor con un nuevo triunfo sobre un Canillas amenazante solo cuando se lesionó Adrián Carrión

El Real Valladolid concluyó la primera vuelta de la División de Honor con un nuevo triunfo que amplió a siete los partidos seguidos sin perder. La trayectoria sin mácula del conjunto de Javier Baraja permite que los treinta puntos alcanzados sean la cifra más alta desde 2012.
Esta nueva victoria llegó ante un flojo Canillas, que desde los primeros compases fue muy inferior a los blanquivioletas. Aunque intentó igualar la intensidad de los locales, la superioridad técnica y táctica del Divi permitió ver unas cuantas ocasiones durante el primer cuarto de hora, casi arrollador.
El matiz lo puso solo el hecho de que el marcador apenas varió. Rafa puso el uno a cero a los cinco minutos, pero para entonces ya había dispuesto de un disparo al palo y Álvarez ya había llevado peligro en varias oportunidades por su costado, preludio de lo que estaba por venir.
Muy activo en la primera mitad, Álvarez volvió loco a Sebas, su par, de quien se marchó siempre que lo encaró. Aunque incluso por encima de su hiperactividad estuvieron los verdaderos dominadores del juego durante el primer tiempo, Baba y Adrián Carrión, que ofrecieron una exhibición tan imponente que desarboló al Canillas.
El ‘Cruyff de Los Anexos’ fue el encargado de robar el balón en campo rival para salir veloz al ataque en la acción que Rafa convirtió en ese primer gol. Partiendo desde la mediapunta, aunque indetectable por su movilidad, el mejor fútbol ofensivo pasó por sus botas. Así, supo aparecer a la espalda de los medios rivales y se asoció allí donde hacía falta, casi siempre al primer toque y muchas veces con toques sutiles y bellos, como algún que otro taconazo.
Si él fue la delicadeza, el mediocentro ghanés fue la pasión y la exuberancia, aunque nunca la tosquedad. Cuando el vendaval ofensivo de los quince minutos iniciales comenzó a difuminarse, apareció él para dominarlos a todos. Siempre bien acompañado de su fiel escudero Cerro, manejó el balón a su antojo e interactuó con Carrión creando importantes sinergias. Así, en el ecuador del primer tiempo disparó al palo y de una bonita jugada entre los dos en el sector derecho llegó el dos a cero, en una acción en la que Baba se adentró en el área y sirvió el balón, que sin querer Carlos empujó al fondo de su portería.
Con todo, la ventaja de dos goles que reflejó el marcador al descanso se antojaba escasa para todas las oportunidades que creó el Real Valladolid: hasta tres de Rafa al margen del gol, las dos claras que generó Baba, dos de Víctor, una de Álvarez más todo el fútbol canalizado por Baba y Carrión.
El CD Canillas, que solo inquietó con un disparo lejano desviado de Gologan, había pecado de bisoño. Quiso plantear un duelo de presión alta, intensidad y manejo del cuero a uno de los mejores equipos de la categoría y le salió mal. Y, antes de encajar una goleada, su entrenador, Carlos Legazpi, ordenó plegar velas y dio un paso atrás poco aventurado cuando en hizo tres cambios en el entretiempo.
Y de los 45 minutos de fútbol brillante y ofensivo se pasó a otros 45 de compasión, en los que el División de Honor contemporizó. Ante el cerrojo madrileño, tocó y tocó el balón en posiciones poco peligrosas intentando no cometer errores que pudieran costar un susto. Y como los visitantes no salían casi de su campo y las permutas fueron diplomáticas y poco incidentes e incisivas, el segundo periodo cayó irremediablemente en lo anodino.
Hasta que Adrián Carrión se lesionó. En el minuto 78, situado ya como centrocampista, donde mimó el cuero pero fue menos dañino, saltó a por un balón aéreo y, al caer, se le subió un gemelo provocando que tuviera que abandonar el terreno de juego y dejar a los blanquivioletas con diez y con solo Luismi como mediocentro puro sobre el campo.
Entonces y solamente entonces, el Canillas se lo creyó y se fue arriba con un juego vertical, directo, con envíos frontales o diagonales hacia las bandas. Aunque el buen hacer defensivo impidió que llegaran las ocasiones sobre la puerta de Maxi, el cancerbero evitó que Chaves –central que acabó en la posición de nueve– hizo un paradón en el noventa y pico que sirvió como sentencia, pues quién sabe qué podría haber pasado de haber entrado o el testarazo o el rechazo, que también despejó.
Sirvieron esos minutos finales para ver otro Pucela, situado en bloque bajo no siendo jamás lo habitual, amenazado y obligado a defender una renta que no se vio alterada, lo que permitió ver cómo por cuarta jornada consecutiva la portería acabó a cero. Asimismo, el triunfo permite alcanzar los treinta puntos al término de la primera vuelta, mejor registro desde 2012, en cuarta posición y a cuatro puntos de la tercera, que ostenta el Rayo Vallecano.
Real Valladolid: Maxi; Jairo, David Gómez, Saeed (Morante, min. 63), Póveda; Cerro (Luismi, min. 68), Baba (Alvi, min. 56); Álvarez, Adrián Carrión, Rafa; y Víctor (Dali, min. 71).
CD Canillas: Bosco; Carlos (Anderson, min. 46), Chaves, Valle (Fran, min. 46), Sebas (Álvaro Martín, min. 46); Álvaro, Fernando; Gologan (Cerezo, min. 75), Héctor, Sergio; y Kevin.
Goles: 1-0, min. 5: Rafa. 2-0, min. 35: Carlos (p. p.).
Árbitro: Francisco Rivera García, asistido en las bandas por Alberto del Campo Carranza y por Rubén San José Ceinos. Amonestó a los visitantes Chaves, Fran y Anderson.
Incidencias: Decimoquinta jornada del Grupo V de la División de Honor juvenil. Partido disputado en Los Anexos bajo una densa niebla y ante unos cien espectadores.