Un gol de Carla otra vez en el descuento y a balón parado resuelve justamente el choque, que coloca a las naranjas segundas en solitario

Para muchos este domingo pasará a la historia porque la mitad del país argentino dormirá en el clímax y la otra, más bien, no pegará ojo porque habrá perdido el que presume ser el partido del siglo –otro más–. Para otros, la historia se escribe jornada a jornada, cada fin de semana y, en el caso del Parquesol, victoria a victoria, una detrás de otra, hasta nueve consecutivas, que le convierte en el único equipo (junto al Tacón) que ha llegado a esa cifra en toda la Segunda División. Y de qué manera.
¿Otro triunfo? Sí. ¿En el minuto 85? Peor aún, en el noventa. ¿No habrá sido a balón parado? Pues mira tú por donde, también. Ha pasado a ser costumbre en la vida naranja sumar de tres en tres, confiar en que ahora los córners son fieles amigos y ajustarse el marcapasos cuando el encuentro se acerca peligrosamente al último minuto sin decidirse.
«Es la hora Parquesol» se llegó a oír en el minuto ochenta en una grada malacostumbrada, con razón, porque en tres de los últimos cuatro partidos su equipo se ha abrazado a la épica.
Porque a medida que avanzan las jornadas uno en realidad siempre piensa que una vez más ya sería demasiado, que alguna vez tendrá que llegar el día en que no se gane. Al fin y al cabo, un empate tampoco es malo. Pero este domingo tampoco fue ni mereció serlo.
Por ambición, al menos, no. Las de Rubén Jiménez acabaron volcadas, que no desesperadas –a las pruebas me remito–, después de neutralizar a un Rayo Vallecano B insípido en la segunda mitad, que amenazó a Lucía con suma timidez, pero que permanecía dentro de un partido que su rival se llevaba a su terreno sin traducirlo en el marcador hasta el tiempo de descuento.
Bien es cierto que hasta entonces el resultado era mentiroso porque hacía ya tiempo que las vallecanas estaban con el agua al cuello. Y culpa de eso tuvo Barbi que recuperó su mejor versión, con su control exquisito de balón, con la lucha requerida cuando no lo tenía en su poder y con la madurez propia de muy pocas jugadoras en esta categoría, que aparentan gozar del don de la bilocación. Ella puso la cordura y sus compañeras, las ocasiones, que se marchaban al limbo una detrás de otra.
La más clara, la de Nata, que pareció haber regresado a aquella etapa en la que Porto vestía la zamarra naranja, y quiso entregarle el balón a las manos cuando tenía toda la portería para marcar el segundo. Eso sí, la otra parte no mostró compasión alguna por su ex equipo, pues evitó también que Charle y Yarima vieran puerta y confirmó que el balón no entraba ni queriendo ni sin querer. Y es que parece que el Parquesol solo vive feliz al límite.
Ali rompió con su sequía

Parece mentira, eso sí, el desenlace de un encuentro que empezó de la manera que empezó: con un gol del Parquesol en el minuto quince –milagro–, de Ali Carranza, que rompía así su racha de cuatro partidos sin marcar. No sin darle las gracias a Yarima que reabrió su catálogo de filigranas por el capítulo de los caños dentro del área, con asistencia incluida para la ariete que no falló en el primer palo.
Sin embargo, la situación era tan desconocida para el conjunto de Rubén Jiménez, que se vio algo aturdido y permitió que el Rayo B se metiera en el partido. La vaselina de Ali que se perdió por poco fue el último signo de vida ofensiva local en la primera parte. Después, Noe le paró el corazón a más de uno regalando una ocasión a Alicia, la ariete vallecana, aunque sería la otra central, Rivas, la que involuntariamente concedió el empate a uno. Ella no quería, pero se metió en propia.
Hasta el descanso, el Rayo mandó. Erró al no aprovechar el viento a favor más en un campo como el Saso y ante un equipo como el Parquesol, al que si le das la mano te coge hasta el hombro. Y tanto, pues ahí estaba Carla –quince años, qué barbaridad– para definir con eficacia en el noventa una prolongación exquisita de Alicia Rey en el primer palo y dejar claro que si alguien quiere encontrarle los límites a este equipo va a tener que rematarlo varias veces.
El próximo en intentarlo será el Atlético de Madrid B, que ya se sitúa tres puntos por debajo de las vallisoletanas, que son segundas en solitario. Un empate les valdría para comerse las uvas en esa posición y pedirle a 2019 más victorias, a poder ser con menos sufrimiento. Van diez –nueve consecutivas– y ya son ocho puntos de ventaja sobre el Dinamo, principal perseguidor por la última plaza de Primera B. Quien quiera que se frote los ojos, que no sería descabellado después de otro máster de agonía en el Saso. Los deberes están hechos. Y ahora, al Bernabéu.
CD Parquesol: Lucía; Carla, Noe (Paulita, min.68), Rivas, Iria; Barbi, Nata, Yarima (Judy, min.89), Sandra, Charle (Alicia Rey, min.74) y Ali.
Rayo Vallecano B: Porto; Úbeda, Marta, Teruel, Esther; Ana, Patri, Paula (Lorena, min.62), Arancha (Gema, min.70), Julia y Alicia.
Goles: 1-0, min. 15: Ali. 1-1, min. 34: Rivas (p.p). 2-1, min. 90: Carla.
Árbitro: El colegiado Ismael Alba Gallego amonestó a Ali, del Parquesol, y a Arancha, del Rayo B.
Incidencias: Partido correspondiente a la Jornada 12 del Grupo V de la Segunda División Femenina, celebrado en el José Luis Saso ante alrededor de 200 personas.