El Real Valladolid B venció por la mínima a un Guijuelo mermado y que apenas inquietó la puerta de Samu Pérez, gracias, en parte, al buen nivel defensivo

Después de la tempestad llega la calma, dice el refrán, y el Real Valladolid Promesas la viene encontrando en las últimas semanas. Con ella se irá al parón navideño, y con tres puntos más después de doblegar a un mermado CD Guijuelo, que no inquietó en demasía a los blanquivioletas, en buena medida, gracias al buen nivel ofrecido en labores defensivas.
Y es que esta viene siendo la clave del conjunto de Miguel Rivera en las últimas semanas. Tras encajar una goleada en Ponferrada, ha comenzado a crecer a partir de ser un equipo compacto y que no concede en demasía al rival. Prueba de ello es que el solitario tanto de Pallarés es el primero encajado después de dos porterías a cero, pero también las pocas ocasiones recibidas una vez más.
En estas, durante el primer tiempo se vio a dos equipos cautos, sin excesos en ataque. El Real Valladolid Promesas no los corría en la salida de balón, tratando así de evitar sustos, y buscaba generar peligro por las alas, sobre todo por medio de un Waldo muy enchufado. Con cinco en el fondo, algo semejante hacía el Guijuelo; no se concedía demasiadas alegrías con los dos presuntos carrileros.
El uno a cero llegó en la primera acción de peligro del encuentro, una que no parecía ir a ser tal, aunque con Waldo todo es posible. El extremeño arrancó a ochenta metros de la portería rival, en su lado izquierdo, y echó a correr como alma que lleva el diablo. Al llegar prácticamente en la línea de fondo, centró con su pie inhábil, el zurdo, al corazón del área. Pedrosa había ido al primer palo, pero allí a donde fue el esférico llegó Kuki Zalazar para disparar a la red.
El contragolpe letal encontró una tímida respuesta en los chacineros, que empezaron a sentirse un poco más cómodos con balón, sobre todo a partir de la situación más centrada de Borrego y Nacho, ex del Tordesillas y del Real Valladolid, respectivamente. Acostados en banda apenas se notó su presencia, aunque por dentro sí amenazaron a la zaga blanquivioleta. Antes de la media hora, Nacho puso un buen balón que no alcanzó a Borrego, pero que se envenenó hasta obligar a Samu Pérez a despejar a córner.
Que el mayor peligro venía por los costados izquierdos se confirmó cuando Waldo volvió a arrancar la moto y, con su habitual gambeta, sentó a Jonathan Martín y se fue de otro defensor. Se adentró en el área y sirvió el cuero, pero, esta vez sí, la zaga evitó que llegara nadie a rematar. Antes del descanso sucedería algo similar en el pase a ningún lugar que puso Borrego dentro del área del filial, cuya defensa se mostró firme para repeler cualquier envío a balón parado y los eventuales rechazos.
En la reanudación los chacineros siguieron acumulando posesión, con un poquito más de fe, lo que propició una segunda acción que Borrego –quién si no– centró en sobre la cal hacia la cabeza de Pallarés, que en boca de gol remató para poner el empate. El equilibrio en el marcador llegó a la balanza también, a un envite que se igualó de nuevo en lo tocante al juego, aunque eran los de Miguel Rivera los que se aproximaban con más peligro a la puerta de Felipe, quien hizo dos buenas paradas, a remates de Waldo y Sali.
A falta de veinte minutos para el final, Muñoz vio la segunda amarilla y dejó el terreno expedito para el Real Valladolid B, ya que mermó a su equipo con una acción evitable. Con un jugador más, el filial olió la sangre y no necesitó desordenarse para conseguir el premio de los tres puntos. Le bastó con encomendarse a Waldo, que a falta de cinco minutos para el final hizo esa jugada tan típica suya y que tantas veces le sale. Tras el culebreo, soltó un duro derechazo que se coló junto a la cepa del poste de Felipe.
Los envíos frontales a los que condenó el Guijuelo al Promesas en el escaso tiempo restante no tuvieron mayor incidencia por el gran compromiso defensivo de los blanquivioletas, que pudieron matar el encuentro en varias contras. En una de ellas, Alberto Gil disparó al larguero, aunque no hubo que lamentarlo en exceso: la zaga ató a Borrego, el único peligroso de verdad de los visitantes, y con eso fue suficiente para sellar un triunfo que asienta al Real Valladolid B en la tranquilidad, gracias a los veintitrés puntos que alcanza antes de Navidad.
Real Valladolid Promesas: Samu Pérez; Apa (Alberto Gil, min. 70), Mario Robles, Sali, Corral; Raúl Navarro; Zalazar (Jardel, min. 74), El Hacen, Kike Pérez, Waldo; y Pedrosa (Abel, min. 84).
CD Guijuelo: Felipe; Raúl, Jonathan Martín, Muñoz, Razvan, Carmona; Iván Pérez, Julián Luque; Nacho (Dimas, min. 83), Pallarés y Borrego.
Goles: 1-0, min. 19: Zalazar. 1-1, min. 55: Pallarés. 2-1, min. 86: Waldo.
Árbitro: Gómez Lameiro, del colegio gallego. Amonestó a los locales Zalazar, Pedrosa y Kike Pérez y a los visitantes Iván Pérez y Luque. Expulsó por doble amarilla a Muñoz, del Guijuelo.
Incidencias: Decimoctava jornada del Grupo I de la Segunda División B. Partido disputado en Los Anexos ante unos 25o espectadores, en torno a una veintena procedentes de Guijuelo.
