El centrocampista andaluz, incluido en el traspaso de Sergi Guardiola, terminará la temporada en el Córdoba CF, donde ha comenzado a despuntar

El Real Valladolid inició durante el pasado mercado estival un proyecto de capitalización mediante el cual comenzó a hacerse con valores en desarrollo cuyo potencial invita a pensar en un incremento de valor o de calidad que a la larga se conviertan bien en una venta o bien en la consolidación de los jóvenes futbolistas en el primer plantel. Bajo estas premisas se firmó a José Antonio Caro y a Fede San Emeterio. Y con las mismas se ha acometido el fichaje de Álvaro Aguado.
El centrocampista jiennense ha sido incluido en la operación que ha traído a Zorrilla a Sergi Guardiola, el nueve ansiado, aunque no es el relleno de un pack, un mero producto de un menor valor agregado a una compra preferente. El interés por parte de la dirección deportiva era absoluto desde meses atrás, desde su debut en Segunda División en las filas del Córdoba CF, puesto que desde entonces –si no antes– ya estaba siendo seguido por el equipo de Miguel Ángel Gómez.
El mediocentro seguirá hasta el treinta de junio cedido allí, tras debutar en Segunda División hace poco más de un año, el veinte de diciembre de 2017. Fichado el verano anterior para el filial, procedente del Jaén, el otro equipo en el que militó en la Segunda B, se hizo notar en los cerca de 800 minutos de que dispuso, pese a no llegar nunca a hacerse con la titularidad.
Fue suficiente para que se ganase una renovación no sin polémica, porque como inicialmente no se llegaba a un acuerdo, llegó a arrancar la pretemporada con el Córdoba B como ‘castigo’. Una vez arreglada la situación, y hasta que empezó a sufrir unos problemas físicos que le apartaron del once, se hizo con el puesto y se convirtió en una de las revelaciones del Córdoba en la primera mitad de temporada, en un contexto difícil y de depresión, por mor de los acuciantes problemas económicos de la entidad –que han impedido que Luismi y Cotán recalaran en El Arcángel– y a la pobre situación deportiva –que tiene a los blanquiverdes en descenso–.
Mediapunta en sus orígenes, volante ofensivo de naturaleza y mediocentro creativo en la actualidad, se trata de un centrocampista pequeño, ligero, pero de grandes condiciones técnicas, que le han permitido fijar su posición en la actual, en busca de un fútbol templado y de un mayor contacto con el balón del que podría tener en otras zonas. Así, es el segundo receptor, sino el primero, en salida de balón, a fin de incidir desde el inicio en una jugada que acompaña, pues sigue siendo vertical (no en vano, lleva dos goles en Segunda) y capaz en la conducción.
Su llegada, aplazada hasta la próxima campaña, se da sobre el interés de otros clubes de Primera, el principal impedimento para su renovación temprana en verano, y que habla del potencial de un futbolista que seguramente se encuentre entre los más prometedores de Segunda. De este modo, aunque sus características son diferentes, recuerda a Fede San Emeterio, otro fichaje estratégico y que está siendo un miembro destacado del Granada que pugna por el ascenso (no en vano, Miguel Ángel Gómez los considera los dos mejores mediocentros jóvenes de la categoría de plata).
El hoy jugador nazarí cumplirá veintidós años en marzo, mientras que el califa cumplirá veintitrés años en mayo. Esta juventud hay que unirla a la de Joaquín Fernández, ya a las órdenes de Sergio González y que sigue con su proceso de maduración ya en Primera después de ser otra inversión, o a la de los Calero, Anuar y Toni, nacidos en 1995, por no hablar de los Apa, Sali o Miguel, llamados a dar el salto el día de mañana.
Con todo, el Real Valladolid ha aprovechado una oportunidad de mercado que podría tornarse importante si se tiene en cuenta que Míchel, quien actúa bajo un rol semejante al que podría ocupar, está ya en la treintena, y que en los meses que restan de curso puede continuar confirmándose como una de las sensaciones de Segunda, categoría cuyo mercado, visto lo visto, la dirección deportiva parece decidida a dominar y en la que siempre se han escondido joyas.
