Rubén Jiménez cumplió este miércoles 365 días como entrenador del CD Parquesol, que acaricia con la yema de los dedos el ascenso a la Primera B
Decía exactamente hace un año Eladio Blanco, el por entonces coordinador de la sección femenina del CD Parquesol, que en el equipo había mimbres para luchar por la tercera posición o incluso por la segunda. Después de los duros vaivenes de una temporada hasta entonces difícil parecía un exabrupto, pero el acierto en la contratación de Rubén Jiménez demostró que no estaba equivocado.
El técnico madrileño vino a intentar plantar la semilla de la actual campaña, que acabará con una profunda reestructuración del fútbol femenino que derivará en la creación de la Primera B, una suerte de embudo en la que solo cabrán los conjuntos más finos, los más preparados, los dieciséis mejores de los 112 de la actual sobrecargada Segunda División. Y va por el camino de cumplir los objetivos marcados.

El propio entrenador parquesolino recordaba este miércoles en su cuenta de Twitter que se cumplía su primer aniversario en Valladolid. «Espero poder celebrar muchos más al lado del club y jugadoras que confiaron y confían en mí», decía. Una confianza ganada desde el primer día con un método de entrenamiento moderno, con su cercanía y transparencia con un vestuario por entonces anímicamente tocado y por medio de los resultados.
Del sprint final al asentamiento
El CD Parquesol era quinto a su llegada, y resurgió cuan ave fénix para cumplir el presagio: en las seis jornadas restantes hasta la conclusión del campeonato consiguió hacer catorce puntos, merced a cuatro victorias, dos empates y ni una sola derrota, con una media de tres goles anotados y uno encajado por partido. Y lo que es más importante: logró dejar atrás a Rayo B y Madrid B y, efectivamente, elevar al plantel hasta la tercera plaza.
El ‘feeling’ con la entidad y las jugadoras fue tan grande que, una vez confirmada su renovación por una temporada más, varias futbolistas (unas cuantas) rechazaron ofertas por mantenerse a su lado. El retorno al club naranja de Santos García, directivo histórico del fútbol femenino en Valladolid, prometía acompañar un impulso que se ha confirmado sobre el terreno de juego: a falta de las mismas seis jornadas para la conclusión del campeonato, el CD Parquesol acaricia el ascenso con la yema de los dedos.
La apuesta, si no se redobló, cuando menos se incrementó por parte del club a la hora de dotar de herramientas a su equipo élite. Tanto él como el propio técnico mantuvieron la confianza en el esforzado proyecto con el único fin de llegar a la Primera B. Y en esas andan. El Parquesol hoy es segundo con 43 puntos y aventaja al quinto en cuatro, una cifra que ha ido oscilando durante el curso, aunque siempre con las naranjas en la parte alta de la clasificación.
Las 57 unidades sumadas en el año que Jiménez lleva en el cargo habrían servido para ser igualmente terceras la campaña anterior y cuartas en la precedente, misma que obtuvo el equipo al final; con una diferencia: aquella cuarta posición se consiguió con 39 puntos y la tercera con 47. Ambas lejos de sus guarismos.
En el camino de aquí a final de temporada le quedan por delante varios duelos ante rivales con los mismos objetivos, como el Atlético de Madrid B, el Pozuelo o el Dinamo Guadalajara (este ya un poco más descolgado de la lucha) y otros ante Salamanca FF, Olímpico y Rayo Vallecano B que ya no cuentan con un objetivo claro. Con todo, la tierra prometida, el ascenso, debería ser alcanzada.
Así lo invita a pensar la trayectoria regular mostrada hasta ahora, pero también y sobre todo al elevado volumen de fútbol desplegado. Aunque con inevitables baches en cuanto a resultados y a nivel de juego, una de las principales fortalezas de este CD Parquesol es su capacidad de dominar y someter al rival, aunque sea de forma tardía como ha sucedido en algunos encuentros. La superioridad ha sido manifiesta en muchos de ellos gracias a un modelo basado en el manejo de la posesión, principalmente, aunque sin obviar otros recursos con los que el equipo ha madurado, además, dentro de varios dibujos.
En cualquier circunstancia, no por esperado (y deseado) el ascenso a la Primera B debe darse por supuesto entre sus filas; seis son las jornadas que quedan para culminar el buen trabajo acumulado a lo largo de estos 365 días, y que vendría a premiar a una generación de futbolistas vallisoletanas –sobre todo– que llevan unos cuantos años acumulando experiencia y desprendiendo pasión pese a las adversidades (que también las ha habido). Bien sabido es que agua pasada no mueve molinos; lo importante es que el presente es dulce. El futuro, ojalá, dulce. Tanto para Rubén Jiménez como para sus chicas.