El Parquesol ya es equipo de Primera B tras doblegar al Dinamo Guadalajara, con Alicia Rey como protagonista con su doblete

Hay veces que una historia solo se entiende si se empieza por el final. Por jugadoras abriendo champán –o por lo menos intentándolo-; por un grito de una afición que ya es de Primera B; por un manteo que, más que merecido, parecía obligado; por una fiesta que solamente se explica si es a través de la palabra unión, y que es consecuencia no solo de lo vivido durante noventa minutos, sino de una temporada redonda o incluso de una generación que este domingo ha vivido su tarde más gloriosa, de momento.
Porque este capítulo, este ascenso, es un premio a quien nunca se rindió; a un plantel que después de vivir la mayor de las tormentas se reinventó; a un entrenador responsable de esta resurrección; a un proyecto que año a año, temporada tras temporada, no deja de crecer, ni tampoco de creer. En definitiva, a un equipo, en el más estricto sentido de la palabra, que ha hecho historia.
El 24 de marzo de 2019 pasará a la historia por el día en el que el Parquesol confirmó su estancia en la Primera División B la próxima temporada, que era el objetivo por el que se luchaba desde que se inició una nueva campaña allá por el mes de septiembre, mirando de reojo a ver si el Tacón podía pinchar para alcanzar cotas más altas –algo que no sucedió–.
El partido, realmente, qué más da. Aunque la obligación es contarlo para quien se lo haya perdido –mal por su parte– o quien quiera recordarlo. Y lo cierto es que estuvo lejos de ser una maravilla, y muy cercano a lo que suelen ser las finales: partidos que no se juegan, se ganan. Nadie se acordará de si el Parquesol jugó bien, mal o regular, sino del resultado. Y también de la gran protagonista, que merecía una tarde como está desde que comenzó la temporada.
Puede que Alicia Rey pasara desapercibida en muchos encuentros, no recibía titulares y probablemente no era todo lo letal que se le pedía, pero apareció en el momento más oportuno como recompensa a su trabajo, y además por partida doble, para demostrar que el futuro del Parquesol pasa por sus botas.
Sus goles, es verdad, no fueron de muy bella factura, si bien llegaron en instantes cruciales. El primero sirvió para dar la tranquilidad y el segundo para sentenciar, respirar y poner fin a esa calma tensa que había sobrevolado el Saso durante la segunda parte. Era el típico partido de inquietud en el que ni unos esbozaban su juego previsto, ni otros aprovechaban dicha circunstancia. Con lo cual, nadie estaba cómodo.
Era necesario saber sufrir. Mucho. Porque el rival aprieta, aunque esta vez no lo hizo tanto. El Dinamo apenas creyó. Ni siquiera cuando parecía meterse en el partido antes del descanso, que podía haber mermado la moral naranja, pero ni por asomo. Tan solo sirvió para bajar el listón, que estaba muy alto.
Quién dijo miedo al ver el primer cuarto de hora del Parquesol, deslumbrante, Con garra, con ímpetu y con goles, con el espíritu propia de un equipo que se juega ascender. Precisamente con el alma remató Iria el centro medido de Sandra, que volvió a sacar el guante para abrir un camino que iba a desembocar en la Primera B.
El Parquesol no se permitió sufrir

Desde el gol todo fue rodado y la fortuna acompañó. Alicia Rey se aprovechó de un fallo de la portera para marcar el segundo a puerta vacía y, como el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, a falta de seisiete minutos para terminar el partido puso el tercero por los mismos cauces. El éxito está en creer y seguir creyendo.
También es verdad que ese último tanto amargó un poco la fiesta a una grada que ya estaba dispuesta a pedir la hora. Otro día más en la oficina de Rubén Jiménez y las suyas. Pero no. Hasta en eso el equipo ha crecido, porque no permitió que el Dinamo amenazara la portería de Lucía ni una sola vez en la segunda mitad, por mucho que las naranjas hubieran dejado la vistosidad para otro día. A quién le importaba eso.
Ya estaba la defensa, que pasó a ser de cuatro cuando el partido no peligraba, pero sí perdía comodidad, porque el gol de penalti transformado por Angy sí que metió algo de miedo en el cuerpo.
Como durante el resto de la temporada, Rubén cambió de esquema y volvió a acertar. Por algo este domingo se está celebrando un ascenso que es histórico.
Para Valladolid, para el Parquesol, pero sobre todo para un proyecto que hace un año se renovaba y que no debe terminar, pero que esta tarde, noche y madrugada de domingo vive una completa hazaña, una más, que no la última.
Y se logró a falta de tres jornadas, con un partido que quedará en los anales por su consecuencia, pero también por su ambiente, cargado de melancolía irremediable porque el trayecto en Segunda llega a su fin, si bien el siguiente que echará andar en cinco meses irá cargado de una ilusión incalculable en este momento.
Aún queda luchar por un segundo puesto que sería la guinda y el premio para los más ambiciosos. Este equipo lo es y no cesará en su empeño. Sin embargo, es momento de apagar luces, de parar y darse cuenta de una gesta que no por anticipada es menos meritoria ni brillante. De que la Primera B ha pasado de ser un objetivo a un hecho, y que estará teñida de naranja, por fin.
CD Parquesol: Lucía; Carla, Maka (Noe, min.33), Iria; Barbi, Nata, Yarima (Rivas, min.65), Sandra, Charle; Alicia Rey (Judy, min.84) y Carolina (Paulita, min.77).
Dinamo Guadalajara: Yaiza; Juliette (Vicky, min.63), Nieves (Barrios, min.68), Laura, Teresa, Mimi (Laura G, min.56), Angy, Lucía, Andrea, Reichel y Berta.
Goles: 1-0, minuto 15: Iria; 2-0, minuto 19: Alicia Rey; 2-1, minuto 28: Angy (p.); 3-1, minuto 84: Alicia Rey.
Árbitro: El colegiado Rivera García no amonestó a ninguna jugadora.
Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 23 del Grupo V de la Segunda División Femenina, celebrado en el José Luis Saso en la mejor entrada de la temporada, aunque no se llenó.
