Varios jugadores históricos de Primera División abandonan los clubes con los que alcanzaron la gloria en la misma jornada en que Borja Fernández dice adiós

No se puede decir que fuera un adiós cantado. Al contrario. Borja Fernández anunció este viernes que abandona los terrenos de juego como quería, con el Real Valladolid en Primera División. Acompañado de un montón de allegados, el mediocentro explicó las razones que le llevan a dar un paso a un lado después de más de doscientos partidos oficiales con la remera blanca y violeta.
Sus detractores dirán que elevarlo a la categoría de leyenda es exagerado, y es posible que tengan razón. No obstante, no se le puede negar el hueco en la historia como un futbolista que se ha quedado a pocos partidos encuentros de entrar entre los veinticinco con más disputados en el Pucela y que este sábado ha dejado de ser el jugador con más entorchados en activo, condición que ahora recae en Javi Moyano.
Como la suya, antes incluso, se habían confirmado otras despedidas, como la de Diego Godín del Atlético de Madrid o la de Juanjo Camacho del Huesca, quienes llevaron a sus equipos a lo más alto y dejarán una huella difícil de borrar, para empezar, dejando huérfanos los brazaletes de capitán. Otro caso es el de Pedro López y el Levante, club en el que recaló al dejar Zorrilla y del que se va entre lágrimas.
Volviendo a la ribera del Manzanares, puede que las haya también de confirmarse que Juanfran y Filipe Luis lo dejan, por la puerta de atrás, como otros héroes colchoneros. La misma a la que el Athletic Club empujó a Iturraspe y Susaeta, que prometían ser ‘one club man’ y finalmente no pudieron serlo. Su último viaje, a Sevilla, fue compartido con Aduriz, otro exblanquivioleta de futuro incierto.
Ellos son solamente unos pocos de los que abandonarán sus clubes el treinta de junio, y que han dicho adiós en este sábado en el que la Liga se ha despedido de Zorrilla. Por suerte, por poco tiempo: la salvación conseguida a una jornada para el final permitió que Borja fuera único y exclusivo protagonista, y que su llanto fuera el único de tristeza (o uno de los únicos) en un día festivo en el que el estadio se volvió a llenar.