El Real Valladolid continúa importando futbolistas de la African Football Talent Academy, el último, Isaac Amoah, goleador el pasado fin de semana frente al Getafe en División de Honor

Al principio de los tiempos fue Salisu. El central ghanés, estrella incipiente y rutilante de LaLiga, una de las revelaciones de lo que va de curso y la mayor irrupción en clave Real Valladolid en mucho tiempo, llegó a Los Anexos hace algo más de dos años –celebrados como blanquivioleta nada menos que en el Camp Nou–. Desde entonces, la African Football Talent Academy se ha convertido en caladero habitual. Así, como si fuera una ‘segunda cantera’, otros cuatro jugadores han recalado en Los Anexos: Seydou Saeed, Baba Alhassan, Victor Asamoah e Isaac Amoah, el último en llegar.
Amoah marcó el pasado fin de semana su primer tanto con la zamarra blanquivioleta en el triunfo ante el Getafe, apenas un mes después de su exigente debut contra el Atlético de Madrid y tras jugar también frente al Alcorcón y el Unión Adarve. Defensa central, como el pionero Sali, actúa en el flanco izquierdo, principalmente, aunque se le ha visto también jugar en el derecho, afrontando el reto de mostrar su desempeño con otra lateralidad.
Aquel gol llegó en un saque de esquina botado por Adrián Carrión que descolgó del cielo con determinación de un testarazo. La misma con la que busca imitar a su «hermano», como se refiere a menudo a Salisu en sus redes sociales.
No es para menos, porque desde la llegada de sus compatriotas, el hoy central del primer equipo se ha convertido en un referente y en un apoyo, algo así como un hermano mayor para los demás. Su ejemplo dictamina que con talento y trabajo todo es posible, aunque replicar su cuento de hadas parezca un imposible. Por difícil que suponga, no obstante, es un espejo en el que se mira Amoah, con quien comparte algunas características.
Su físico imponente y exuberante determina los duelos y le permite defender con muchos metros por detrás, algo que acostumbra a hacer su equipo sobre todo en casa, donde intenta ser dominador. Además, es férreo en la marca y, aunque se encuentra en una evidente fase de aprendizaje, que puede conllevar el pago de algún peaje (no solo suyo), con balón se ha visto a un jugador que no rehuye el trato, aunque la mayor responsabilidad en la fase inicial hasta el momento ha recaído más bien en su compañero en la zaga.
Esforzado desde los inicios con el español, su sintonía con el vestuario ha de facilitar ese periodo típico de adaptación y ser pieza fundamental en los fríos meses del invierno, durante los que seguirá soñando. Con ser, aunque diferente, como su ‘hermano mayor’ (no conviene comparar, pero lo cierto es que parece distinto a Sali) y con continuar aumentando su cuota de participación en un equipo en el que está caro jugar. Con seguir la estela también en Europa de los Saeed, Baba y Asamoah. Por qué no, de blanco y violeta.