Partido correcto del Real Valladolid, que marcó cuando peor lo estaba pasando, y después no permitió al Rayo crear peligro

Con solidez, convicción y pegada. Así resolvió el Real Valladolid su choque más importante de la segunda vuelta a efectos de la clasificación. Fue más contundente que su rival, el Rayo Vallecano, que esperó su oportunidad de atacar y cuando la tuvo no la aprovechó. Y ahí el que mató fue el cuadro blanquivioleta.
La partida comenzó en tablas, sin que ninguno de los dos conjuntos se atreviera a traspasar la trinchera rival. La pelota comenzó en poder del Real Valladolid, sobada por Prada, acostumbrado ya a liderar al equipo, a corregir a sus compañeros cuando hiciera falta y a imprimir intensidad a un inicio apagado –tanta que le pudo costar la amarilla–. Su objetivo era que sus compañeros se contagiaran.
Iker amenazaba la banda derecha, Castri hacía lo propio por la izquierda, pero la zaga rayista no iba a permitir ocasiones gratis. Ni siquiera a Slavy, que mantuvo una pelea constante con los centrales, que le tenían controlado. Se les escapó en un centro de Carrión que se envenenó y remató el ‘9’, pero un poco adelantado, por lo que el gol no subió al marcador.
Antes el propio Slavy había disfrutado de una falta directa que sacó Mario. Sin embargo, faltaba ritmo y magia; el choque era un cóctel sin alcohol. No podía pensarse que ganar al cuarto clasificado se podía lograr a medio gas. Y había que contar con el golpe de suerte y llegó, no porque el primer tanto surgiera de una acción fortuita, sino porque vino en el peor momento de los de Ricardo.
Castri, al rescate
Parecía que el Real Valladolid salía con más empuje, pero el Rayo comenzó a comerle terreno. Luna hizo lo que quiso, se metió por dentro, y Cano mandó fuera las dos grandes –y únicas– ocasiones de su equipo. Perdonó el Rayo cuando por instantes se crecía y tenía al rival contra las cuerdas. Pero el Pucela resucitó. En el momento necesario. Con la conexión casera.
Pudo dar la sensación de que Adri Carrión no estaba brillando. Es normal después de que acostumbre a dejar detalles messiánicos cada vez que pisa el verde, pero la eficacia siempre es mucho más útil que la foto. Y su asistencia –un centro magnífico—se convirtió en oro cuando Castri pegó un remate de primeras imparable. Lo celebró como la ocasión merecía –con euforia—, y se lo dedicó a quien desde arriba no tenía ninguna duda de que vendría otro gol más —ya van nueve–, y los que están por llegar.
Con el uno a cero es cierto que su equipo tampoco recuperó la comodidad, pero atrás tampoco concedía. Solo un despiste de Maroto elevó a categoría el peligro del Rayo, sin inquietar a Aceves que volvió a ocupar con seguridad la portería blanquivioleta. Había que matar el partido y, tras la sustitución de Slavy, quedaba un killer suelto.
Había trabajado en la sombra durante 75 minutos, detrás del nueve –su posición este año–, sin la oportunidad de encarar portería. Pero Jesús Torres es especialista en crear la ocasión hasta donde no la hay. Sinceramente nadie sabe –solo él—donde iba a terminar su disparo de no ser porque el defensa cambió la trayectoria. Para dentro, qué más da cómo si lo importante es el qué y el cuándo –además le convenció al colegiado de que la obra era suya–. Y a falta de quince minutos y con una ventaja mínima, uno no está para exquisitices.
Sin querer había matado el partido, pues el Rayo no volvió a asomarse a los dominios de Aceves. Con los tres puntos en el bolsillo entró Cadaveira, motivado por su gol salvador ante el Leganés, para deleitar al respetable con sus improntas futbolísticas. Que si bajo un balón al piso, que si me voy por dentro, que si me interno en el área. Ponte tú a detener a quien se muere de ganas de brillar.
Tampoco va a ser fácil doblegar a un Real Valladolid cada vez más seguro, bien es cierto que sin recibir sobresaliente, pero correcto e infranqueable y que es capaz de poner de rodillas a los grandes. Torres y Castri lo lograron contra el Madrid. Castri y Torres –y un serio Valladolid— pudieron con el Rayo. La tercera plaza está consolidada.
Real Valladolid: Aceves; Iker, Amoah, Freitas, Casado; Prada, Mario; Adri Carrión (Alvi, min.76), Castri (Camilo, min. 82), Torres (Alvi, min. 76); y Slavy (Cada, min. 72).
Rayo Vallecano: Mario; Pablo, Diego, Álvaro, Raúl Medina; Aaron (Boigues, min. 49), Daniel, Javi Hernández (Aitor, min. 70), Cano (Ares, min. 78); Luis Sánchez y Pita (Sorin, min. 61).
Goles: 1-0, minuto 53: Castri. 2-0, minuto 73: Torres.
Árbitro: El colegiado Alba Gallego amonestó a dos jugadores del Rayo, Diego y Daniel, y a Alvi, del Real Valladolid.
Incidencias: Partido correspondiente a la Jornada 24 del Grupo V de División de Honor, celebrado en Los Anexos, ante alrededor de 200 espectadores.