El malagueño, que fue jugador del Real Valladolid durante cuatro temporadas, colgó las botas al término de la pasada campaña vistiendo la elástica del Rayo Vallecano

Foto: RTVE
Hace casi una década que Javi Guerra aterrizó en el Real Valladolid. A su llegada en el verano de 2010 era poco conocido entre las gradas del José Zorrilla, pero, tras cuatro años en la entidad, su nombre quedó marcado en la historia del club. Nada más y nada menos que 73 goles le alzan hasta el primer puesto en la tabla de máximos anotadores blanquivioletas, por delante de jugadores como Óscar González, Víctor o Alen Peternac.
Además, es el segundo con mejor ratio de goles por minutos disputados, con una media de un tanto cada 165 minutos. Tan solo fue superado por Jaime Mata y su estratosférica temporada, en la que fulminó todos los récords dejando su media, en los dos años que jugó en Valladolid, en una diana cada 135 minutos.
El primer año, con el club en Segunda División, Guerra consiguió anotar la impresionante cifra de 29 tantos. Sin embargo, este logro que no sirvió para que su equipo consiguiera el ascenso tras caer en el play-off a las primeras de cambio frente al Elche FC.
Lo que sí consiguió ese año fue ponerle música al gol en Valladolid. Que, al escuchar la canción Kernkraft 400 de Zombie Nation, la mente de todos los aficionados blanquivioletas se sitúe en Zorrilla celebrando un tanto es gracias al ‘nueve’, que tantas y tantas veces la hizo sonar en el estadio.
A la temporada siguiente, con la llegada del técnico Miroslav Djukic, el equipo dio un salto de nivel. Ese año, play-off mediante, sus veinte goles sí sirvieron al club para retornar a la Primera División. La exigencia de la categoría de plata, en la que los dos equipos gallegos –RC Deportivo de la Coruña y RC Celta de Vigo– se hicieron con las dos primeras posiciones, obligó a los pucelanos a disputar su segunda fase de ascenso consecutiva. Su gol en el 3-0 en las semifinales frente al Córdoba CF y los dos que marcó repartidos entre la ida y la vuelta frente al Alcorcón en la final firmaron definitivamente el ascenso tras un gran año.
Tras ello, el andaluz no consiguió tener la misma regularidad que demostró en Segunda. En la 2012/13 comenzó siendo de la partida, pero un bajón en su rendimiento coincidió con el mejor momento de Manucho, lo que le hizo perder el puesto en favor del angoleño. Sin embargo, en los meses finales de la campaña, el ariete reapareció en las alineaciones como titular acompañado de sus goles, como el que consiguió frente al Dépor y que selló la permanencia blanquivioleta a falta de tres jornadas para finalizar la competición.
Con el fichaje del técnico José Ignacio Martínez, Guerra afrontaba la que sería su última campaña en Zorrilla. Ese año el delantero volvió a demostrar su buen momento de cara a puerta y estuvo durante toda la temporada entre los máximos anotadores de la competición, marcando incluso un hat-trick frente al Celta. Los quince tantos que firmó no salvaron de la quema al equipo, que, tras un decepcionante curso, descendió al no ser capaz de ganar en la última jornada, como local ante el Granada CF, en un partido que fue una verdadera final. Pese a la crispación que generó el descenso, sigue muy presente entre los aficionados del Real Valladolid el recuerdo del speaker anunciando «gol de Javi…», al que todo Zorrilla respondía con el grito de «¡Guerra!».
Tras poner fin a su etapa como blanquivioleta, el delantero puso rumbo a Gales. El Cardiff City fue su nueva casa, con un contrato que le vinculaba por tres años. Sin embargo, como tantos otros futbolistas españoles que demuestran su talento en la competición doméstica, no iba a tener suerte en su aventura británica y, una campaña después, volvió a la liga española como cedido para vestir la elástica del Málaga CF durante medio curso. Los cuatro años siguientes, los últimos de su carrera deportiva, los desempeñó entre Primera y Segunda en las filas del Rayo Vallecano.
A sus 38 años Javi Guerra es ya un exfutbolista. Con el final de la campaña 2018/19, el delantero decidió poner fin a su carrera como jugador de fútbol a nivel profesional en un final amargo, ya que coincidió con el descenso a Segunda División del conjunto rayista. El destino quiso que el último partido que jugó ante su afición fuese frente al Real Valladolid. Aquel encuentro, del cual se ha cumplido recientemente un año, sirvió para que los pucelanos consiguieran la permanencia. En aquel choque, el atacante fue un espectador de lujo, ya que disputó 25 minutos con los madrileños, que ya estaban descendidos.