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Roque Mesa, el mediocentro que le faltaba a Sergio

por Jesús Domínguez
6 de octubre de 2020
Roque Mesa2

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El Real Valladolid demandaba desde hace tiempo la figura de un centrocampista con aspiraciones jerárquicas. El canario, que fue eso en Las Palmas y en Sevilla, llega con la intención de aportar soluciones y madurez

 

Roque Mesa
Roque Mesa, en las filas de Las Palmas

Hace ya algún tiempo que el Real Valladolid venía precisando un mediocentro que elevara las prestaciones en el apartado creativo con respecto a lo que ha podido ofrecer Míchel Herrero en las últimas campañas. Con un rendimiento cada vez más alejado de lo diferencial y de lo sostenido, el reto de cara a la tercera temporada en Primera División era encontrar este futbolista, a poder ser, con experiencia. Y en estas, prácticamente sobre la bocina, ha llegado Roque Mesa, una petición expresa del entrenador, controvertida para un sector de la afición, y que, sin embargo, ha sido la opción que ha encontrado más consenso en la manida comisión deportiva.

El centrocampista canario ha generado más de veinte millones en traspasos a lo largo de su trayectoria, básicamente en dos, el que le llevó de la UD Las Palmas al Swansea y el que le trajo de vuelta a España, al Sevilla FC, entidad desde la cual desembarca en el Real Valladolid. Esta circunstancia, junto su valor de mercado actual, fijado en cinco millones y medio de euros, pueden parecer baladí, si bien ningún otro jugador blanquivioleta ha movido esas cantidades. En lo referente a la cotización, tan solo hay tres por delante: Alcaraz (ocho) y dos recién llegados: Jota (ocho) y Weissman (seis).

Esto habla de un mediocentro todavía bien valorado, a sus 31 años, fruto, principalmente, de su momento cumbre, que vivió en la UD Las Palmas, y del nivel que ofreció en el Sevilla hace dos temporadas, más maduro y dentro de un contexto más competitivo, aunque el rendimiento del colectivo no fuera el mejor. En ese Sevilla que empezó siendo de Pablo Machín, fue un activador como el que el Real Valladolid podría precisar, a través del envío en largo, hacia el costado y en posición ventajosa, buscando la velocidad del lateral (entonces carrilero).

Con Joaquín Caparrós, en cambio, cohabitó con Banega y fue primer pasador, una necesidad que el equipo tendrá más con San Emeterio que con Alcaraz, y que puede estabilizar la salida de balón, en ocasiones, imprecisa, sobre todo, cuando el catalán ha estado lesionado y/o cuando Míchel u otros han debido recoger esa responsabilidad. Esta característica y la anterior pueden ir íntimamente ligadas si el Real Valladolid pretende jugar con ritmo alto; las transiciones a veces tan demandadas pueden fluir más si el primer receptor y la primera entrega juegan a aumentar la velocidad y no a guardarse el balón o a ofrecer un pase de seguridad.

Hay otra circunstancia a tener en cuenta relacionada con todo lo anterior, y es que, además, Roque Mesa es más enérgico en las conducciones y a la hora de batir líneas que Míchel (quizás no que Kike Pérez). Es ofensivo y vertical, seguramente como herencia de los tiempos en los que jugaba más avanzado o, incluso, en la banda, lo que permite que incluso si aparece en un segundo escalón de la jugada –después de un primer receptor como Rubén Alcaraz– pueda relacionarse con jugadores que tiene por delante, ya sea con un mediapunta o con futbolistas que ocupen un pasillo interior.

Ciertamente, en este sentido, hay que ver cómo puede crecer en campo rival en un contexto en el que a menudo no habrá un mediapunta estricto, si bien puede relacionarse con el extremo que mediapuntee, como suelen hacer Óscar Plano, Toni u Orellana. Asimismo, si Sergio González logra estabilizar al equipo en campo rival –algo que en parte puede depender de él–, puede ser ese (pen)último pasador que demanda Weissman y que fue Kike Pérez en las primeras jornadas, en los minutos en que coincidieron ambos sobre el tapiz, y un mediocentro presionante en la primera presión esa mitad del terreno rival, en la que a veces los pivotes blanquivioletas han sido inoperantes por diferentes motivos.

Todas estas características, que ha demostrado a lo largo de su carrera, son idílicas, casi ideales, aunque no siempre las ha conjugado siendo ‘el mismo’ Roque Mesa, sobre todo en los últimos tiempos, en los que quizás el contexto grupal tampoco le ha acompañado. Lo que parece claro es que su fichaje se ha dado anhelando esa versión completa, en cuya carpeta aparece apuntada también como condición su capacidad de pasador, que se sobreentiende de algunas de las anteriores, que no le eximen de ser un mediocentro posicional que, incluso, podría jugar junto a otro de los llamados creativos.

Y es que, aunque aquello ha quedado lejos, en la 2015/16 fue el máximo recuperador de Primera y uno de los principales pasadores, dinámica que ha mantenido, situándose con un 88% de acierto en el pase en su carrera, cifra que se encuentra bastante por encima de la media histórica de sus nuevos compañeros en el centro del campo, de los cuales solamente Alcaraz –seguramente su compañero ideal, estando ambos en un buen estado de forma– y Kike Pérez –menos experto que los demás– superan el 80%. De la misma forma, los supera en regates por partido (uno de media) y, salvo a Alcaraz, en disparos por encuentro (0’8, frente al 1’4 del catalán).

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