Era un desconocido para casi todos por ser un jugador llegado de un equipo que, como mucho, sabíamos que iba también de violeta. El cambio era grande: De jugar en la Primera División de Hungría a hacerlo en LaLiga en España. Eso sí, llegaba desde un equipo que, en ese momento, era colista. Una realidad que, en poco tiempo, viviría también en el Pucela. Nikitscher no cambió mucho de realidad de un campeonato a otro, pero sí dio un salto enorme a nivel competitivo.
Saltar del fútbol húngaro al español es crecer mucho. Y no solo crece la realidad y la dimensión de categoría, sino que también crece mucho la velocidad a la que va el balón, a la que hay que replegar, a la que hay que activar el juego interior o responder a un pase inesperado. Hay que hacerlo todo a una velocidad mayor a la que hay que estar acostumbrado antes de llegar a mejorar lo suficiente para brillar.
En ese camino está Nikitscher, que, aunque ya esté dando muestras de esa capacidad para perder pocos balones y aportar en cuanto a su presencia en la base, está logrando también que se espere más de él. Que se crea en general que este futbolista puede dar mucho más. Siendo un jugador más de corte defensivo, muchas veces puede despistar. Mucho pase de seguridad y pocos riesgos para ser un activador, pero sí hablamos de un futbolista que trata de dar estabilidad. Aun así, tiene armas también en ataque que, de momento, apenas hemos podido intuir en Valladolid, más allá de dos o tres disparos huérfanos de acierto que muestran, como poco, que su mirada no rehúye la portería.
En ese viaje largo que conlleva mover tantas cosas de Hungría a España, Nikitscher ya ha jugado 369 minutos con la blanquivioleta, en la que rebasa una tasa de acierto en el pase superior al 92% y que argumenta que se pueda esperar algo más de su talento en cuanto se acople al Valladolid y al fútbol español. Si bien es cierto que en Hungría no jugaba en un equipo especialmente dotado, en el el Kecskemeti cubría muchos roles en uno. Era animador del juego, creativo, defensor y, en ocasiones, el que debía dar el último pase. Hasta en dos ocasiones logró, incluso, marcar gol. Demasiadas funciones para un jugador especialista en cortar ritmos y no perder balones. Un futbolista para limpiar la espalda de los creativos y, sobre todo, de los que no suelen cometer errores.
Algo que obviamente se ve mejor en Hungría, equipo donde su fútbol fomenta la estabilidad de un doble pivote magiar en el cuadro de Marco Rossi y que luce mucho más y mejor con una mayor coherencia en las exigencias al centrocampista. El único jugador en propiedad llegado a Valladolid en el mercado de enero obliga a pensar en un futuro en el que el escenario sea mejor y, con el tiempo, podamos identificar con más claridad todo lo que hace bien un futbolista como Nikitscher en el Real Valladolid.