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Las tres claves de la derrota del Valladolid ante Osasuna

Una mirada profunda a los motivos que llevaron al Real Valladolid a perder su duelo ante Osasuna en el José Zorrilla

por Miguel Ruiz
22 de abril de 2025
Claves Valladolid Osasuna

Foto: LaLiga

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El Real Valladolid volvió a tropezar en casa en un partido vital ante Osasuna. En un partido en el que las dos partes supieron tener un guion muy distinto, el Valladolid volvió a dar la sensación, repetida toda la temporada, de no tener nada más que mostrar en partidos de Primera División. La división le queda grande a un Pucela que no consigue enseñar los dientes más que unos minutos por partido, a menudo condicionado por el bajón del rival (de ritmo o de piernas) y en base a la brillantez individual de alguno de los efectivos del equipo, algo que, por otra parte, no suele ser habitual. Se vivieron ante Osasuna, eso sí, los que quizá son los mejores 45 minutos vistos en los últimos meses, aunque solo sirviera para acercarse tímidamente a un empate que tampoco servía de nada a los de Álvaro Rubio, que seguramente certifiquen su descenso el próximo jueves ante el Betis en Sevilla. Repasamos las claves del partido y de la derrota sufrida ante Osasuna.

Vuelta a los errores clave en defensa

Una torpeza indigna del nivel, una vez más, para complicarle la vida aún más, si cabe, al Pucela. Fruto de los nervios o de la presión, está claro que el nivel mostrado está muy por debajo del mínimo exigible, pero también por debajo de lo que sabemos que es el nivel de algunos de los jugadores en liza. Se ven situaciones anormales, que incluso inquietan al propio Álvaro Rubio, que reconocía en rueda de prensa que ellos mismos “se sorprenden” al ver algunas de las situaciones que se dan en el campo. En los dos primeros goles de Osasuna, se suceden los errores. Todos evitables.

Ni al que pone el centro ni al que remata en el primero, se les hace una cobertura digna de la categoría actual (aunque con fecha fin) del Real Valladolid. Ni Machis está preciso en su marca por la subida de Abel Bretones ni Aidoo está atento de quién está entrando al remate, por lo que la situación, dantesca y frágil, vuelve a señalar a la línea defensiva. Si el otro día fueron claramente señalados Javi Sánchez y Henrique, el pasado domingo fueron Machis y Aidoo los principales culpables de una jugada que condenaba de primeras al Valladolid a ir por debajo en el marcador desde los primeros minutos de partido.

El segundo, por seguir con el baile, evidenció la incapacidad del equipo de mostrar contundencia a la hora de marcar, seguir, leer y, en última instancia, anticiparse. Lento Henrique, que salta de más a la marca y luego no llega a tapar el centro de Areso, y lento Candela, que tampoco sabe cómo neutralizar la entrada de un Rubén García que lo tuvo muy fácil para rematar dentro. Todo esto, permitido en toda instancia por un André Ferreira poco preciso para sacar ese balón del área y que ni siquiera impactó un balón que, tras ponerlo Areso dentro de la zona de gol, debió sacarlo sin contemplaciones con su estirada en el suelo. Si nos desplazamos al penalti de Latasa, la circunstancia es parecida. Nula capacidad para gestionar el tiempo de partido, todo lo que está en juego y los riesgos asumidos. Catena se deja caer fácil, pero es que Latasa le regala la jugada.

Cambio extraño en un momento clave

No soy yo de cuestionar de más la voluntad o la intención de un entrenador en medio de un partido importante y con los nervios a flor de piel. Ni sé lo que es (por no haber entrenado), ni creo ser capaz de decirle a nadie cómo debe hacer su trabajo. Sería injusto por mi parte tener ese comportamiento. Aún así, la realidad es que el partido se tornó extraño cuando, mediada la segunda parte y con marcador en contra pero habiendo reducido la ventaja del rival, el cambio producido por Álvaro Rubio es un Chuki por Mario Martín. Sorprendente cuanto menos, la respuesta en rueda de prensa indica que buscaba un cambio de piezas entre jugadores de perfil parecido.

Mi sensación, más allá de la evidente diferencia de rol, habilidades y características entre el canterano del Real Valladolid y del Real Madrid, es que en un momento en el que el Valladolid necesita echar el resto, se opte por un paso atrás en la medular que vacíe esa zona de tres cuartos y aumente la estabilidad con balón. Esa presencia de Mario Martín podía dar más a nivel de contención, posesión y capacidad para medirse en los duelos, pero no sumaba arriba. No garantizaba que Sylla o cualquiera de los extremos tuvieran un socio por dentro, como en los minutos en los que Chuky había mostrado su presencia. En una participación, por otra parte, que demostró que cerca de su rol (mediapunta o enganche), siendo interior, conseguía participar mejor y con más influencia en el juego del Valladolid.

Osasuna ganó siempre que quiso apretar

El ritmo de Osasuna reflejaba muchas cosas, en la primera y en la segunda mitad. Si bien es cierto que la primera parte mostró una superioridad colosal, la realidad es que en la segunda parte vimos un Osasuna mucho más templado, que se atragantó incluso con el cambio de ritmo rival. Y, aún así, logró ser capaz de dominar con esa bipolaridad. En la primera con dominancia y en la segunda con cabeza, sabiendo medir los ritmos para que el Valladolid no fuera, nunca, tan importante como para incomodar de verdad su capacidad para generar peligro y, sobre todo, mantener la distancia en el marcador.

Nunca estuvo en peligro la victoria, aunque sí logró el Valladolid mostrar los colmillos en alguna ocasión, daba la sensación de que Osasuna quiso reservarse las grandes acciones para otros partidos en los que la rabieta rival fuera de verdad convincente. El Valladolid vivía demasiado alejado de una idea de juego colectiva y solo incomodaba a través del despliegue individual de alguno de sus actores principales. Ni Bryan Zaragoza, necesitado de minutos de rodaje, llegó a entrar ante un Valladolid que podría haber supuesto un buen sparring para su puesta a punto final antes de los partidos clave para asegurar la plaza o asaltar, incluso, el objetivo europeo.

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