A Héctor Hernández el Pontevedra CF le cambió la vida. La afirmación suena rimbombante, y más cuando la hace alguien criado a las orillas del Lérez, si bien es cierto que la trayectoria profesional del lateral vallisoletano ha cambiado, siquiera, por haber vivido un ascenso que cambia la tónica que había vivido en otros momentos. Con ‘La Morocha Team’, ese equipo que ha brillado esta temporada al conseguir no solo volver a Primera RFEF, sino también convertirse en un rival temible en Copa del Rey, donde eliminó a Levante, Villarreal y Mallorca.
Lo hizo al son de la canción del argentino Luck Ra y hasta que el Getafe de papá Bordalás truncó unos sueños que siguieron en liga hasta el pasado fin de semana, cuando confirmaron los mejores presagios, y sí, con Héctor Hernández en el campo, como titular, como lo ha sido con frecuencia de granate durante la presente campaña: hasta conseguir su primer ascenso como profesional, disputó veinte partidos en Segunda RFEF, dieciséis de ellos saliendo de inicio, como hizo también en los cuatro partidos mencionados de Copa.
Contrastan los festejos en el Teucro y en la Sala Zennet con todo lo que había sufrido con anterioridad, puesto que había cosechado cuatro descensos de categoría: dos en la misma, con el Real Zaragoza y el Deportivo Aragón, allá por 2013, uno con el Granada a Segunda División y el último con el Numancia en 2020 a Primera RFEF. Entremedias, una treintena de partidos en Primera División, la mayoría con Real Sociedad y Granada, y una grave lesión cuando empezaba con el Deportivo Alavés su último curso en la élite que le tuvo meses fuera del verde.
Cortó aquello las buenas sensaciones que había tenido de primeras quien creciera en el Betis de Valladolid hasta ser captado por el Real Zaragoza siendo un chaval. Pasó por cuatro equipos antes de llegar a Pontevedra, donde Héctor Hernández, a quien conocen como Litri sus allegados vallisoletanos, arribó casi de improviso y por puro empecinamiento de su entrenador, Yago Iglesias. “Tuve muchas conversaciones con él para que viniera; me insistía mucho en que íbamos a hacer un equipo campeón”, dijo en Radio Galega tras conseguir el ascenso.
El “colofón de ensueño”, esa “matrícula de honor” en un enloquecido y lleno Pasarón, llegó después de que pasara una época entrenando en Valladolid, a la espera de un proyecto que le convenciera o de alguna oportunidad incluso en el extranjero, donde parecía que podía ir. En esa época fueron muchas las sesiones que hizo solo o rodeado de chavales, en LST Force, centro de alto rendimiento en el que se suele ejercitar y donde el cadete Angello, portero de la UD Sur, tanto participó en sus ejercicios con balón.
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Dalisson la saca a bailar
Junto a Héctor Hernández, o seguramente por delante de él, un canterano del Real Valladolid como es Dalisson de Almeida es quien más veces ha sacado a bailar a la morcha. El de Cabezón de la Sal ha marcado diez goles en Segunda RFEF, más que nadie en el Pontevedra y más que nunca en su carrera como profesional, y otros dos en la mencionada Copa del Rey, a Villarreal y Mallorca, que le hacen partícipe y clave también de todo lo sucedido.
El fantasioso mediapunta definió en Radio Pontevedra la temporada como “de muchas emociones” y el ascenso como una “traca final” a la misma, la segunda que está completando a orillas del Lérez. El que fuera futbolista del Pucela desde cadetes hasta su tercer año sénior -con un breve paso por el Escobedo cántabro- ha llamado con su rendimiento la atención de entidades de categorías superiores, lo que podría favorecer un salto más allá de la Primera RFEF en la que debutó como blanquivioleta y categoría que, seguramente, se le quede corta también.
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