El fútbol ahora corre demasiado a veces. Por eso mola bastante que un tipo como Daley Blind camine. El neerlandés, surgido en una generación maravillosa en un Ajax renacido, es el ejemplo perfecto para entender la base de un Girona que, con Míchel, ha sabido crear un marco en el que cree a pies juntillas. Blind mide con coherencia, decide con rapidez y espera la oportunidad para avanzar.
El neerlandés parece un capitán con una tropa a cargo, y eso que no entra en la categoría de futbolistas que deslumbran en un primer vistazo. Quizá no levante al público con una arrancada, pero Blind es el argumento en sí mismo de lo que debe ser el brazalete de capitán en un equipo de fútbol. Y desde que aterrizó en Girona, se ha convertido en uno de los engranajes más finos de un sistema tan preciso y exigente como el de Míchel.
Blind, hijo de otro mito del fútbol neerlandés, llegó en el verano de 2023 en medio de las dudas. Lo hacía después de varias etapas discretas y con más preguntas que certezas sobre lo que podía ser su contribución en el fútbol español. ¿Tendría gasolina para una liga tan física? ¿Podría competir al ritmo exigido por LaLiga a sus años? La verdad es que las dudas se disiparon en pocas jornadas.
Su papel era muy relevante. Lo que aporta Blind no siempre aparece sin que rasquemos en la base de la jugada, pero es el termómetro emocional de la idea de Míchel. En el Girona se ha convertido en el futbolista que estabiliza y da sentido a la salida de balón. A veces como central zurdo, otras como lateral izquierdo, pero siempre con la misión clara de asegurar el balón. Que salga limpio, que la posesión tenga sentido, que los errores no aparezcan en la zona roja.
Blind, defensor de la idea
En un equipo que juega a campo abierto, donde los riesgos son parte del plan, Blind representa el freno justo antes de la curva. Si hay un rasgo que explica su impacto en Montilivi es esa influencia perfecta en la salida de balón. Cuando juega como central, es habitual verlo ser el primero en filtrar un pase interior que rompe líneas.
No necesita levantar el pie del suelo ni utilizar grandes recursos técnicos, pues su juego es acompasado, simple y efectivo. Control, pase y lectura para saber por dónde dirigir la jugada. Y todos escuchan. En el Girona, donde la posesión no es un fetiche sino una herramienta para dominar, Blind se ha convertido en el primer gran generador de ventajas con balón.
Como lateral zurdo, su rol cambia ligeramente, pero sigue teniendo un peso clave. Aunque no ofrece profundidad de manera regular, sí da una amplitud controlada para abastecer de espacios el interior. A cambio, ocupa posiciones interiores para asociarse con el mediocentro, permitiendo que el extremo tenga todo el carril para explotar y aportando una opción de pase de seguridad, porque dársela a Blind es dársela a una cámara de seguridad. En esa función, su inteligencia posicional le permite intervenir menos, pero influir igual.
BLIND 2⃣0⃣2⃣6⃣
— Girona FC (@GironaFC) May 15, 2024
Adaptabilidad y jerarquía
A lo largo de la temporada 24/25, Blind ha sido uno de los recursos tácticos más valiosos del cuerpo técnico. Ha jugado en línea de tres, en defensa de cuatro, por dentro y por fuera. Siempre entendiendo qué se necesitaba de él y siempre tratando de aportar con lectura del juego, posicionamiento y seguridad en la entrega.
Incluso en defensa, es un valor añadido. Ya sea midiéndose a extremos veloces o a delanteros físicos, la inteligencia y la veteranía de Blind valen más que esa apuesta rápida entre el grande y el pequeño. Pero, en la mayoría de las ocasiones, su capacidad para leer la jugada le ha hecho salir airoso. Cuando sabe que no va a llegar… procura salir antes.
Su temporada no es digna de fuegos artificiales ni lleva unas estadísticas destacadas, pero Blind está siempre en la lista de los imprescindibles. Su nombre es garantía de ver a un Girona reconocible que no caiga en traiciones a su propia iniciativa. Daley Blind es el jugador que mejora al equipo en una liga veloz, vertical e impulsiva sin dominar ninguno de esos ámbitos. Su pausa es virtud. Y su presencia es un lujo que el Girona y Míchel han sabido aprovechar.