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Solo tres equipos más jóvenes que el Valladolid Promesas en Segunda RFEF

La edad media de la plantilla del filial blanquivioleta muestra una valentía y una efectividad notoria en una temporada 2024/25 muy compleja

por Miguel Ruiz
28 de mayo de 2025
Promesas Valladolid

Foto: Real Valladolid

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Hay veces que las cifras no solo ilustran una realidad, sino que la resumen con precisión quirúrgica. En el caso del Real Valladolid Promesas, la estadística del equipo filial es clara: con una media de edad de apenas 20 años, el filial blanquivioleta es el cuarto equipo más joven de toda la Segunda RFEF.

Solo le superan, por poco, el Real Madrid C (19,7 años), la Real Sociedad C (19,4 años) y el Cádiz Mirandilla (19,9). El dato, en frío, podría parecer anecdótico, pero si se mira con perspectiva, dice mucho sobre el modelo del club en su filial y la apuesta del Real Valladolid en su fútbol de cantera, valorando, además, el lugar que ocupa en el panorama del fútbol español de formación.

No se trata únicamente de ser joven, naturalmente. Se trata de ser joven y competir en una categoría que, por su naturaleza, está plagada de veteranía, jugadores con galones, campos hostiles y equipos que priorizan el ascenso sobre el desarrollo, como es lógico. Puesto en una balanza y valorando el escenario, apostar por una plantilla con tanto talento por madurar tiene un mérito indiscutible.

El Real Valladolid lo ha hecho, no desde la comodidad, sino desde la creencia y la necesidad de convertir Los Anexos en un espacio líder de producción de futbolistas de élite y no solo una vitrina para sacar pecho. Los 33 jugadores utilizados por el Promesas esta temporada han promediado apenas dos décadas de vida.

Aun así, el equipo ha logrado competir con dignidad, sin sobresaltos ni urgencias clasificatorias graves, en un grupo de Segunda RFEF en el que han convivido con históricos como el Pontevedra, el Compostela o filiales reconocidos como el Deportivo Fabril o el Rayo Cantabria. La madurez táctica, en muchos casos, ha llegado antes que la mayoría de edad y su capacidad para sostener el objetivo prioritario, conservar la categoría, se ha cumplido.

Aun cuando muchos podrían pedir que el Promesas hubiera tenido un techo más alto hacia un playoff en la categoría, lo cierto es que su virtud ha sido capear un temporal nada sencillo, con cambios en el banquillo y con un goteo constante de ausencias que obligaban a presentar no pocas caras nuevas desde el juvenil. Un plus de dificultad que no solo da mérito a lo logrado, sino que pone en valor el recorrido de los últimos meses en el equipo de Olivas y Briones.

Un modelo fuerte para el Valladolid Promesas

Y ni siquiera es lo más destacable del dato de la edad. El contraste con otros proyectos de filiales, algunos potentes, como el Alavés B o el Eibar B, rondan los 21,4 años de media. Otros, como el Granada o el Almería B, se mueven en esa misma horquilla, mientras que el Valladolid ha optado por acelerar procesos e invertir en el talento que ya estaba madurando por debajo. Lo ha hecho asumiendo riesgos, como en toda apuesta formativa, pero también con la idea clara de que, o se foguean en Los Anexos, o será difícil que lleguen algún día en el José Zorrilla.

Promesas Valladolid
El Real Valladolid Promesas antes del partido contra el Real Ávila | Foto: Real Valladolid

Aunque las prisas no sean buenas y el contexto no ha sido siempre favorable, el Promesas ha sabido convivir con una realidad compleja del primer equipo. El Pucela ha vivido un año convulso, sin apenas espacio para integrar jóvenes en dinámica real de Primera, pero que, sin embargo, sí ha tenido que tirar en muchos tramos de su convocatoria, regresando a menudo sin minutos disputados. Asumiendo esa realidad y sin desesperarse, los efectivos del Promesas y del juvenil han dado un ejemplo claro de coherencia y de mentalidad formativa en la búsqueda de tomar la mejor decisión para club y futbolistas.

Con entrenadores que han sabido interpretar lo que significa formar sin perder y con jugadores que, pese a su corta edad, han entendido que competir es también aprender a sufrir, el Promesas es ejemplo del trabajo realizado desde hace tiempo en Los Anexos. Además, con los resultados en la mano, cabe destacar que, de esos tres equipos por debajo del Promesas en edad media de plantilla, el Real Madrid C de Joselu Sánchez solo fue capaz de aguantar en el Play Out y los otros dos, Cádiz Mirandilla y Real Sociedad C, acabaron por descender.

¿Es sostenible este modelo?

La realidad dice que este modelo, aunque arriesgado, es sostenible. Si se acompaña con una política decidida desde el club para conectar el Promesas con el primer equipo y se da coherencia y naturalidad a todos los procesos, el cauce entre los metros que separan Los Anexos del estadio José Zorrilla no acabará nunca de prestar espacio a los muchachos que lleguen desde abajo.

No serviría de nada tener uno de los filiales más jóvenes del país si no se ofrece una oportunidad real de progresar, algo en lo que parece que el club está decidido dadas las numerosas renovaciones y novedades que parece que habrá en torno al primer equipo la próxima campaña bebiendo del filial. El dato de la juventud es alentador, pero exige la responsabilidad de quien maneja los ritmos y da la oportunidad de seguir creciendo en cantera.

Si el Real Valladolid mirara solo a ese último paso se alejaría de la proyección que hoy en día parece asentarse en un proyecto sólido, reconocible y con raíces firmes y seguras dentro del club. El club debe mirar hacia Los Anexos no solo como un vivero, sino como una extensión natural del primer equipo, pero para eso se debe tener en cuenta el esfuerzo silencioso de todos los que construyen esa estructura desde los más pequeños. Todos esos que se baten el cobre cada fin de semana en campos sin cámaras y a menudo con más barro que luces.

El Promesas ha demostrado que el talento joven no está reñido con la competitividad y ha demostrado que en una categoría competitiva como la Segunda RFEF también se puede apostar por un futuro sin dejar pasar el presente. Con paciencia y con la necesidad de conciliar formación y competencia, se puede formar sin dejar de perder de vista la victoria. Una declaración de intenciones que parecen tener muy clara, incluso en medio de la tormenta, todos los que componen el trabajo de cantera en el Real Valladolid.

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