Mientras en el fútbol profesional la mayoría de los equipos mueven ficha, el Real Valladolid parece atrapado en un limbo que ya no sorprende. Y mientras eso pasa, el calendario avanza. La temporada 2024/25 terminó con una losa emocional y deportiva difícil de digerir, pero la afición aún no tiene la sensación de haber pasado página con claridad. Y cuando el tiempo no se administra, se suele convertir en un peligroso enemigo.
A día de hoy, el club sigue sin oficializar quién será la persona encargada de reconstruir el proyecto deportivo, pero es que ni siquiera se sabe exactamente de quién es el Pucela. Lógicamente, tampoco hay nuevo entrenador, no hay hoja de ruta pública y no hay certezas en la planificación que obligará a empezar esta nueva etapa en LaLiga Hypermotion. Lo único que hay es el ruido de un contexto volátil, parecido al que ha vivido el Pucela este curso. Sin certezas, sin nombres y apellidos, la situación actual solo ayuda a consolidar la desconfianza.
En los despachos se trabaja y de momento se hace con toda la discreción, seguro que es cierto. Pero también lo es que la discreción no puede ganar a la necesidad de conectar de nuevo a la gente con la grada del José Zorrilla. A medida que se acerca julio, los clubes se van rearmando, cerrando nuevas piezas o entrenadores, lanzando ofertas por jugadores interesantes para tratar de mejorarlo todo. Por encima de los titulares institucionales, cabe priorizar el terreno de juego. El Real Valladolid, en cambio, se sigue mirando hacia dentro. Y aunque se pretenda vestir de prudencia, la situación actual se parece demasiado a la parálisis.
Una dirección por definir en Valladolid
El primer paso, seguramente el más urgente, es resolver la elección del nombre que liderará la dirección deportiva del Pucela. Aunque Nico Rodríguez parte como principal favorito tras el acercamiento del Zaragoza a Chema Aragón, aún no hay anuncio oficial ni una hoja de ruta clara. El asturiano, con experiencia en clubes como Sporting de Gijón, UD Las Palmas, Albacete Balompié o Elche, es un perfil contrastado en el fútbol español y podría suponer ese golpe de profesionalización que muchos reclaman desde hace tiempo en Zorrilla y esa especialización hacia mercados que puedan favorecer un proyecto no solo a corto plazo.
— Real Valladolid C.F. (@realvalladolid) May 23, 2025
Pero la indefinición juega en contra de todo en un club que parece no haber llegado a una conclusión clara sobre nada, ya que no se trata solo de tener un director deportivo, sino de tenerlo ya para poder empezar a trabajar en el futuro. Un perfil para que decida cuanto antes el futuro de muchos jugadores con contrato y empiece a planificar los recambios necesarios en el club a nivel de plantilla. Y, sobre todo, para que elija al entrenador con el que se sienta alineado y se encuentre esa paz deseada de la coherencia de dos figuras imprescindibles trabajando juntas. Sin eso, cualquier planificación se convierte en un ejercicio de improvisación y buenas intenciones que no suele acabar bien.
La necesidad de que el casting por el técnico no sea eterno
Algunos nombres van sonando, pero ninguno se define con certeza. Desde perfiles jóvenes con hambre, como Rubén Albés o Antonio Hidalgo, hasta apuestas de peso como Luis García Plaza o Borja Jiménez. Incluso Raúl González Blanco ha estado en las quinielas, con todo lo que implica un perfil mediático, pero con claroscuros en su obra reciente en su hoja de servicios como técnico en el Real Madrid Castilla. Pero la clave es que aún no hay anuncio y, sin técnico, no hay identidad.
El nuevo entrenador deberá ser muchas cosas a la vez. Un pedagogo, un estratega, un líder emocional y, sobre todo, sabiendo lo que han sido estos años, un psicólogo. En definitiva, alguien con personalidad suficiente para reconstruir desde la ruina sin pedir excusas. Necesita conocer la categoría, aceptar que el club arrastra heridas abiertas y tener la templanza para trabajar con jóvenes y veteranos sin mirar demasiado el nombre que hay en la ficha. Y, a ser posible, tratando de mirar más allá de mayo de 2026.

La plantilla: entre la limpieza y el esqueleto
El tiempo dirá qué puede deparar el proyecto una vez definidos los dos pilares (director deportivo y entrenador), pero queda un movimiento más que importante en general, y que se suele tratar de un trabajo ingrato: diseñar la plantilla. Aquí el reto será aún mayor, porque la herencia del curso 24/25 es una mochila que (casi) pesa más que las 38 jornadas disputadas la pasada campaña.
Aunque hay jugadores que parece ser un hecho que no seguirán, hay otros muchos que permanecen en un limbo que es necesario ordenar. Además de varias caras nuevas de la cantera, de ese núcleo joven que debería ser parte clave del futuro inmediato, urge aclarar quiénes serán parte de la columna vertebral de un proyecto que, sin duda, necesitará fichajes.

Todo eso debe resolverse pronto. La Segunda División no espera a nadie, sabiendo, además, que los mercados se adelantan cada día más. Si el Real Valladolid quiere competir desde agosto, no desde octubre, como tantas otras veces, deberá empezar a hacer los deberes en junio, porque el reloj no perdona y la gente de Valladolid, seguramente, tampoco.
La sensación, a estas alturas, es que la entidad sigue atrapada en su propio relato. El descenso se digiere mal, pero el fútbol no concede plazos largos. Lo urgente hoy no es analizar todo lo que pasó, pues ha sido una serie de catastróficas desdichas, sino construir todo lo que se viene. Y eso solo se logra con nombres propios, decisiones valientes y trabajo.
No es solo cuestión de ilusión, aunque necesites la que te regale la grada. Hay tiempo, sí. Pero solo por el momento. Cada día sin dirección, sin entrenador y sin proyecto es un día más que pierdes frente a tus rivales. Y si algo ha enseñado la historia reciente del Valladolid, es que cuando se llega tarde, casi siempre se paga.
