La temporada del CD Mirandés es la historia de la Cenicienta morocha, una que bailó hasta hartarse y que a punto estuvo de entrar a un reservado llamado Primera División. Tan solo la presencia en la sala de un príncipe azul llamado Real Oviedo, un aristócrata de alta alcurnia, le dejó sin la última plaza, pero que le quiten lo bailao. Los jabatos despertaron del sueño, sí, pero prácticamente no hubo ni lágrimas: fue tanto lo vivido a lo largo de toda la temporada, tanto lo disfrutado, que no quedan reproches, sino un grato recuerdo para la posteridad.
Alessio Lisci y Alfredo Merino comandaron un proyecto que se puede definir como desbocado en cuanto a resultados, que uno difícilmente pensaba que pudieran siquiera aproximarse a lo vivido cuando semanas antes de empezar a competir debían suspender un partido amistoso ante el Mallorca por falta de jugadores. El Mirandés, que tiene un estilo muy reconocible a la hora de moverse en el mercado, se movió con demora el verano pasado, en el que la permanencia tardía en la 2023/24 llegó a poner incluso en jaque la continuidad del entrenador y del director deportivo.
| Suspendido el #MirandésMallorca que se iba a disputar este sábado en #Anduva
— Club Deportivo Mirandés (@CDMirandes) August 1, 2024
El periodo de reflexión que se dio Alfredo de Miguel, presidente mirandesista, así como su posterior decisión de que continuasen los dos, no pudo ser un acierto mayor, empezando por cómo Alfredo Merino se movió esas últimas semanas, tan bien que ni siquiera en las primeras jornadas pareció el equipo no ser competitivo. Así, sus primeras derrotas fueron en las jornadas 6 y 8, contra Elche y Granada, dos de los ‘gallos’. La tercera, en la fecha 11, fue más dolorosa; mientras las dos primeras fueron por la mínima, el Real Oviedo le endosó un 4-1 que, no obstante, no terminó de empujarlos hacia abajo.
Tal es así que el Mirandés jamás estuvo más abajo de la novena posición. De hecho, gracias a los cuatro triunfos seguidos que cosechó entre noviembre y diciembre, dos de ellos ante Levante y Racing, se instaló en la parte alta y, con la regularidad que los de Lisci siempre tuvieron, terminó la temporada ocupando durante 33 jornadas una de las seis primeras posiciones (desde el 16 de noviembre de manera ininterrumpida) y, durante siete, uno de los puestos de ascenso directo. Los 75 puntos finales fueron al final, con mucho, su mejor puntuación histórica.
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✅ El #CDMirandés supera la mejor puntuación de su historia en @LaLiga2 a falta aún de 5️⃣ jornadas para finalizar la temporada pic.twitter.com/M7iFPywlm3
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Un Mirandés propulsado por los jóvenes
Es indudable que Alessio Lisci ha sido uno de los grandes artífices del éxito jabato, sino el mayor, con su buena dirección de una plantilla corta, pero competitiva, en la que los pocos veteranos dieron un nivel altísimo, caso de Raúl Fernández y de Juan Gutiérrez, y en la que los jóvenes detectados por la dirección deportiva ofrecieron un salto de calidad respecto a la campaña anterior, en la que la salvación fue sufrida y llegó en la última jornada, que es tan grande como indica la disputa del play-off de ascenso.
El entrenador italiano vertebró su equipo sobre un 1-3-5-2 prácticamente inamovible, pero absolutamente interesante, dados los ricos matices tácticos que incluía. A menudo, un central exteriorizaba su posición y se proyectaba en ataque como un lateral con tal acierto que Juan Gutiérrez terminó el curso con cinco asistencias. En el centro del campo, Gorrotxa, Reina y Lachuer lo jugaron todo, pero con toda la razón: su sintonía permitió al vasco sacar brillo a su brújula, al gaditano parecer invisible para los centrocampistas contrarios y al francés sacar músculo e imponerse a quien se le pusiera por delante.

Entre los tres sumaron once goles y ocho asistencias, unos guarismos nada desdeñables. Y arriba… ay, arriba. Con la verticalidad que promovía Alessio Lisci, que pasaba también por esgrimir un sorprendente (por continuo) nivel físico alto, el trío de ataque destacó y se ganó un gran contrato en sus siguientes experiencias. Joel Roca fue un elemento de valor saliendo desde el banquillo, lo que no es poco decir teniendo en cuenta que rivalizaba con Izeta y Panichelli, dos delanteros complementarios entre sí que fueron de los más decisivos de LaLiga Hypermotion.
Los 175 centímetros del ‘Rey Urko’, su movilidad y capacidad para percutir desde cualquier pasillo, ensambló a la perfección con los 187 de ‘Panigol’, un ariete de los de siempre, referencial y ganador de duelos, pero moderno por lo que hace con los pies. Así, entre uno y otro fabricaron 32 goles de un Mirandés que fue prácticamente imbatible en casa -solamente perdió contra el Granada- y que destacó en defensa (solo el Elche, con 34 perforaciones, encajó menos de sus cuarenta goles), pero que en ataque fue divertido por la exuberancia mostrada por un plantel mágico, histórico… y del que solo un jugador (Juan Gutiérrez) tiene contrato para la próxima temporada.

