Guillermo Almada se ha convertido en el cuarto entrenador nacido en Uruguay, un país que forma parte de la historia del Real Valladolid a través de más de una treintena de profesionales. A los cuatro directores técnicos hay que sumar algún que otro asistente, como el también incorporado Darwin Quintana o Camilo Speranza, segundo de Paulo Pezzolano, así como de más de una veintena de futbolistas. Centrando el tiro en los primeros, el desafío de Almada, como él mismo lo definió, pasa por tener una etapa tan prolífera y larga como las que tuvo en otros banquillos.
El nuevo comandante de la nave blanquivioleta, que pasó varios años en otros proyectos, tratará de romper la barrera establecida por Paulo Pezzolano, que fue anunciado como entrenador del Real Valladolid el 4 de abril de 2023 y destituido la noche del 30 de noviembre al 1 de diciembre de 2024. Pezzolano descendió en 2023 y subió en 2024, pero no tuvo tiempo a alcanzar los dos años los dos años; se quedó en poco más de un año y medio, en el que estuvo al frente del plantel en 71 partidos oficiales. Fueron un puñado más de los que estuvieron sus dos antecesores charrúas, Héctor Núñez y Víctor Espárrago.

Entrenadores condenados a la Segunda División
Núñez recaló en el Pucela en el Viejo Zorrilla, en la temporada 1975/76, que dirigió al completo… y nada más. Montevideano de nacimiento, pero prácticamente podría decirse que español de adopción, ya que buena parte de su carrera futbolística la desarrolló en el Valencia, cogió al equipo en Segunda, categoría en la que venía de entrenar a otros cuatro equipos y que no fue capaz de abandonar: acabó cuarto, después de varias jornadas en puestos de ascenso y de unas cuantas más establecido ahí, a las puertas de la Primera División.
Peor le iría, hace treinta años ya, a Víctor Espárrago, segundo entrenador nacido en Uruguay que ha tenido el Real Valladolid y Primero que se sentó en el banquillo del actual Zorrilla, en la 1994/95. Al contrario que Núñez, dirigió en Primera, pero puso la primera piedra del descenso a Segunda, que no vivió en sus carnes porque apenas duró trece jornadas, de las cuales siete fueron derrotas. Una vez despedido, el Pucela sacó tres ‘cartas leyenda’ para buscar la salvación, y ninguna resultó: ni Pepe Moré, ni Fernando Redondo, ni Antonio Santos.

Uruguay en el campo
En la historia de Real Valladolid, veinticuatro futbolistas de Uruguay vistieron su camiseta. Y entre ellos, ha habido un poco de todo, desde las dos etapas del ‘Cacho’ Endériz hasta Lucas Olaza, pasando por aquel equipo que conformaron unos cuantos charrúas y que a punto estuvo de irse a Segunda División B (en la temporada del tándem Caminero-Orta, hace casi dos décadas) o por leyendas como el ‘Polilla’ Da Silva o Álvaro Gutiérrez.
Los primeros fueron el mencionado Eduardo Endériz y Julio Benítez, dos jóvenes futbolistas captados por José Luis Saso en 1959, que acompañarían en el plantel a otros tres sudamericanos como fueron los argentinos Solé, Pantoni y Aramendi. Benítez, que jugaría luego en el Barça durante siete temporadas, estuvo solo una a orillas del Pisuerga. Endériz, en cambio, estuvo en dos etapas aquí: una primera con buenos números y con un descenso y un ascenso, finalizada en 1963, y otra a principios de los años 70, menos prolífera.

Con 163 partidos y 42 goles, es el futbolista procedente de Uruguay con más participaciones y más tantos con el Real Valladolid, si bien hay dos jugadores tan recordados o más: Jorge ‘Polilla’ Da Silva y Álvaro Gutiérrez. Al primero de ellos se le recuerda como campeón de la Copa de la Liga y como ‘pichichi’ de Primera División en la temporada. El segundo se le guarda mucho cariño como integrante del ‘EuroPucela’ que fue, en la década de los 90 y a las órdenes de don Vicente Cantatore, con quien fue una pieza fundamental durante las temporadas 1995/96 y 1996/97.
No ha sido la uruguaya la nacionalidad con más éxitos cosechados como blanquivioletas en lo que va de siglo, sin embargo. Además de aquel mencionado equipo de la 2005/06, con los OJ Morales, Broli, Curbelo y el ‘Petete’ Correa y un Germán Hornos que no pudo aportar lo que apuntaba después de un grave accidente de tráfico. No duraron apenas, como sí llegarían a hacer Fabián Canobbio o Lucas Olaza, los dos últimos que alcanzaron el medio centenar de partidos y quienes, no obstante, no dejaron tan buenas sensaciones como potencial tenían.
 
			