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Las bandas del Valladolid, pilar ofensivo

Tal y como lo fue Alejo en Burgos y lo fue Garri en Chile, el Real Valladolid de Almada respira por sus bandas

por Miguel Ruiz
13 de agosto de 2025
Trilli Valladolid

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Guillermo Almada aterrizó en Pucela con un libreto claro, con ideas reconocibles para un Real Valladolid que necesitaba cierto rescate. Su sello, forjado en sus etapas en Pachuca y Santos Laguna, se reconoce por el ritmo alto, la intensidad tras pérdida y una explotación meticulosa de los costados. Para el técnico uruguayo, las bandas no son simples corredores para colgar centros, sino el espacio donde se empieza a construir la ventaja que luego desembocará en la oportunidad en área rival.

En la pretemporada vivida por el Real Valladolid, los ensayos no han mostrado un gran nivel de juego que pueda echar por tierra las dudas, pero sí ha enseñado fielmente un patrón que se repite y que cumple con su idea inicial. En la alternancia táctica entre el manido 1-4-4-2 y el previsiblemente necesario 1-4-2-3-1, ganan peso sus laterales, de gran proyección, y sus extremos, con roles flexibles y capacidad para sumar también por dentro.

Garri Valladolid
Iván Garriel, en uno de los encuentros ante Colo-Colo | Foto: Real Valladolid

El trabajo de Almada vibra por un equipo que busca aún su camino, buscando la manera de jugar a lo ancho para, desde ahí, acelerar hacia la portería contraria, por lo que la capacidad para crear oportunidades a los jugadores en banda parece vital para reconocerse en el césped con la idea de juego elegida. En el libreto esencial de Guillermo Almada, el costado es tanto punto de partida como primera línea defensiva.

El rol del lateral para el Valladolid de Almada

No es nuevo que el Valladolid de Almada vive mucho de lo que hagan sus laterales. Es quizá la cuestión más destacada más allá de la obsesión por el trabajo en la presión y la continua mejora física. La altura media de los laterales y la orientación de sus recepciones condicionan la velocidad de las jugadas y son clave para cómo ataca y cómo defenderá cada jugada el club blanquivioleta.

En muchas salidas, uno de ellos se queda más bajo, formando a veces una suerte de tres centrales en línea para facilitar la circulación desde atrás. Con la continua intención de que esa asimetría a la hora de salir pueda aportar capacidad para salir con facilidad. El otro, mientras tanto, se proyecta alto para fijar al extremo rival y estirar a la defensa contraria. Esa desigualdad entre una banda y la otra genera ese tercer hombre por fuera capaz de romper la presión inicial en dos o tres toques.

Guille Bueno Valladolid
Guille Bueno en su presentación con el Valladolid | Foto: Real Valladolid

Cuando el extremo recibe al pie, el lateral opta por solaparse por fuera; si el extremo mantiene la amplitud, el lateral ataca por dentro. De esta manera, se obliga al defensor a decidir si salir y dejar espacio en el área o esperar y permitir que el rival gane metros. Varios movimientos que buscan llegar a línea de fondo para encontrar el pase atrás o un envío tenso al segundo palo que puedan ser aprovechados.

Sin balón, la exigencia para ellos es muy alta. Los laterales que no participan en ataque cierran hacia dentro para proteger la espalda de los centrales y formar, junto a los mediocentros, una estructura que frene la transición rival y que puedan sumar tanto en destrucción como en inicio. Cuando se pierde el balón en campo contrario, son ellos los primeros en saltar a presionar, tapando la línea exterior y empujando al adversario contra la banda, reduciendo las ventajas.

Extremos a los que se les pide más

Si los laterales son las lanzaderas, los extremos son las bisagras de un sistema que tiene que pensar, también, en generar juego por dentro. Los extremos fijan por fuera cuando es necesario ensanchar el campo y abrir pasillos interiores, pero también se mueven hacia dentro para liberar la subida del lateral para darle alas y poder recibir entre líneas. En esa posición intermedia, actúan casi como mediapuntas exteriores, listos para combinar o filtrar un pase al delantero que ataca el primer palo.

Trilli Valladolid
Trilli en su presentación con el Valladolid | Foto: Real Valladolid

En fase de finalización, tienen la misión de atacar el segundo palo cuando la jugada se desarrolla por banda contraria. En un patrón que se hace habitual, el Valladolid opta a menudo por el centro desde un costado y la llegada del extremo opuesto sin marca para aprovecharse de ese cambio de dirección de juego. Esa sincronización entre bandas es una de las señas del estilo Almada.

Defensivamente, su papel es igual de importante. Son el primer filtro de la presión alta, saltando sobre centrales y laterales rivales para forzar que el juego vaya hacia fuera. Una vez allí, el Valladolid encierra al rival contra la línea de cal y busca recuperar lo más cerca posible del área. El plan de Almada para el Real Valladolid tiene en las bandas ese hilo conductor para crear ventajas. Una herramienta para abrir la defensa rival y establecer esa primera presión.

Mientras que los laterales aportan profundidad y volumen ofensivo; los extremos, creatividad y finalización. Si el equipo logra consolidar estas rutas y mantener la disciplina en la transición defensiva (aún muy verde), las bandas serán, no solo una herramienta más para crear juego, sino el camino más directo hacia los objetivos de la temporada del Pucela.

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