La historia del cruce entre Valladolid y Ceuta se enlaza inesperadamente con la de dos futbolista que, aunque hace décadas que dejaron de vestir de corto, siguen siendo grandes referentes para ambas ciudades. Dos hermanos, Paco y Rafa Lesmes, nacidos en la ciudad de Ceuta y formados en su fútbol, forjaron la historia de sus trayectorias en la dureza de los años de la posguerra y encontraron en Valladolid un escenario donde dejar huella.
El Valladolid afronta el próximo duelo ante el Ceuta con objetivos y realidades muy distintas a los de los años de los Lesmes, pero con la misma necesidad de competitividad y carácter que ellos encarnaron para forjar la historia de dos futbolistas dentro de la historia del fútbol ceutí y pucelano. Con el paso de los años, no ha hecho más que agrandarse la imagen de los Lesmes y su memoria es un puente que une la ciudad autónoma con la del Pisuerga. En ese contexto, el recuerdo de los hermanos no es solo un ejercicio de memoria, sino una inspiración para ambos lados.

Paco Lesmes, ídolo de la zaga pucelana
Francisco Lesmes, o Paco, como le conocían casi todos, era el mayor de los hermanos y nació en 1924 en la ciudad de Ceuta. Sus primeros pasos como futbolista los daría en equipos locales como el Imperio, el África Ceutí o precisamente la SD Ceuta. Es ahí donde comenzó a destacar por su fortaleza física, su disciplina y esa habilidad innata para mandar desde la defensa, algo muy poco habitual en aquellos años. Su camino le llevó, más tarde, al Granada, club en el que maduró como jugador hasta que en 1949 recibió la llamada del Real Valladolid.
Entonces asentado en Primera División, el Pucela quiso reforzar su zaga con Paco Lesmes y, en un movimiento poco común, se hizo también con su hermano pequeño, Rafael. Un doble fichaje que no solo reforzó al equipo, sino que introdujo en la historia del club dos nombres que se convertirían en un sinónimo de fiabilidad y conectado con la historia del fútbol español. Paco Lesmes debutó ese mismo año y pronto se hizo indiscutible con la blanquivioleta. En Valladolid jugó durante doce temporadas, siempre en Primera, acumulando más de trescientos partidos oficiales.

Con un estilo sobrio y contundente, poco dado a alardes innecesarios, fue poseedor de una eficacia que le llevó a ser internacional con España en 1954. Su carrera fue un ejemplo de compromiso y regularidad, algo que los aficionados de Zorrilla supieron reconocer y valorar. En 1956, Paco Lesmes recibió el Trofeo Monchín Triana, que premiaba no solo el rendimiento deportivo, sino también la ejemplaridad en el césped. En 1961, cuando colgó las botas, el club le confió el banquillo del equipo, llegando a dirigir en el Valladolid más de sesenta partidos, prolongando una relación que marcaría para siempre su nombre en blanquivioleta.
Rafa Lesmes, el hermano pequeño que se catapultó en Zorrilla
Rafael Lesmes, Rafa para casi todos en el mundo del fútbol, era dos años más joven que Paco y se formó también en el fútbol ceutí. Pasó, como su hermano, por equipos humildes de la zona, como el Ybarrola o el Betis de Hadú, además de un histórico como el Atlético Tetuán, uno de los conjuntos más importantes del Protectorado.
El fichaje por el Valladolid se dio en 1949, en el mismo momento que el de Paco. Ese fue, sin saberlo, el inicio de una carrera que pronto despegaría a raíz del interés del Pucela en su hermano. Su posición natural era el lateral izquierdo, donde combinaba una marcada contundencia defensiva con el criterio para salir jugando desde atrás y gestionar balón. Eso era algo que le distinguía en una época en la que las funciones de un defensa eran mucho más rígidas y se esperaba menos de su relación con el balón.

Su rendimiento llamó la atención, ni más ni menos, del Real Madrid. En 1952, el equipo merengue incorporó a Rafa Lesmes a su plantilla para ser parte de su elenco en una etapa más que exitosa. Allí vivió un sueño, en lo que sería la etapa más gloriosa de su carrera, ganando cinco Copas de Europa consecutivas, cuatro Ligas y varias copas nacionales. Lesmes fue parte de un equipo de leyenda y jugó finales que aún hoy son recordadas como hitos del fútbol europeo dentro de un equipo lleno de estrellas como Di Stéfano, Puskas o Gento.
A pesar de los éxitos conseguidos en Chamartín, el menor de los Lesmes tampoco quiso perder el vínculo con el Valladolid. En 1960 regresó para cerrar su carrera en el club que le había dado la oportunidad de llegar a la élite y esa decisión reforzó la imagen de lealtad que, tanto él como su hermano Paco, cultivaron en la ciudad a lo largo de sus trayectorias. Si bien Paco simbolizaba la fidelidad absoluta a unos colores, Rafa representaba el triunfo que no olvida de dónde viene. Entre ambos ofrecieron al Valladolid un total de quince años de fútbol sólido, de liderazgo en el vestuario y de identificación con la afición.
Sigue aquí la serie Pucela Retro:
- Peternac, un vallisoletano con acento croata
- El Trofeo Ciudad de Valladolid, señal de identidad
- Gail, un vallisoletano polivalente y comprometido
- Gerardo Coque, corazón blanquivioleta
- Pato Yáñez, ídolo compartido
- Real Valladolid 1999/00: estabilidad y símbolos
- Uruguay en la historia del Real Valladolid
- Antonio Barrios, el vizcaíno que dejó huella en Valladolid
- Temporada 2024/25
 
			